Capítulo 18

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Dedicada a Lulg05

— Es inútil —dijo Elizabeth—; jamás podrás dar por buenos a los dos, por más que lo intentes. Elige al que quieras, pero tendrás que contentarte con uno.

Orgullo y prejuicio, Jane Austen

Amaneció con un día soleado, pero gélido debido a la altitud en la que se encontraban. Los hombres y mujeres que lo habían acompañado hasta su hogar seguían durmiendo, disfrutando de los últimos segundos de paz que tendrían antes de que comenzasen las preocupaciones, las dudas y la misión que debían emprender. Con una taza de té caliente entre sus manos para aliviar su naturaleza de hada que sufría con cada helada. Se alejó un poco del campamento improvisado, sabiendo que no podría ser detectado. Necesitaba alejarse del hombre al que le había regalado cada una de sus primeras veces, al amor de su vida.

Se sentó en una roca y miró la vista que le daba aquel espacio de montaña. Era su mirador privado, el lugar desde el que podía ver el pueblo e imaginar que el mundo no había cambiado tanto y que sus amigos seguían a su lado. Ahora, Jihoon estaba de nuevo con él, pero Seokmin estaba atrapado, Joshua era un traidor y... Dio un trago a su té intentando que calentase su interior. Aún recordaba sus promesas: «Volveré, siempre volveré a tu lado», pero ¿A qué precio había sido?

Siempre se había considerado un hombre fuerte, pero esos años en soledad y luego el tener que cuidar a su hijo solo habían hecho mella en su espíritu. Sin embargo, lo peor había sido saber que habían perdido tanto... Había visto la sombra que cubría el rostro de Jihoon, la forma en la que su mandíbula se apretaba, y se preguntó cuándo había cambiado tanto. Soonyoung, ese hechicero joven e inteligente, era el único que lo traía de vuelta. Cada vez que le hablaba o se acercaba, el miedo y la tristeza parecían desvanecerse de su mirada. «No voy a dejar que les pase nada», se prometió a si mismo. Si el no podía recuperar el tiempo perdido por su cobardía o a Seungcheol, le daría todo el tiempo del mundo a su rey. «Soy un soldado de la corona y voy a demostrar que aún soy fuerte. Nadie les tocará un pelo, aunque tenga que morir en el intento».

Escuchó un ruido que hizo temblar sus orejas puntiagudas. Se levantó sin soltar la taza que tenía en la mano y dio un sorbo sin dejar de prestar atención a su lado. Cuando hubo detectado la fuente del sonido, lanzó la taza con todas sus fuerzas y la cubrió de tallos con espinas. Una ráfaga de viento la alejó de su trayectoria y una sombra se abalanzó sobre él. Sus brazos fuertes le rodearon por la espalda haciéndole sonreír con malicia antes de agarrarlos e inclinarse con rapidez. Su atacante cayó al suelo con un pequeño gruñido de dolor, pero no tardó en recuperarse y agarrarle de las piernas para lanzarlo contra el suelo. Se subió sobre el hada y lo incapacitó consiguiendo un bufido como respuesta.

— Sigues siendo rápido y no has perdido facultades —Dijo su atacante—. Pero nunca has podido conmigo.

— Ya veo que tú sigues siendo un engreído —Se quejó.

— No es mi culpa que sea el más guapo y fuerte —Le guiñó un ojo, se levantó y le ayudó a incorporarse.

Justo cuando lo iba a abrazar, un gruñido resonó entre los árboles. Jeonghan se recuperó rápido de la impresión y se interpuso entre el recién llegado y el lobo que enseñaba sus dientes dispuestos a atacar.

— Seungcheol, está bien, es un amigo —Dijo el hada con calma—. Estoy bien, solo estábamos jugando y saludándonos ¿Puedes por favor ser un perrito bueno y no gruñir a nuestros invitados?

El lobo dejó de gruñir, pero no perdió el tiempo y se rozó contra Jeonghan para marcarle con su olor. Tenía la necesidad de marcarle, de alejar de él la esencia de otra persona. Como humano todo era complicado, pero como lobo sabía que no podía dejar al hada sola, que era importante para él y que tenía que cuidarla para que no quisiese dejarle de nuevo. Su alma lloraba por él cada noche y aullaba a la luna tratando de encontrarle, pero no podía comprender quién era o por qué era tan importante. Siendo humano trataba de alejarse, pero siendo lobo... Su instinto tenía el control.

La leyenda del clan Lee I. Sangre y hechizos - SoonhoonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora