Inevitablemente, Alba se probó el vestido y... parecía que lo habían hecho para ella. La tela era suave, pero nada de brillos. Sólo material de calidad en una prenda de líneas elegantes.
La falda llegaba por la rodilla y el color rojo le daba una luminosidad especial. Le quedaba como si se lo hubieran hecho para ella. Perfecto.
Con el riesgo de parecer inmodesta, Alba decidió que muchas cabezas se volverían en su dirrección el viernes por la noche. A parte de los hombres y de cierta morena de casi dos metros, le debía al género femenino comprarse ese vestidazo. Era el destino, la casualidad... ¿cuántas veces se encontraba con un vestido tan perfecto cuando ni siquiera estaba buscándolo?
«Nunca», dijo para sí misma.
Cuando estaba pagando en caja, su móvil sonó.
-Dígame.
-Alba, soy Joan - obvio que lo sabía - Perdona, estaba en una reunión cuando volviste. ¿Qué tal ha ido?
-Como tú esperabas. ¿No te ha dado Esther el mensaje?
-Sí, pero quería que me lo dijeras personalmente. ¿Qué tal ha ido? - repitió Joan, como si le estuviera pidiendo una clave secreta.
-Pareció ofendida por la invitación, pero aceptó de todas formas. Yo creo que irá a la cena para ver si puede descubrir algo terrible sobre nosotros. - dijo convencida.
-No va a descubrir nada terrible y, al final, tendrá que escribir algo bueno. Ya lo verás.
-Eso espero. - suspiró.
No sólo porque sería lo mejor para la empresa, sino porque sería bueno tener a Natalia de su lado. Quizá, si no hubiera ese obstáculo entre ellas...
-También te llamaba para ver si querías contarme algo más - Joan interrumpió sus pensamientos - probablemente no esté en la oficina cuando vuelvas. Voy al psicólogo, ya sabes...
-Sí, lo sé. - dijo con pesadez Alba.
-¿Seguro que no quieres venir conmigo? La doctora Salas dice que es muy normal invitar a amigos o familiares al participar en la terapia...- como si tuviese ganas de estar ahí, pensó Alba - para entender mejor al paciente. Tú eres mi última relación romántica y una colega, además...- Alba decidió que era el momento de acabar con esa estresante conversación telefónica y decidió fingir una mala conexión.
-Ffff... no puedo o... ¿Joan? ¿Sigues ahí?... no te oigo... Ffff...Qué pesado el tío...- dijo cuando por fin hubo colgado la llamada y luego guardó el móvil en el bolso antes de estamparlo con lo primero que viera. Si no podía con aquel hombre, el móvil tendría que valer.
Claro que ella se había gastado un dineral para impresionar a una periodista chulesca que salía con supermodelos y que sólo estaba interesada en vilipendiar a la empresa que le pagaba el alquiler de su casa.
Quizá Joan no era el único que necesitaba un psicólogo.***
María lanzó un silbido al ver a su amiga.
-Estás divina. Has hecho bien en comprar ese vestido.
Alba se miró al espejo una y otra vez. Había temido que le quedase tan bien debido a algún truco en las luces de la tienda en que lo había comprado.
-Es precioso, ¿verdad? ¿Tú crees que es precioso?
-De verdad que lo creo. Hayas pagado lo que hayas pagado por él, merece la pena - le garantizó María que estaba detrás de ella y le puso las manos sobre los hombros...- Te lo pediría prestado, pero a mí me quedaría corto.
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Un Romance Casi Perfecto
Short StoryTodas las mañanas, Alba Reche necesitaba dos tazas de café más fuerte para enfrentarse a su trabajo de ejecutiva y, sobre todo, a su jefe, que resultaba ser su ex novio. Pero toda esa cafeína jamás conseguía quitarle el sueño, solo con pensar en su...