Capítulo 20

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-¿Por qué Pamplona? - preguntó Natalia sin apartar la mirada de la carretera en el coche que habían alquilado para el tiempo que estuvieran en Pamplona.

-Por que quiero conocer tu tierra, Nat. El fin de semana me dijiste que ya habías ido a Elche por cosas de trabajo, y ahora yo quiero conocer Pamplona a tu lado.

La respuesta de la rubia pareció convencer a Natalia. Ya llevaba varios años sin ir a Pamplona, prácticamente desde que su madre se mudó allí.

Además, el deseo de Alba era completamente inocente, y ella se encargaría de que su estancia allí fuera la más agradable.

-Albi, una vez me dijiste que eras feliz siendo soltera. No quiero presionarte pero... ¿sólo quieres una novia?

-¿Qué me ofreces?

-Yo...- Natalia detuvo el coche - te ofrezco toda una vida a mi lado. Si quieres, claro.

-Nat, ¿es lo que estoy pensando?

-Sé que no es ni el lugar ni la manera de hacerlo, pero... te estoy preguntando si quieres casarte conmigo - Natalia sacó un anillo de compromiso de su bolsillo y se lo enseñó a Alba.

La morena no esperó una respuesta, ya que Alba unió sus labios al instante.

-Sí - susurró sobre sus labios - sí quiero casarme contigo.

-Gracias - le dió un último beso antes de ponerle el anillo y volver a poner el coche en marcha.

Quince minutos después, estaban aparcando delante de la lujosa villa de dos plantas que Lola se había encargado de encontrar al sur de la ciudad de Pamplona.

-Es preciosa - dijo Natalia, sacando las maletas del maletero.

-Tienes que ver dentro, es mucho más preciosa. Lola me envió las fotos ayer.

La casa era tal cual las vió Alba en las fotos. Era de tres habitaciones y dos baños, salón muy amplio, bien amueblado, una cocina muy bien equipada con otra mesa de comer en el centro.

Tenían un jardín muy grande y piscina.

-Nuestro hogar durante el próximo mes - dijo Natalia abrazando a Alba por detrás, después de haber dejado las cosas en la que sería su habitación.

-Sí.

-Por qué no empezamos a disfrutar de él, ¿eh?

-Nat, has regresado de viaje esta mañana, y has vuelto a hacer otro viaje de varias horas hasta aquí. ¿No estás cansada? - Natalia asintió con la cabeza.

-Sí, lo estoy. Pero me gustaría disfrutar antes de un buen chapuzón en la piscina. ¿Vienes conmigo?

-Después, amor.

-¿Estás...- le cogió por la cintura y empezó a besarle el cuello - segura?

«No, no lo estoy», se dijo Alba, pero quedarse retrasaría las cosas que ella tenía pensado hacer.

-Sí, amor.

-Vale. Voy a cambiarme...

En cuanto Alba se quedó sola en el salón, cogió el ordenador que había puesto ya sobre la mesa y empezó a mirar algo en Google.

-Nat, mi amor, tengo que salir.

-Pero, si no conoces Pamplona, ¿a dónde vas?

-Ya iré preguntado. Voy a buscar cervezas, no hay en la nevera.

-Espérame, voy contigo.

-No, no hace falta.

Natalia elevó una ceja. Alba estaba muy rara y nerviosa. Es cierto que en la nevera no había cervezas, pero podían ir juntas a comprarlas ya que Alba no conocía la ciudad.

Un Romance Casi PerfectoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora