Capitulo 20

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Los días junto a Liam han sido perfectos, el trabaja desde casa y yo programé las instalaciones del programa para cuando ya estuviera finalizando el segundo trimestre de mi embarazo

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Los días junto a Liam han sido perfectos, el trabaja desde casa y yo programé las instalaciones del programa para cuando ya estuviera finalizando el segundo trimestre de mi embarazo.

Es increíble como cada momento juntos me hace olvidar cada día más a Nate, ya ni siquiera lo extraño o lo pienso, mi mente se mantiene ocupada de aquellos ojos de esmeralda que me roban la cordura y me llenan de felicidad.

¿Qué siento por Liam? No tengo idea

Pero cada momento junto a él no me permite pensar en nada ni nadie que no sea Liam, me siento querida, valorada, me siento especial y eso solo hace que mi corazón vibre por él.

Me asusta tanto…

Me da miedo enamorarme aunque se que inevitablemente va a suceder, es que
¿Qué mujer no podría enamorarse de Liam?

Imposible no hacerlo…

Y más cuando me cuida de la forma en que lo hace, más cuando me trata como me trata y aún más con lo que me hace sentir cada vez que me toca.

Una parte de mi me dice que lo haga, que el lo vale, que el es diferente, pero otra parte me dice que no debo darle ese poder a nadie de nuevo, me dice que no debo permitirle a nadie herirme, esta guerra interna me deja agotada mentalmente por qué también una me dice que estoy apresurándome a hacer todo lo que hago con Liam, pero la otra parte me dice que es el tiempo ideal, que todo se ha dado así por qué él es el indicado.

Ayer completé mi primer trimestre, hoy tengo cita de control prenatal con la doctora y me encuentro en la sala de espera, junto a Liam que nunca me abandona, esperando mi llamado.

Noto como las demás mujeres en la sala de espera, las recepcionistas e incluso las enfermeras y doctoras que pasan lo miran o mejor dicho lo admiran ¿Cómo lo sé? Simple, pasan por su lado y lo saludan exclusivamente a el, incluso le han preguntado seis veces si se le ofrece algo, el responde con una preciosa sonrisa y declina cada oferta cuando me pregunta a mi si deseo algo y yo niego, cuando el se gira a preguntarme noto como disimulan su cara de fastidio y siento un ardor en mi estómago que no es precisamente gastritis, es una sensación que sólo una vez sentí.

Celos…

La diferencia es que no deseo matar a Liam, si no que deseo tatuarle en la frente “propiedad de Ana Lucia Luna Montero, si lo tocas, mueres” ¡Jodida vida! Nunca he sido posesiva pero con Liam tengo la impetuosa necesidad de marcar territorio.

Y es que a pesar de que Nate llamaba casi la misma atención que Liam, nunca sentí la necesidad de ser posesiva, los celos solo se hicieron presente cuando aquella rubia me dijo que esperaba un hijo con él.

—Ana Lucia y Liam, pueden pasar —nos llama la doctora desde la puerta de su consultorio sacándome de mis pensamientos.

Rápidamente ingresamos tomados de la mano al consultorio iniciando el control de rutina, la doctora después de finalizar con las preguntas de rutina me pide subirme a la balanza para saber mi peso, seguido me hace recostarme en la camilla, me toma la presión, descubre mi vientre que ya se empieza a abultar y con un metro mide mi vientre, apunta todo en mi historia clínica.

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