Valentina Copper.
Cerré mis ojos sintiendo la brisa de la tarde chocar contra mi rostro, mi cabello acompañó el ritmo del viento mientras una sonrisa se presentaba. Escuché las bocinas de los coches abajo del balcón y al bajar la vista noté que había una joven pareja discutiendo en plena calle.
— ¿¡Qué se supone que hice ahora!?.— gritó el chico quien estaba ebrio.
— ¡Eres un idiota!.— respondió la chica con el maquillaje corrido.— ¡Maldito seas!.
Las personas que pasaban a su alrededor los observaron con desagrado mientras que ellos se gritaban, luego de varios insultos acabaron besándose y un breve recuerdo llegó a mi mente.
Había pasado mucho tiempo desde la última vez en la que pensé en ellos, no volvimos a tener contacto y me alegraba saberlo ya que no quería verlos nuevamente frente a mí. La relación entre Thomas y yo acabó de romperse cuando me enteré que él llamaba a mi padre una vez por mes y a mi jamás se dignó a hablarme sobre lo ocurrido aquella noche.
A pesar de que Amelia y mi padre insistían en que hablemos, ninguno de los dos daría el brazo a torcer. La vida suele forzar un cambio en las personas, esto sucede intencionalmente o no, pero yo había cambiado. Sin darme cuenta de ello, me volví una chica orgullosa, normal y lo suficientemente fuerte como para sobrevivir en este mundo.
Dejé una nota sobre la mesada de la cocina a las chicas para avisarles que saldría a la cafetería de la esquina con Becca, sí, vivíamos todas juntas. La verdad es que jamás creí que tendría amigas con las cuales compartir apartamento pero ahora éramos cuatro chicas de las cuales sólo tres vivían a base de fiestas, sexo y alcohol.
— A veces siento que soy la anciana del grupo.— susurré luego de tomar las llaves.
Salí del apartamento y marqué el piso principal del edificio en el elevador, pasaron unos segundos hasta que las puertas se abrieron y pasé por la puerta principal. Caminé por las calles que reconocía como la palma de mi mano mientras observaba los coches pasando los semáforos en negro y tal vez uno más costoso que otro.
Mi padre acabó vendiendo la mansión en la cual viví un año y luego se mudó a Miami con Amelia, estaban lejos pero no me molestaba la distancia ya que algunas veces podían resultar un tanto asfixiantes.
Al entrar en la cafetería noté que Becca estaba levantando su mano haciéndome señas y le sonreí, nuestra relación se intensificó cuando ella se enteró de lo ocurrido con los chicos y estuvo dispuesta a llamar a la policía para denunciarlos por narcotraficantes.
Que loco, salía con un tipo que se arruinaba la vida y era consciente de ello.
— Llegó tu madrina.— le susurró al pequeño bebé entre sus brazos.
El año pasado Becca quedó embarazada del idiota que era su novio y yo estuve ayudándola en todo momento, aún recuerdo sus gritos de pánico cuando rompió bolsa y con las chicas la llevamos al hospital.
— ¿Cómo está el bebé?.— susurré mientras lo cargaba en brazos.
— Siempre que te ve sonríe.— comentó ella con dulzura.
— Josh sabe que su madrina es hermosa.
Ella rió y luego de unos minutos quedó en silencio, la observé con una sonrisa y negué con la cabeza.
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Pequeño Demonio: Caos ✔
RomanceLos años pasan y la gente suele cambiar con el tiempo, podría verse como un ciclo que se debe a acontecimientos desgarradores o tal vez alegres. Habían pasado dos años desde entonces, ella logró seguir adelante por cuenta propia aunque tuvo algunos...