27| Vidas Entrelazadas

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Valentina Copper.

Los doctores ingresaron a la habitación corriendo y lo único que pude hacer fue agradecerle al cielo porque él abrió sus ojos, Alex palmeo la sábana débilmente y tomé su mano con una sonrisa.

— No me iré.— prometí.

El doctor se acercó para observarlo con suma atención junto a los enfermeros quienes se apresuraron en desconectarle el respirador de su nariz ya que podía respirar por cuenta propia, sentí la mano de Amelia sobre mi hombro y luego su beso sobre mi cabeza.

— ¿Cómo se encuentra, doctor?.— preguntó y el hombre le sonrió a Alex quien a penas podía mantener los ojos abiertos.

— Honestamente no esperaba que se despertará tan rápido pero su estado de salud indica que la cirugía salió con éxito, aún sigue débil por lo que debe seguir descansando y una enfermedad vendrá cada una hora para revisarlo.— explicó el hombre con una sonrisa y asentimos.— Y usted señorita, debería recostarse en su cama como se debe si no quiere volver a quirófano.

— Lo siento.— respondí al instante.

— Tienes suerte chico, pocos sobreviven a un disparo así.— dijo el doctor para luego sonreírle.— No podrás beber agua ni comer por unas horas así que te recomiendo dormir, lo necesitas.

Alex asintió débilmente y noté que el doctor le hacía una seña a Amelia para que saliera de la habitación, los seguí con la mirada hasta que me quedé a solas con Alex en la habitación. Mi atención cayó a él y sonreí aliviada cuando noté que parpadeaba con molestia.

— ¿Quieres que apagué la luz?.— pregunté.

— Quiero que te quedes quieta y te recuestes como se debe.— respondió como una queja y asentí al instante.— ¿Te sientes bien? ¿Te... Duele algo?

— Ahora estoy bien.— admití.— Descansa, estaré contigo cuando despiertes.

— Qué alentador.

Ignoré su sarcasmo para volver mi atención al techo de la habitación, mi corazón latía tan rápido que tenía el presentimiento de que saldría corriendo de mi pecho en cualquier momento. Cerré mis ojos con la esperanza de que todo saldría bien y había un mejor futuro esperándonos, después de todo, habíamos cambiado y nos convertimos en mejores personas.

{...}

Sentí una mano fría sobre mi brazo y gruñí, sus suaves toques siguieron insistiendo hasta que abrí mis ojos y me encontré con Daisy quien retrocedió en el momento que me incorporé sobre la camilla. Miré a nuestro alrededor percatándome que sólo estábamos nosotras y Alex el cual se encontraba profundamente dormido.

— Buenos días.— murmuró la chica revolviendo su cabello y fruncí el ceño cuando vi que se había tenido el cabello de color negro.— Lamento ser la última en llegar.

— Te queda bien.— dije con naturalidad y ella levantó una ceja, oh, eso había sonado mal.— El cabello.— corregí.

— Oh, gracias.— murmuró avergonzada y noté que jugaba con la tela de su camiseta.— Tenemos que hablar.

— ¿Sobre qué?.— pregunté.

No comprendía por qué Daisy estaba actuando de esa forma tan distante y fría conmigo, pero aún así lo aceptaba ya que no soy quién para decirle cómo comportarse conmigo. Ella suspiró y tomó una silla para colocarla a mi lado y enfrentarme.

— Aquel día... Antes del secuestro dije cosas horribles en nuestra discusión, incluso llegué a sentirme inferior a ti porque no podía mantenerme fuerte en una situación como esa... Fui una estúpida.— murmuró con vergüenza y recordé nuestra discusión en la empresa de Alex.— Desde ese momento comprendí lo débil que puedo llegar a ser, nunca debí decirte esas cosas horribles porque somos amigas y tú confiaste en mi como para contármelo... Pero yo lo usé en tu contra. Usé tus debilidades a mi conveniencia.

Pequeño Demonio: Caos ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora