Capítulo 28

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TADEO


Habían pasado dos semanas desde la discusión que había tenido con mi madre y aunque ella no llamó, ni cambio su parecer sobre mis decisiones. La verdad es que yo tampoco le llamé. Sabía que hacerlo por el mero hecho de ser mi madre, iba a verse como si le diera la razón sobre Delyla, y eso estaba lejos de ser cierto.

Así que ambas partes estábamos en estado de mutismo.

Sin embargo, aunque mi madre no se movió. El mundo a nuestro alrededor si lo hizo. El abogado estuvo moviéndose para seguir con el proceso legal del divorcio, y aunque había creído que Liam iba a ponerse más difícil por el lugar donde estaba. La verdad es que sucedió todo lo contrario. Según el abogado, simplemente Liam había leído el acta y había firmado el divorcio. No discutió, ni nos mencionó. Solo firmó.

En palabras de Hernán, Liam parecía derrotado.

Él imaginaba que por eso había firmado los papeles del divorcio. Así que sin poner objeciones o decir más, el abogado simplemente tomó los papeles e hizo los trámites correspondientes.

Al ver que el abogado le notificaba las noticias a Delyla, pude observar cómo se relajaba de una forma inexplicable. Era como si dejará ir un peso que tenía encima desde hace mucho tiempo y yo realmente la comprendí completamente. La sonrisa que me lanzó después de irse el abogado fue de absoluta alegría.

No pude evitarlo, le correspondí.

En los días posteriores a la firma del divorcio y con los acuerdos establecidos en los documentos, Delyla se podía quedar con la casa en que había vivido durante su matrimonio con Liam. Sin embargo, por los malos tiempos en que había pasado en ese lugar, decidió que lo mejor era alquilarla. Al paso de dos días, una familia grande había adquirido la casa por seis meses.

Con una sonrisa triste, Delyla había dicho que, aunque ella tenía malos recuerdos en esa casa, su hija no los tenía. Y esa casa iba a ser suya al cumplir la mayoría de edad. Al terminó de decirme sus planes, ella me había mirado pidiendo mi opinión.

Abrazándola, le había dicho la verdad:

—Es tu casa, puedes hacer lo que quieres con ella.

Y realmente era cierto, pero me había dado cuenta de que deseaba más cosas. Tenía algunos planes que deseaba realizar, el primero se cumplió cuando le llamaron de una empresa y se le informó que había sido contratada para trabajar como secretaria.

Su alegría me había hecho feliz.

Mi mujer estaba teniendo todo lo que deseaba y yo estaba ahí para verlo. Conforme la idea de ser independiente se le afianzo en su mente, empezó a hacer planes en nuestro futuro y yo nada más pude verla mientras estaba sentado con Sofía. Mi pequeña había estado distraída viendo a sus princesas en la televisión que no se había dado cuenta cuando su madre casi se cae por hacer un baile de victoria por su nuevo trabajo.

Mi risa hizo que recibiera miradas furiosas.

En ese momento de completa felicidad, recordé al amigo de Delyla.

Sabía que a veces lo extrañaba, así que antes de pensarlo realmente, recordé que mi amigo había dicho sobre una fiesta navideña que pensaba ir con su novia a ese club de natación. Sin pensarlo mucho, les había dicho que deseaba ir a un lugar y que debíamos irnos rápido antes de que se nos hiciera tarde.

Ambas se encontraban confundidas, pero terminaron por emocionarse.

Al estar en el interior del coche había sido bombardeado con preguntas sobre donde iríamos, pero mi fuerza de voluntad había sido mayor y no dije nada.

Moralmente Incorrecto(+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora