18| Siempre Será Ella

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Alex Collins.

Incluso si la habitación estaba cubierta por personas me sentía completamente solo y asustado, mis miedos parecieron esparcirse por todo mi cuerpo mientras que su rostro venía a mi mente una y otra vez recordándome lo estúpido que fui por concentrarme en mi odio en lugar de protegerla o siquiera escucharla.

Se la llevaron y yo fui incapaz de detenerlos, ella intentó hacerme entrar en razón pero me preocupe por mantener mi orgullo y la ignoré. Si no fuera por mis malas decisiones ninguno de los dos estaría pasando por esto, desearía no haberla conocido para que pudiera tener la vida de una chica común y corriente sin tener que preocuparse por si mañana amanecerá viva.

Quisiera que jamás me hubiera conocido.

Apreté el volante con mis manos para luego pasar el acelerador del coche, la carretera pareció volverse más corta a medida que avanzaba mientras me concentraba en llegar cuanto antes al escondite de Simon; estaba decidido a matarlo, lo haría sufrir a tal punto que se arrepentiría por todas las mierdas que hizo.

— Alex, debes calmarte o tendremos un accidente.— dijo Nick quien estaba a mi lado como copiloto.

— Ni siquiera sabemos si está viva.— murmuró Thomas quien no dejaba de temblar.— Maldita sea.

— Está viva, es una mujer difícil de vencer.— respondió Jackson tratando de aligerar el ambiente pero eso no hizo más que obligarme a pisar el acelerador.

Él tenía razón, Valentina era una mujer fuerte, testaruda y orgullosa pero nada de eso nos aseguraba que no la matarían. Simon Maxwell era un maldito maniático que debería estar en un psiquiátrico y jamás me habría preocupado por lo que una rata como él podría hacerme, pero ahora me tenía bailando sobre su mano mientras mi preocupación por Valentina aumentaba con cada minuto.

Necesitaba verla y estar seguro de que estaba bien, quería poder abrazarla para sentir su respiración y latidos; la necesitaba más que el oxígeno de cada día. No podía imaginarme un mundo sin ella, tampoco quería vivirlo.

— Tomen las armas.— soltó Pierce mientras repartía las cosas que trajimos.— Estamos cerca y lo mejor será que estemos alertas.

Localicé el edificio en el cual solían hospedarse y detuve el coche a unos metros, tomé una pistola para ponerla en mi cintura y luego una M16. Bajamos del coche e ingresamos al edificio cubriéndonos entre las paredes al mismo tiempo que disparábamos a cualquier idiota que se nos acercará.

— ¡Llegaron!.— gritó un hombre antes de recibir un disparo en la espalda por parte de Thomas.

— Malditos hijos de puta.— murmuró el castaño antes de tomar un AK 47 y comenzar a disparar.

— ¡Atrás!.— gritó Pierce y Jackson se lanzó al piso para dejarle el camino libre.

Las balas comenzaron a cruzar por el pasillo como pequeños destellos acompañados de un sonido ensordecedor, un sonido al cual estaba acostumbrado. Levanté mi arma para apuntar a mi objetivo, tomé una inhalación profunda antes de marcarlo en la mira y luego apreté el gatillo que proyectó la bala; el color rojo de la sangre cubrió las paredes al igual que la ropa de aquel hombre.

— Arriba.— ordené.

Una vez que la zona estuvo libre de hombres comenzamos a subir las escaleras cubriéndonos las espaldas entre nosotros, llegué al segundo piso y disparé hacía la oficina de Simon pero estaba vacía. Lo único que encontré fue un televisor junto a una grabación, el temblor en mi cuerpo fue notorio para todos y tampoco me preocupó que los chicos vieran lo asustado que estaba.

Pequeño Demonio: Caos ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora