Capítulo 2

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Alba sugirió entonces que enviase al abogado con ese mensaje, pero su jefe pensaba que una mujer de casi dos metros, abiertamente declarada bisexual, que hablaba en términos legales no promovía la imagen afable ella quería dar. Además, pensaba que enviar a su abogado parecería una amenaza.

Alba solía convencer a Joan para que viera las cosas desde su punto de vista, pero estaba siendo extrañamente obstinado. ¿Era porque no podía soportar que alguien le odiase? Especialmente alguien que tenía lectores fieles, quizá.

-Me temo que Joan quiere convencer a Lacunza de que somos estupendos, que no lo somos, pero tampoco somos malos... Según él, será facilísimo. Lacunza dejará de escribir, esos artículos en cuanto vea su cara de niño bueno.

-Primero, ser estupendo no te asegura una página en el periódico - opinó María - Segundo, aunque la periodista dejase de hablar del tema, Joan todavía tiene que lidiar con la amenaza de los tribunales... y, tercero, puede que Natalia piense que esa rama de olivo es una forma de hacerle la pelota y se ponga más venenosa.

-Le he dicho todo eso, te lo aseguro. Durante trescientos sesenta y cinco días al año, Joan es una malva y deja que su equipo le dé consejos sobre lo que debe o no hacer, pero hay un día... un día que nos espera a la vuelta de la esquina...

-¿Y hoy ha sido ese día? - preguntó María sentándose delante de ella - Una pena que en  la columna de esa tal Natalia Lacunza no aparezca su fotografía. Podrías ampliarla y tirarla dardos desde aquí - rió su amiga ante la ocurrencia que ella misma había soltado.

A Alba no se le había ocurrido pensar cómo sería la periodista físicamente, pero seguro que sería verde con verrugas.

Le dió un sorbo de su vaso de vino que aún tenía por debajo de la mitad y echó de menos a su añorada cerveza.

Lo que ella necesitaba eran unas vacaciones, pero con la situación que tenía encima, eso era prácticamente imposible...

-Mari, ¿qué planes tienes para el finde? Hace siglos que no salimos con los chicos. - tenían un pequeño grupo de amigos.

-Sí, tienes razón, hace tiempo que no quedamos con ellos, pero este finde Carlos y yo no podemos. - dijo poniendo cara de pena.

-No pongas esa carita de pena - rió Alba - Entiendo que quieras estar a solas con tu novio. Escribiré a Sab y a Miki, haber qué se les ocurre, sobre todo a Miki. Tú disfruta de tu salida con el Carlitos - dijo levantando varias veces los párpados.

-Ya, pero me gustaría quedar con los chavales y tú y echarnos unas cuantas cervezas como en los viejos tiempos, cuando no teníamos unos trbajos a los que dedicar todo nuestro tiempo y éramos un grupito de universitarios... Cancelaría la cita, pero los padres de Carlos vienen a Madrid el sábado y él quiere presentármelos.

Alba lanzó un silbido. Ella nunca había llegado a conocer a ninguno de los padres de sus ex.

-Vas a conocer a los padres de Carlos.

-Sí. En una palabra: agggg - chilló - Estoy aterrorizada, chica. Podríamos salir el viernes por la noche, pero estaría paralizada de miedo.

-Además, no creo que sea buena idea aparecer el sábado con resaca - sonrió Alba.

-Te prometo que Carlos y yo os lo recompensaremos - dijo María con una sonrisa - Mientras tanto, acéptame la invitación a dormir. Un poquito de descanso  para que te olvides de los problemas de la cocina. - María se levantó y Alba hizo lo mismo y se fue a su habitación aceptando la oferta de inmediato... era la tradicional última noche del soldado un día antes de la batalla.

Porque al día siguiente tendría que enfrentarse con Natalia Lacunza.

                            ***

Un Romance Casi PerfectoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora