22| La Niña Hecha De Sueños

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Valentina Copper.

Lluvia.

De pequeña solía temerle a las tormentas ya que creía que un rayo podría caer sobre mi casa y matarnos pero con el tiempo aquel temor pasó a fascinación, me resultaba hermosa la forma en la que las nubes cubrían el cielo para dejar que las gotas cayeran sobre la tierra logrando humedecerla y que al caminar pudieras sentir el típico aroma a césped mojado. Son cosas pequeñas que pueden pasar desapercibidas en la vida cotidiana, pero en mi opinión, poder sentir las gotas de lluvia sobre tu ropa mientras corres escuchando el sonido de los truenos es uno de los mayores placeres de la vida.

Antes creía que la vida se basaba en esforzarse hasta lograr cumplir las expectativas ajenas, mentiría si dijera que de pequeña no deseaba mejorar mis calificaciones para que mi madre se sintiera orgullosa. Ahora que soy una adulta puedo decir que la vida es más que eso, incluso si antes pensé en darme por vencida y dejarlo todo por creerme incapaz, hoy en día puedo afirmar que la vida es una sola y por eso las personas deben esforzarse por cumplir sus propias expectativas.

¿Quieres ser doctor? Puedes hacerlo, te llevará tiempo pero eso no quiere decir que estás lejos de lograrlo. ¿Quieres ser directora de cine? Lo lograrás porque después de todo, el esfuerzo mismo te llevará al trono. ¿Quieres ser una soñadora? Esta más que bien, el mundo tiene demasiado realismo como para perderte el beneficio de soñar. A medida que crecemos, comenzamos a subestimar nuestros sueños debido a las voces ajenas de la sociedad; puedes ser lo que quieras ser.

Muchas veces me prohibí cosas por el bien de otros, rechacé la felicidad ya que no creía ser merecedora de la misma e incluso me obligué a pensar que jamás sería suficiente para alguien. Nosotros mismos nos ponemos límites y castigos, la sociedad simplemente te lanza sus balas y tú decides si ellas entran o no; es como una batalla que debes superar para poder sentirte bien contigo mismo.

Está bien buscar ayuda en otras personas cuando te sientes perdido, está bien contar tus problemas aunque creas que sólo molestaras al otro, pero sobre todas las cosas, está bien ser tú mismo. Considero que las personas deben romper con sus cadenas para sentirse libres, porque una vez que lo son nadie podrá volver a herirlos.

— ¿Cómo estás? Tu hermano me dijo que te enfermaste.— dijo Amelia del otro lado de la línea y sonreí.

— Estoy bien, ¿Y ustedes?.— pregunté.

— Oh, estamos bien.— respondió inquieta.— Estos últimos días estuvimos cuidando su hijo de Becca mientras ella trabaja, es un niño agradable.

Reí.

Sabía que a Amelia no le agradaban los niños.

— ¿Qué se siente estar pendiente de otro ser humano?.— bromeé.

— Es como si te tuviéramos en casa todo el tiempo, después de todo siempre estamos pendientes a ti y a Thomas.

— Realmente te lo agradezco.— confesé.— Nos aceptaste como tu familia sabiendo los problemas con los que cargábamos y el desastre de personas que éramos.

— Yo debería agradecerles por integrarme en su hermosa familia, pero después de todo, ¿Qué familia no carga con sus problemas?.— preguntó divertida.— Estoy segura de que nos salvamos entre todos, así como tú dices que los salvé, yo siento que ustedes me salvaron.

Sonreí.

Separé mis labios nerviosa pero volví a unirlos formando una línea recta, quería hablar con ella sobre todo lo que pasamos nosotros pero no podía hacerlo. Una parte de mi me decía que en cualquier momento deberíamos enfrentarnos a Simon y nada me aseguraba que saldría con vida, es por eso que quería disfrutarlo un poco más... Quería tener una conversación normal entre madre e hija.

Pequeño Demonio: Caos ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora