Capítulo 18

4.4K 403 133
                                    

LIAM

Me encontraba molesto, pero intenté actuar con preocupación.

—Te había dicho que era poco probable que se colocará una demanda contra ella—comenzó a decir Andrés cuando entramos a mi despacho.

—No entiendo porque no pusiste una demanda sobre abandono de hogar. Eso incluso hubiera sido algo.

—No han pasado ni un día, Liam. Aunque quisiera, no se podría.

Dejando el saco sobre la silla, me arremangué las mangas de mi camisa mientras le decía:

—Te había dicho que Delyla es un peligro para mi hija. ¿Acaso eso tampoco cuenta? — pregunté mientras me colocaba en la silla de mi despacho, y esperé la respuesta del inservible de Andrés.

Andrés solo me observó.

—Te había dicho que no se podía hacer nada sin una prueba física. Perdón por lo que te diré, pero esas pruebas valen más que opiniones de tus amigos.

Lo miré con frialdad.

—Son confiables.

—Puede ser para ti, pero no para otros. ¿Acaso no escuchaste lo que te dijeron o tengo que recordártelo de nuevo?

Claro que recordaba lo que me habían dicho. Los de la comisaría pensaba que había sido una riña conyugal, y que tal vez mi esposa solo se encontraba molesta, y en la noche regresaba con mi hija a salvo.

Sin embargo, lo que más me enervó de la situación era lo que habían supuesto.

—Esos idiotas no saben nada. Prácticamente me acusaron de hacerle algo a mi esposa —miré a Andrés a los ojos, y continué—. Sabes que no haría eso. La amo.

—Lo entiendo, Liam, pero no se puede hacer nada. Tendremos que esperar, e intentar localizar a tu esposa. Esperemos que solo sea un malentendido, y no haya intentado llevarse a quien sabe dónde.

Pero no era un malentendido. Sabía eso.

Delyla había estado actuando extraña desde hace tiempo. No me había detenido a mirarla más de lo necesario. Era una molestia tener que soportar sus quejas constantes. Sin embargo, cuando me había soltado la mierda del divorcio, no le creí. Incluso pensé que el amante no existía. Que solo buscaba hacerme reaccionar para que seamos como antes. Pero no había sido así, ahora veía que había decidido llevarse a Sofía para vivir su vida con el otro.

Si será cínica la hija de puta.

Estaba por decirle a Andrés sobres mis afirmaciones de la infidelidad de Delyla, cuando escuché que tocaban la puerta de mi despacho, y tuve que detenerme de decir algo más sobre el tema.

En un segundo, una sonrisa se instaló en mi rostro por saber quién tocaba.

—Adelante, Reyna—al segundo de dar mi permiso, el cuerpo curvilíneo de Reyna apareció sobre el umbral de mi puerta.

Esa sonrisa coqueta de mi secretaria, me hizo querer mandar al carajo a Andrés y tomarla justo aquí. ¿Se habría arrepentido y ahora deseaba regresar?

—Perdón, señor Jarres, le traigo una notificación—no me pasó desapercibido el tono lascivo, ni la forma en que ella me veía. Era evidente que el enojo se le había pasado, y había decidido que deseaba continuar nuestra relación.

—Por supuesto—ella no especifico nada de que trataba la notificación, solo entró y mientras lo hacía, continuó mirándome de esa manera que me excitaba.

Con esa sonrisa, me di cuenta que se había retorno de lo nuestro, y lo de conversación de ayer, quedaba en el olvido. Eso me complacía mucho.

—Aquí tiene…—al tenderme el sobre, su dedo acarició mi mano.

Moralmente Incorrecto(+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora