Aren
El silencio volvió a extenderse por el cuarto de baño. Después de terminar de narrar mis recuerdos, Lucian había retrocedido hasta a recargar nuevamente su cuerpo en el lavabo y se cruzó de brazos.
Los pocos recuerdos de cada etapa de mi entrenamiento y una de mis misiones que salieron de mis labios, me limité a contarlos apegándome a los hechos. No le mencioné la confusión aterradora que me embargó cuando me llevaron por primera vez a la base en Holanda, ni el dolor que me había consumido durante la caída o la locura cegadora que corrió por mis venas cuando maté a Moni. Igualmente, tampoco le revelé la deliciosa satisfacción que cruzó por mi mente cuando arrebaté la vida de aquel hombre.
Sin embargo, creía que él lograba deducir algunos de estos sentimientos, lo cual me hizo sentirme expuesta. Por esta razón, me rodeé con mis brazos, como si eso pudiera reemplazar el muro alrededor de mi alma que había caído patéticamente fácil ante el pelinegro. El nudo en mi garganta se volvió tan intolerable que deseé arrancármelo de una puñalada, pero me contuve, no obstante, me era imposible articular palabra. Por esa razón, Lucian tuvo que romper el incómodo silencio.
—Entonces, creo que le temes a más cosas que a ti misma—Él ladeó su cabeza y su mirada era escrutadora—Aren, tu vida ha estado rodeada de oscuridad y tormenta, y nadie debería siquiera pensar en ti como alguien sin miedo. De hecho, estoy seguro que cada cosa que enfrentaste te ha obligado a tener miedo todo el tiempo para estar alerta, para no dejar que te lastimen—
La fuerza y determinación en su voz era asfixiante y no pude evitar sentirme acorralada. Mi pecho subía con mi rápida respiración y me taladraba la cabeza. Sin embargo, a pesar de mi ansiosa postura, Lucian no se detuvo y siguió hablando.
—Pero... sigues sin responder del todo mi pregunta. Puede que entienda porque deseas hacer que las personas te teman y definitivamente lo logras. Por otro lado, uno pensaría que sólo es una máscara, así que dime ¿por qué le temes a una máscara?—
Sus ojos parecían perforar los míos. Había seriedad y firmeza en ellos reflejando inquisición, lo cual sólo me hizo sentir más intimidada. Lucian afirmaba que yo no le temía a nada más que una mentira, una máscara, algo para protegerme, pero no era cierto y dentro de mí lo sabía.
El placer retorcido que sentí cuando maté al hombre de mi recuerdo y, que siempre me embargaba cada vez que arrebataba una vida, volvió a mi mente para atacarla. La verdad era demasiado abrumadora, lo que me obligó a cerrar mis ojos con frustración.
No quería decirlo, no podía. No podría soportar ver el mismo miedo de mis víctimas en los ojos de Lucian. Sin embargo, también quería que él me conociera, que viera el demonio que era y con suerte, no me tema. Era un deseo demasiado estúpido, porque ¿quién mierda querría a un ser nocivo como yo? Aún así, me forcé a tragar saliva buscando eliminar el nudo en mi garganta y empecé a hablar.
—Porque no es una máscara, Lucian. Yo misma he intentado convencerme que lo es, que esa no soy yo, pero no es cierto—
Llevé mis brazos tensos a mis costados e hice mis brazos puños. Mis uñas estaban clavadas sobre mis palmas y podía sentirlas perforar mi piel. Una vez más, ese enfermiza pero placentera sensación de dolor apareció en mi cuerpo, cuando sentí la humedad de mi sangre en mis dedos. Era liberador.
Automáticamente, bajé mi mirada hacia mis manos y Lucian copió mi acción, percatándose del líquido carmesí en ellas. Su ceño se frunció con algo de angustia, al igual que sus labios. Sin embargo, no se movió de su posición y recompuso su seriedad.
—¿Podrías explicarte un poco más?—
Un suspiro de cansancio se escapó de mis labios y relajé la presión en mis manos para evitar seguir haciéndole daño a mis palmas. La verdad que cosquilleaba en la punta de mi lengua deseaba desesperadamente salir. Sin embargo, había un conflicto dentro de mi mente que me obligaba a apretar mi mandíbula para detener mis palabras.
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Aves Rapaces
AcciónAren vive en la oscuridad y el silencio como un alma en pena. Ha conseguido su mayor deseo, pero no es como hubiera esperado. Después de todo, no sabe que hacer con esta nueva y tan ansiada libertad. Pero, ¿quien lo sabría?, cuando lo único que sie...