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(t/n) llevaba dos días vagando por la ciudad, el combustible de la motocicleta se agotaba poco a poco. Dos días eternos sin comunicarse con su familia, sin ver más que calles solitarias donde a veces asomaba un cuerpo. Su nariz estaba algo tapada por alguna alergia. Y para colmo de males el deprimente cielo gris estaba encapotado. Llovería.

Un retorcijón en su estómago la convenció de la necesidad de detenerse. Entró a una zapatería desocupada cuyas puertas serían fáciles de cerrar. Revisó dos veces la trastienda y la zona de atención al público antes de encerrarse a comer los últimos dulces de su bolsa. Sin éxito trató de llamar a casa. No funcionó, las líneas estaban saturadas otra vez. Apagó el dispositivo antes de sentarse a pensar.

Cuando salió de la embajada esa mañana brillante, su celular vibró con la llamada de un amigo desesperado por ayuda. No dudó en desviarse al departamento del chico sólo para hallar su cuerpo agonizado en el frío suelo.

 Por favor, (t/n).

La súplica congeló su cuerpo tembloroso.

Acarició la mejilla mal afeitada, cuidando de no tocar la sangre en su frente. Puso el cuchillo en el cuello del chico que había compartido tantas horas de clase con ella y por primera vez, quitó una vida.

Esperó a que dejara de respirar para salir corriendo.

Subió a la motocicleta rápidamente, buscó en dos o tres lugares con la esperanza de hallar a alguno de sus conocidos vivo. Fue en vano.

Suspirando, dejó de pensar en sus desafortunados amigos al tocar los papeles en su chaqueta, cartas que los niños pusieron en su ropa sin que se percatase.


Querida (t/n):

Muchas gracias por salvarnos. Estoy muy feliz de haberte conocido. Tenía mucho miedo de que a Peter le pasara algo igual que a Arthur y quedarme sola. Por favor, cuídate mucho. Ojalá volvamos a vernos.

Wendy.


Estaba escrita en papel rosa perfumado. Wendy tenía una caligrafía preciosa, de la clase que tomaba años aprender. La otra carta era menos pulcra, venía en un sobre lleno de pegatinas de cohetes.


(t/n), te quiero mucho. Gracias por salvarnos. Mis papás dijeron que tal vez Arthur no vuelva, pero yo creo que está afuera porque si no lo habríamos visto cuando íbamos en el auto. Sólo quiero pedirte que si lo ves le digas que estamos bien, que lo quiero mucho y que estoy muy feliz de que esté bien. Ojalá que tu familia también esté bien y que puedas visitarnos cuando todo pase. Peter.


El sobre traía también la foto de un chico con un nombre escrito al reverso. Arthur. Cada vez que (t/n) tenía un rato libre se entretenía mirándola, los enormes ojos verdes parecían querer decirle algo.

Mirarla hacía que se sintiera un poco menos sola.

Era estúpido. ¿Por qué le importaría la soledad? Siempre había estado sola, y por como iban las cosas era mejor mantenerse lejos de otros. Además, nadie le aseguraba que el chico no fuese el idiota pomposo que Seamus mencionó cuando creía que nadie lo escuchaba.

Una serie de bostezos salió de su boca. Intentó controlarlos, pero el cansancio la obligó a buscar un sitio menos incómodo. Se aseguró de que las salidas estaban bien cerradas antes de dormirse en el frío suelo.

ᴅ ᴇ ᴠ ᴀ ꜱ ᴛ ᴀ ᴄ ɪ ᴏ ɴ - ʜ ᴇ ᴛ ᴀ ʟ ɪ ᴀDonde viven las historias. Descúbrelo ahora