-Nat...
Pero no pudo decir nada más porque Natalia se apoderó de sus labios. La ropa, la cena, el salón, ¿qué más daba todo eso? Todo lo que ella necesitaba se llama Natalia Lacunza.
Pero ella se apartó unos segundos después.
-Te he traído una cosa.
-¿Qué es?
-Feliz Navidad, Albi - dijo ella, ofreciéndole el paquete.
-Gracias, Nat - la besó -. No tengo nada para tí... bueno, no exactamente.
Alba se acercó al árbol de Navidad. María y ella se habían dado los regalos el día anterior, de modo que solo quedaban dos paquetes pequeños bajo el árbol.
-¿Y eso?
-Es que no podía decidirme, morena
-¿Qué es? - preguntó Natalia.
-Normalmente, se abre los paquetes para enterarse. ¿Nadie te ha explicado cómo funciona esto de los regalos?
Natalia abrió el primero, riendo. Era un adorno navideño.
-Qué bonito...
-Gracias.
-¿Sabes algo? He comprado un árbol de Navidad. Es la primera vez en mi vida que lo hago... y no tenía nada para adornarlo.
-Pues ahora tienes dos, por lo menos - sonrió Alba, señalando el otro paquete -. Ya te dije que no lo tenía muy claro
Natalia desenvolvió el regalo y soltó una carcajada. Era un soldado en miniatura, con ropa de combate.
-No me puedo creer que hagan un adorno de Navidad con esto. Y que tú lo hayas comprado para mí...
-Lo hice en honor a tu padre. Espero que no te moleste.
-Claro que no, amor. Es un detallazo. Y espera a ver tu regalo.
¿Amor? ¿Le había llamado amor? Alba no podía estar más feliz.
Alba abrió el regalo con cuidado de no rasgar el papel, doblándolo tranquilamente. Cuando vió lo que contenía se quedó helada. Era la muñeca de porcelana que habían visto en el escaparate.
-Sé que es un regalo poco práctico...- empezó a decir Natalia.
Alba le tapó la boca con la mano. No iba a dejar que arruinase el momento.
-Es perfecto.
Y luego, para darle las gracias, apartó la mano y se puso de puntillas para unir sus labios. Un segundo antes de besarse sus miradas se encontraron. Alba no estaba segura de qué vió realmente en su mirada, pero temía que fuera una mirada que le indicara directamente la puerta del dormitorio.
Desde luego, era precisamente lo que decía el beso. El beso era apasionado, se tocaban por todas partes, como intentando grabar cada uno de sus rasgos con las manos. Natalia la besaba en los labios, en el cuello, en la garganta, en los párpados... Alba, impaciente, metió la mano bajo la camiseta de Natalia acariciando su estómago y subiendo hasta los pechos, sintió cómo temblaba. Animada por esa respuesta, se puso de puntillas y le mordió el cuello a la morena.
Natalia la tumbó sobre el sofá y a Alba no le importó. Pero el sofá era demasiado estrecho para las dos.
-¿Te importa si nos saltamos la parte en la que nos sentamos en la mesa a comer? - preguntó con una voz ronca, Natalia.
-Pues...
Alba puso un dedo sobre la barbilla y fingió pensárselo un momento. Pero por dentro estaba gritando que sí.
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Un Romance Casi Perfecto
Short StoryTodas las mañanas, Alba Reche necesitaba dos tazas de café más fuerte para enfrentarse a su trabajo de ejecutiva y, sobre todo, a su jefe, que resultaba ser su ex novio. Pero toda esa cafeína jamás conseguía quitarle el sueño, solo con pensar en su...