13

149 17 117
                                    

Pese a que el invierno estaba por llegar, un día hermoso les esperaba. Los rayos de sol que atravesaban los vidrios parecían un buen augurio. El encanto desapareció cuando Vash arrugó la nariz.

— Aquí apesta — sentenció mirando por la ventana.

(t/n) quiso decirle que no fuera descortés, aunque al acercársele comprendió. Vio un camión de basura cargado hasta el borde de bolsas enormes.

— ¿Qué son?

— Muertos. Hubo un brote en el hospital antes de que llegaran, pero murieron solos. Los llevan a los crematorios — explicó la dueña de casa.

Indicó una serie de construcciones de vidrio rojo.

Poco después se encerró en su cuarto, mirando a Vash con temor. Nadie se dio cuenta, discutían quién sería el primero en ducharse con agua caliente. (t/n) aceptó cuando le propusieron que fuera primero pensando que todos eran muy dulces.

Al terminar secó su cabello en el salón: como tomaba tanto tiempo, le parecía mejor dejar el cuarto de baño a los chicos. Ya habían pasado tres o cuatro cuando por fin terminó.

— ¿Quieres que te peine? — ofreció Lily.

— ¿Dónde está Vash? — preguntó al notar su ausencia.

— Acaba de entrar al baño — indicó la puerta que se cerraba.

(t/n) cerró los ojos hasta que su pelo estuvo perfectamente arreglado. Caminó en dirección al cuarto donde habían dormido para ordenar sus cosas. Yodo. Linternas solares con cargador USB. Kit de enfermería. Pastillas para la ansiedad. Que raro, hace días no las tomo. La radio de los chicos, debo devolverla. Comida enlatada, seis latas para emergencias. Baterías. Cuchillos. Herramientas. Patillas de lejía. Ropa. Compresas. Tapones de oídos. Papel higiénico, sólo quedan dos rollos completos. Debería conseguir más...

De pronto, sintió el deseo de salir a investigar la ciudad.

— ¿A dónde vas? — preguntó Lily mientras giraba el picaporte de la puerta de la calle.

— Voy a salir. Quiero ver qué pasa afuera.

— Voy contigo.

— No es necesario.

— (t/n)...

— Estaré bien. Vash se moriría si no te ve — acarició la cabeza rubia antes de irse —. Llevo identificación, celular, pistola y dinero. No pasará nada.

— ¿Segura?

— Segura. Traeré algo lindo.

No quería llevarse el auto a través de las estrechas calles, era más fácil caminar en línea recta. Un autobús apareció a los pocos minutos. Estiró la mano para preguntar al conductor si el transporte público funcionaba normalmente.

— Hasta las siete. Sólo aceptamos efectivo — tras el intercambio (t/n) entregó un billete, recibió el cambio y se sentó. Una anciana se acomodó junto a ella poco después y le dijo qué autobuses podía tomar para volver a la calle de los crematorios.

— Todos sirven, chica. Aunque te pierdas siempre terminarás en esta calle, es la principal.

Quince minutos después bajó en un centro comercial que, para su sorpresa, estaba abierto y lleno de gente. Las personas caminaban por la calle como si nada pasara. Parecía que todo estaba bajo control, aunque los guardias llevaban armas visibles. Varios policías rondaban la zona.

Todo este tiempo con los chicos y aún no sé si es un rifle o una escopeta, se reprochó. Recorrió los pisos hasta llegar al cuarto, el último. Casi no tenía tiendas, sólo quioscos de comida artesanal y áreas de descanso.

ᴅ ᴇ ᴠ ᴀ ꜱ ᴛ ᴀ ᴄ ɪ ᴏ ɴ - ʜ ᴇ ᴛ ᴀ ʟ ɪ ᴀDonde viven las historias. Descúbrelo ahora