Capítulo 20

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— Esto es un desfile que sirve para una cosa, por lo menos: ¡para dar mucha elegancia a la desgracia!

Orgullo y prejuicio, Jane Austen

Seungcheol y su equipo entraron en las canteras con todo el sigilo que les permitían sus armas y el poco entrenamiento que tenían para misiones como aquella. Eran pocos, la mayoría se había ido con el equipo de Mingyu que estaba a la espera de una señal para entrar y hacer que todo comenzase a explotar. Aunque tenían un plan de emergencia, al haber ido por su cuenta sin esperar ningún tipo de aviso, tenía a todos inquietos. ¿Qué iban a encontrarse? ¿En qué tipo de problemas se habían metido Jihoon y Soonyoung? ¿Estarían llegando a tiempo?

— Quiero que mantengáis la calma. Pase lo que pase, lo importante es salir de aquí. No hagáis ninguna locura —Comunicó Seungcheol antes de alcanzar un claro completamente desierto.

Máquinas que no había visto nunca habían sido dejadas de cualquier manera. Había carretas tiradas y los rastros de personas que habían estado trabajando antes de desaparecer por completo. El aire se había vuelto denso y todo su cuerpo se tensó, la señal de que había un peligro a punto de aparecer. No podía ser normal que se hubiesen marchado todos. Un buen soldado habría dejado a los hombres trabajando, sabiendo que su trampa funcionaria. Esto debía ser algo más, pero ¿Qué?

El suelo comenzó a vibrar y le hizo una señal a sus compañeros para que se pusiesen en posición. También movió su mano para hacerle saber al hechicero que debía mandar el mensaje que Mingyu esperaba. Sus instintos gritaban que el peligro estaba cada vez más cerca. Las piedras continuaban retumbando, pero no era el mismo sonido de alguien con poderes suficientes para mover la tierra o de un terremoto. Aquello sonaba como pisadas.

— Ay mi madre —Susurró el hechicero que se había colocado a su espalda justa al mismo tiempo que una gran mole de roca y piedra que parecía estar unida por lava aparecía en su campo de visión—. Cuando dije que quería un poco de emoción, me habría conformado con un par de soldados.

— Tendremos que conformarnos —Le devolvió la broma tratando de relajar sus músculos para la batalla—. Jeonghan, tú y Judy id a buscar a Soonyoung y Jihoon, los demás, conmigo, hoy tenemos piedra en el menú.

El hada le miró con preocupación durante unos segundos, pero no perdió el tiempo. Le hizo un gesto a Judy con la mano y la vampiresa se colocó a su lado. Eran los miembros más sigilosos de aquel equipo y podrían pasar desapercibidos mientras comenzaba la refriega. Solo rezaba porque Mingyu llegase a tiempo con los refuerzos suficientes para enfrentarse a aquella cosa. ¿Había sido un invento del rey o Joshua seguía mejorando con sus poderes cada vez más?

Seungcheol vio por el rabillo del ojo como se separaban del grupo para marcharse y suspiró. Tenía que confiar en que las historias que le habían contado fuesen reales. Al menos podía centrarse en aquel ser abominable antes de pensar en los riesgos a los que podría enfrentarse Jeonghan solo. Se masajeó los hombros y desenvainó su espada sintiendo como el resto se colocaba en sus posiciones de combate. La habitación se cargó de energía en cuanto el hechicero dejó que su magia se deslizase, listo para luchar.

— Recordad, mente fría y nada de locuras. Os quiero ver enteros —Hizo un gesto con la mano libre y todos a una corrieron hacia la criatura.

Las espadas se clavaban en la piedra sin hacer daño alguno y sus movimientos eran tan lentos en comparación que más de una vez estuvieron a punto de ser aplastados. Lo único que parecía estar deteniéndole era el poder de su hechicero que sonreía mientras hacía que el agua a su alrededor formase una espiral que impactó con fuerza en el monstruo. Lo debilitó, pero no lo derrotó, lo que hizo que tuviesen que enfrentarse a movimientos más frenéticos.

La leyenda del clan Lee I. Sangre y hechizos - SoonhoonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora