Prólogo

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Siempre deseé ser libre. Diablos, lo necesitaba. Después de todo, la libertad es algo indispensable para cualquier ser humano. Es algo que buscamos siempre desde pequeños, incluso cuando nunca la hemos experimentado.

Yo nunca tuve libertad. Aún cuando tenía una buena vida, la libertad no fue parte de ella. Sin embargo, hasta ese momento no me hacía falta, ya que recibía todo lo que pedía y contaba con el amor incondicional de mis padres. O eso creí, hasta mi caída.

Es en ese momento de desesperación, cuando te sientes caer en el vacío y no sabes que hacer para salvarte de una muérete inminente. Es en ese momento cuando sabes que darías todo por probar al menos una vez lo que se siente ser libre de verdad.

Lamentablemente, ya era demasiado tarde para mí, porque justo cuando me deshice de los barrotes físicos que me impedían alcanzar mi sueño, me di cuenta que la verdadera jaula estaba en mi mente. Me había convertido en alguien presa de sus propios pensamientos que se habían convertido en una jaula, de la cual era casi imposible escapar. Al final, no puedes escapar de ti misma. Porque sí, esa era yo y una persona como yo no podía tener libertad. Porque, ¿qué sabría sobre la libertad una persona que nunca la ha conocido, una persona que fue criada con un único propósito, una persona que es una asesina?

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