Capítulo 30

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DELYLA


El cambio de Liam me sorprendió.

Y como le prometí, acompañamos a Sofía a todas las visitas que le hacía.

Mientras Tadeo estaba afuera esperando en el coche, yo permanecía en guardia dentro de ese lugar que estaba yendo de personas que esperaban tener un tiempo con los presos que visitaban.

La madre de Tadeo dio su brazo a torcer y escuchó la historia de lo que realmente pasó, pero no en boca de nosotros sino del mismo Liam. Por parte de Tadeo, él se encontraba aun herido de las palabras de su madre hacía mí.

Hubo una llamada, pero nada más.

Ese vínculo que habían tenido Tadeo y su madre se encontraba dañado. Quería saber lo que iba a suceder, pero no tenía una bola mágica que te dijera esas cosas. Así que pasó el tiempo, poco a poco.

Y un día, me enteré.

Estaba embarazada.

La preocupación de mi retraso no había sido alarmante porque me protegía, pero como era bien sabido, no todos los anticonceptivos eran del todo seguro contra el embarazo.

Cuando se lo comuniqué a Tadeo, su rostro estaba tan lleno de felicidad.

—¡Te amo, te amo, te amo!—gritó mientras me cargaba para besarme, y tan pronto me dejó en el piso me guío a la cama para tocar la poca prominencia. Pero no eso no desanimó, al contrario, su felicidad era enorme que me besó múltiples de veces en el lugar donde se resguardaba nuestro bebé—. Seré el mejor padre que puedas tener, bebé.

Las lagrimas aparecieron porque le creía. Absolutamente le creía.

—¿Entonces estás feliz?—pregunté mientras sollozaba de felicidad.

Fue cuando vi sus lagrimas y con una sonrisa grande asintió:

—Inmesamente. No tienes idea de lo mucho que significa esto.

Oh, pero se equivocaba, si sabía lo mucho que significaba esto para él.

En una de las visitas de Liam, él había insistido en hablar conmigo y me confesó las veces que Tadeo le había pedido que me hiciera feliz. Lo mucho que suplicó para que no me dañará. Pero que en su odio hacía su Tadeo, solo se había burlado de él.

Fue cuando comprendí la magnitud del amor de Tadeo.

Siempre me había amado, y siempre lo iba hacer.

Con un sollozo de felicidad, le susurré al hombre que lloraba de amor enfrente de mí:

—Te amo tanto, Tadeo.

Nuestras lagrimas se mezclaron en una sola y mi amor por él, se incrementó mucho más.

(...)

Con la nueva noticia, la conversación de mi hija se tuvo que dar, y cuando le explicamos con detalles en general de mi relación con su tío y el bebé que esperaba, lo único que preguntó nos sorprendió:

—¿Eso quiere decir que mi tío será mi otro papá? —su pregunta no era maliciosa, más bien se encontraba confundida de cómo llamarlo.

—Sí, quieres llamarme así, no hay problema, pequeña.

Nos miró y parecía triste.

—¿Crees que papá se enoje si te digo papá?

Tadeo no sabía que decir, y, a decir verdad, yo tampoco.

—Puedes preguntarle. Pero si no quieres disgustarlo, solo llámame tío—sonrió Tadeo mientras la abrazaba y la sentaba en su regazo—. Como me llames no cambiará el hecho que te quiero mucho, pequeña.

Moralmente Incorrecto(+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora