Capítulo 1

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Hoy veintiuno de enero se cumplen tres años desde que me tocó decirle adiós para siempre al amor de mi vida, mi esposa, mi amada Emma

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Hoy veintiuno de enero se cumplen tres años desde que me tocó decirle adiós para siempre al amor de mi vida, mi esposa, mi amada Emma. Parece que fue ayer que la vi por primera vez como algo más que mi mejor amiga, con su hermoso cabello rubio, su piel blanca de porcelana, sus mejillas, labios rosados, la sonrisa más hermosa y tierna que había visto en mi vida, con sus ojos azul cielo que me miraban siempre llenos de amor, junto con su ternura y alegría me enamoraron tan perdidamente, que pese a que fue un matrimonio primeramente por conveniencia, me enamore de la manera más profunda.


Además de que ella fue mi mejor amiga desde la escuela.

 
Compartimos juntos los tres años más hermosos de mi vida, hasta que un día como hoy, hace tres años atrás, recibí esa llamada que rompió mi felicidad, esa cruel llamada en la que me decían que mi esposa había tenido un accidente en su auto y no sobrevivió al impacto, ella murió al instante y para completar,los médicos me informaron que tenia doce semanas de embarazo y que era imposible salvar nuestro bebé.

Nuestro bebé, del que yo no sabía que existía
 

Eso me destruyó tanto, que lo único que he hecho es trabajar como loco intentando ser fuerte, pero cada veintiuno de cada mes, sencillamente no puedo, cada veintiuno recuerdo que se cumple un mes más de haberlos perdido y hoy es peor, hoy es el tercer aniversario sin ella y cada día me siento más solo, he intentado retomar mi vida y darme otra oportunidad, pero ninguna mujer ha podido si quiera provocar un poco de lo que me provocaba mi esposa. Ninguna ha captado mi interés más allá de alguna noche ocasional, pero después del sexo, nada más sucede, lo único que recuerdo sentir después de un encuentro ocasional, es autodesprecio de haber ensuciado la memoria de mi esposa. 

 
Hoy aquí en el mismo bar de siempre, bebo un nuevo trago de whisky recordandola, mientras observo el lugar que pese a que siempre vengo nunca me había tomado el tiempo de detallar. Es un lindo lugar, muy texano por así decirlo, todo el lugar está hecho en madera, piso, paredes, techo, sillas, mesas y barra, es grande y el lugar tiene varios focos pequeños repartidos por todo el lugar lo cual hace que el bar sea muy iluminado, a pesar de ser estilo texano se ve elegante, sirven buen licor y ponen música variada, pero como es un bar todas sus canciones son realmente deprimentes y aquí es donde cada veintiuno me emborracho hasta que mi mejor amigo Joseph me saca casi inconsciente y me lleva a casa.
 

— Otro — le pido al cantinero que está detrás de la barra, el asiente.
 

— Aquí tiene, caballero — dice al poner un nuevo trago de whisky, la verdad, no sé cuántos he bebido, sólo sé que dejé de contarlos hace mucho rato.

 
Llevo un buen tiempo aquí ahogándome en el licor y la miseria, me veo tan deprimente que ninguna mujer se me ha acercado a coquetear como siempre que vengo, solo una mujer que me ve hace rato desde un extremo de la barra pero no se acerca «así de miserable me debo ver» y no es por presumir, pero nunca tuve problemas al buscar una mujer, ellas sólo llegaban a mi sin yo hacer absolutamente nada, en la universidad fue un éxito hasta que me case, pero igual desde que mi preciosa Emma falleció, no he podido ver ninguna otra mujer con otros ojos y menos con ojos de amor. 

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