Capítulo 6

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Al principio, el señor Darcy apenas había reconocido que Elizabeth era linda; la había mirado sin admiración en el baile; y cuando volvieron a verse, solo la había mirado para criticarla. Pero en cuanto hubo dejado claro ante sí mismo y sus amigos que la muchacha apenas tenía un buen rasco en la cara, empezó a darse cuenta de que la hermosa expresión de sus ojos oscuros aportaba a su rostro una inteligencia fuera de lo común.

Orgullo y Prejuicio — Jane Austen

Lo último que le apetecía a Jihoon aquella tarde era convertirse en el guardián de una feliz y joven pareja, pero, si algo le caracterizaba, era su lealtad. No abandonaría a su amigo y al hijo de los Kwon a merced de las bestias mientras trataban de conocerse. Si debía cabalgar durante horas mientras ellos hablaban, merecería la pena para ver la felicidad de Seokmin. Sin embargo, había algo con lo que no contaba. Su plan había sido camuflarse en las sombras, iría mucho más rápido que a caballo y no sería visto, pero el señor Kwon había decidido que no dejaría solo a su hijo y el mayor se había convertido en su carabina. Había estado a punto de negarse, pero ¿Cómo iba a dejar la protección de la pareja en manos de un hechicero empático y que a penas conocía el mundo real? Además, era hombre de palabra.

Así fue como acabó cabalgando en dirección al bosque con la compañía silenciosa de Soonyoung. El muchacho no dejaba de mirar a su alrededor, alerta, algo que debía reconocer como digno de admirar. Mientras Seokmin y Chan hablaban sobre la naturaleza a su alrededor en una cariñosa competición para ver quien reconocía más plantas, se vio defraudado por la falta de conversación entre el mayor de los Kwon y él. Sabía que si hablaba, podría volver a ofender al joven y podría ser contraproducente para el ambiente. Nadie quería estar en una cita en las que sus carabinas acababan peleándose. Al menos, a él no le gustaría verse en vuelto en una discusión cuando estaba tratando de acercarse a alguien románticamente. Observó por el rabillo del ojo a Soonyoung y suspiró. Debía tratar de llevarse bien con él ahora que sus caminos se iban a cruzar más a menudo, al menos, hasta que se asegurase de que su amigo estaría bien.

— He oido en el pueblo que mañana lloverá ¿Suele llover a menudo en Rainer? —El joven Kwon lo miró entrecerrando los ojos y supo en seguida que no había sido el tema de conversación más acertado. ¿En qué estaba pensando para recurrir al tiempo?

— Solemos tener épocas fuertes de lluvia —Comentó como si nada, siendo lo más educado posible—. En esas fechas, los marineros tienden a quedarse en sus casas y las cosechas no crecen tan rápido. Es un problema para el pueblo, pero no podemos luchar contra el tiempo ni contra los impuestos que suben siempre en esas fechas.

— ¿Aumentan los impuestos cuando eso ocurre? —Frunció el ceño. Parecía que no podía imaginarse algo así y Soonyoung pensó: «Ingenuo».

— Vosotros, los ricos, no debéis sufrir con las subidas de impuestos, a penas las pagáis, pero yo he visto cómo se llevan familias enteras cuando llega la lluvia —Le contó con retintín. Una vez más, perdía los estribos cuando se trataba de Jihoon. Por suerte, no parecía enfadarse con él cuando eso ocurría y no había peligro sobre su familia—. No creo que puedas imaginarte alguna vez lo que es el nuevo régimen y tener miedo de lo que digas o hagas constantemente. No puedes dejar de mirar sobre tu hombro y preguntarte cuando será el día en el que te lleven a la cantera o la purga —Adelantó un poco el caballo, pensando que así conseguiría perderlo de vista, pero no lo logró y rápidamente sus pasos se volvieron a igualar.

— No deberías dar por hecho que mi vida es fácil —Sentenció con cierto enfado y por un segundo apreció un brillo rojizo en su mirada, pero debió habérselo imaginado—. Sé lo que se siente cuando no puedes dejar de estar alerta y tienes que vigilar lo que dices o haces. Sé lo que es no poder dormir por la noche porque las pesadillas no te dejan respirar. Sé lo que es temer constantemente que puedan arrebatarte la única familia que tienes, así que no me des tu discurso de "pobre de mi que soy de clase baja" —Espetó con fuerza, sin preocuparse por Seokmin y Chan que seguían delante y podían escucharles si alzaban demasiado la voz.

La leyenda del clan Lee I. Sangre y hechizos - SoonhoonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora