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Despertar temprano no fue problema para (t/n), la noche anterior había dormido como un bebé después de comer hasta hartarse. A cada mordisco de chocolate, escuchaba un poco de los demás chicos, lo que le permitía imaginar sus vidas antes de la crisis. Roderich era músico de la orquesta filarmónica de Viena. También componía música para películas y documentales. Elizabeta era su secretaria, lo que explicaba que hiciera todo por él.

—  (t/n), ¿podrías darme el café? Quisiera llevárselo a Roderich — dijo mientras empacaba la comida restante.

Al oírla, Gilbert arrojó la lata hasta la caja de cartón con puntería perfecta. Había servido en el cuerpo de defensa terrestre alemán, mientras que Ludwig estaba a punto de graduarse como ingeniero mecánico. Sólo faltaba que diera sus exámenes finales, así que técnicamente lo era.

—  Oye, dejé las bolsas de basura en el bolso gris — indicó al albino, notando que él y su hermano juntaban la basura en un ordenado montón. Era una tontería, aunque ella también estaba acostumbrada a tirar sus deshechos en un basurero.

Los ojos de Vash no se despegaban de las armas, ni siquiera cuando la chica le daba el disolvente o paños para limpiarlas. Parecía obsesionado contando la munición disponible, como si calculara las cantidades necesarias para defenderlos. Recordó que le había dicho que los chicos iban a un pueblo que estaba a poca distancia. 

—  ¿Por qué tan amable, Vash? ¿Te gusta Elizabeta? — preguntó con ganas de molestarle. Su amigo se puso rojo y prefirió ignorarla. Pese a todo, le sorprendía gratamente que (t/n) estuviera de buen humor como para hacerle bromas. Era como si la habitación de pronto se iluminara.

—  ¿Por qué sonríes tanto?

—  ¿Yo...? Porque tengo ganas, creo. Subamos las cosas, ¿sí? Debe ser muy tarde.

Vash sacó un pequeño reloj de su bolsillo, uno muy viejo cuya correa de cuero estaba completamente parchada. (t/n) dudó que pudiera sacar algo en claro de aquel aparato.

—  Bueno, podrá ser viejo como... olvídalo, no sé hacer metáforas — contestó mostrándole la hora — . Lo importante es que funciona. Son las doce en punto.

El automóvil no era demasiado grande, pero se las arreglaron. (t/n) conducía con Vash de copiloto mientras que demás se apretaban en el asiento trasero.

—  Gilbert, no me toques ahí.

—  ¿Por qué, te gusta?

—  ¡No lo molestes!

—  ¡Ya cállense, o los dejaremos acá!

—  Por favor, Gilbert.

Bruder... (hermano)

Todos se quedaron en silencio hasta que Gilbert volvió a abrir la boca.

— ...entonces ese idiota se enfadó porque según él yo hablaba en doble sentido y le dije "por qué no vienes y me lo pruebas, tonto". Salió corriendo como el cobarde que era. Oye (t/n), ¿puedo conducir? No vamos a llegar nunca.

—  Pregúntale a Vash.

—  ¿Vash, puedo?

—  No.

— Ay, que pesado. 

Era la clase de persona que hacía que el tiempo pasara rápido, sin forzar a los otros a hablar: las respuestas salían naturalmente de sus bocas. Para bien o para mal.

— ...entonces soy... como cuando eres bisexual, pero con tus manos. No sé si me entienden.

—  ¿Ambidiestro? — rió (t/n) tras comprender lo que quería decir. A diferencia de Vash, Gilbert le parecía divertidísimo. 

ᴅ ᴇ ᴠ ᴀ ꜱ ᴛ ᴀ ᴄ ɪ ᴏ ɴ - ʜ ᴇ ᴛ ᴀ ʟ ɪ ᴀDonde viven las historias. Descúbrelo ahora