A Natalia le gustó estar en casa de los Reche. Toda la familia le había acogido sin escrutinio, ni interrogatorios ni le habían juzgado.
Simplemente le habían aceptado tal y cómo era y le habían abierto los brazos y las puertas de la casa.
De hecho, la única razón por la que seguían ahí era porque la Rafi le prometió a la morena que se llevaría un buen trozo de su tarta de vainilla y nueces.
-Estás agotada, Albi.
Ella abrió los ojos de inmediato.
-¿Qué? Ah, sí. Creo que estoy lista para irme derechito a la cama.
La rubia intentó levantarse, pero era tal el cansancio que Natalia tuvo que poner la mano en su cintura para ayudarla. Para evitar que aquello fuera lejos, miró hacia arriba y... oh no.
Sobre sus cabezas había una rama de muérdago, de la cuál no se había fijado aún. Y como dice la tradición, cuando una pareja se encuentra bajo una rama de muérdago... hay que besarse.
-Ah - murmuró Alba que, aparentemente, también lo había visto -. Es muérdago.
Después de haberla visto trabajando como si no hubiera mañana en el festival, después de haber estado con sus padres, Natalia consideraba que Alba Reche era una mujer tradicional.
El cambio en la expresión de la rubia confirmó las sospechas de Natalia. Tenía los labios entreabiertos, pero ya no parecía dormida... En ese momento solo miraba los labios de la periodista.
Entonces, inclinando la cabeza, Natalia aprovechó y la besó, intentando borrar al mismo tiempo el beso que ella misma estropeó en el aparcamiento. El beso era suave, pero ferroz. Y cuanto más la besaba, más palpitaba su corazón.
-Ejem, ejem - oyeron a alguien aclararse la garganta. Era el padre de Alba.
-Señor Reche, le juro que no quería faltarle al respeto ni a usted, ni a su hija, ni a su familia ni a su casa.
El padre de la rubia las miraba con expresión divertida.
-El pastel, me ha dicho la Rafi que te lo dé - refiriéndose a Natalia - pero creo que vosotras estábais pensando en otro postre.
-¡Papá! - exclamó Alba.
En cuanto se fue de ahí el padre de Alba, Natalia soltó una carcajada.
-Y tú...- ¿qué le iba a decir? Las dos se echaron a reír.
***
-Tened cuidado en la carretera, chicas - se despidió la Rafi.
Natalia no podía mirarla, era difícil mirarla cuando se estaba imaginando a su hija desnuda.
-Queda una noche muy larga y seguro que la disfrutan - dijo irónico, Miguel, el padre de Alba -. Por cierto, chicas, primero lleguen a casa.
Natalia se puso nerviosa y se subió al coche.
-No te olvides de llamarme y comentarme lo que tú y yo ya sabemos.
-No te preocupes, Mini - Alba y su hermana se abrazaron y después la pequeña se encaminó a la casa tras sus padres.
En cuanto Alba estuvo dentro del coche miró a Natalia.
-La última vez que me besaste dijiste que fue un error. ¿Y ahora?
-El muérdago - contestó la periodista.
-No me digas - dijo Alba irónica.
En realidad, lo que realmente quería era seguir besándola. Pero Alba tenía razón. Si ellas querían estar juntas, tenían que hablar.
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Un Romance Casi Perfecto
Short StoryTodas las mañanas, Alba Reche necesitaba dos tazas de café más fuerte para enfrentarse a su trabajo de ejecutiva y, sobre todo, a su jefe, que resultaba ser su ex novio. Pero toda esa cafeína jamás conseguía quitarle el sueño, solo con pensar en su...