Lucian Ravensfield
La respiración de Aren era tranquila y acompasada, la cual me cosquilleaba en el pecho. En cierto momento, dejé de mirar el techo de la habitación de motel para observarla a ella. Tenía los labios levemente entreabiertos y los ojos estaban cerrados con delicadeza. Sin sus usuales cejas fruncidas y la habitual tensión en sus facciones, el rostro de Aren reflejaba la total serenidad, como un mar que ha quedado en calma luego de mucha tormenta. Y así era.
La noche anterior, cuando la sostuve en mis brazos no pude evitar pensar en lo frágil que se sentía. Resultaba irónico que alguien tan letal como ella pudiera parecer tan delicada. La dejé acurrucarse con la cabeza en la curva de mi cuello y repartí caricias por su espalda. Una vez que su respiración volvió a normalizarse, la alejé un poco para mirarla a esos hermosos pero turbulentos ojos. Me fue imposible no contener la respiración al verla así, tan atormentada. Pude sentir un hoyo formarse en mi corazón. Me sentía jodidamente impotente. No. Me sentía inútil, porque no podía hacer nada más que intentar acunarla contra mi pecho y esperar que eso fuera suficiente para eliminar cualquier rastro de dolor en ella.
Me dediqué a limpiar sus lágrimas con mi mano. No pude evitar que un calor incomprensible llegara a mi pecho, cuando Aren cerró los ojos con mi tacto y presiono su cabeza contra mi palma en su mejilla.
Ambos nos preparamos para dormir. Aren estaba algo ida y temblorosa, por lo que me encargué de retirarle la ropa, excepto la interior. Era difícil resistirme a su tersa y cálida piel, no obstante, no era momento para acostarnos. Ella necesitaba que me quedara a su lado. Por esta razón, tomé una de mis sudaderas y se la coloqué.
Normalmente, ella habría hecho un comentario algo sugerente y yo probablemente la seguirá. Sin embargo, ambos estábamos demasiados inmersos en nuestros pensamientos como para enfocarnos en ser ocurrentes.
La llevé a la cama y la acurruqué contra mi cuerpo. A pesar de que ella pareció resistirse al inicio, terminó con su cabeza en mi pecho y ambos nos rodeamos con nuestros brazos. Ella comenzó a repartir caricias en mi abdomen, al igual que yo en su espalda.
Sabía que Aren estaba cansada, por lo que no me sorprendió cuando se sumergió rápidamente en el sueño. Una vez que sentí su pecho subir y bajar con una tranquilidad hipnotizante, le di un beso en la coronilla y también me dispuse a dormir.
Lamentablemente, me fue casi imposible, aun ahora que la mañana se alzaba. No podía dejar de pensar en sus palabras y lo que significaban. Como dije antes, Aren era como un camaleón. Estaba en constante cambio y a veces me era imposible seguirle el paso. Sin embargo, esta vez era una vista demasiado oscura.
Siempre supe que ella estaba rota de alguna forma y podía adivinar que era de una bastante jodida. Ahora, al escuchar su declaración, una parte de mí no podía aceptarlo del todo. Porque... era Aren después de todo. Era la mujer que había salvado mi vida y arriesgaba la suya por ayudarme. Simplemente, no podía imaginarla como alguien cruel y despiadado.
Sin embargo, el recuerdo de ella asesinando a mis perseguidores cuando nos conocimos llegó a mi mente. La frialdad en sus ojos cuando acabó con sus vidas era abrumadora, pero no es hasta este momento que lo noté.
Una parte muy grande de mí quería ignorar todo y quedarme con la Aren que conocía. Pero no podía, porque... aunque lo haría todo más fácil, otra parte de mí no lo deseaba. Quería a Aren, toda ella.
Este pensamiento me hizo sonreír como imbécil con la mirada clavada en su ahora sereno rostro. Me parecía ridículo que después de un poco más de dos semana, ella había logrado colarse dentro de mi piel como ninguna mujer lo había hecho antes. Es cierto que me he enamorado antes, pero nunca así. Después de todo, en ninguna otra tuve tanto miedo de perderla, y no me refiero a que se vaya y cada uno siga con su vida. Me refiero a la angustia constante de que de verdad le ocurra algo y no la vuelva a ver. O también que un día la miré a sus hermosos ojos y ella ya no esté ahí, porque entonces la habré perdido para siempre.
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Aves Rapaces
ActionAren vive en la oscuridad y el silencio como un alma en pena. Ha conseguido su mayor deseo, pero no es como hubiera esperado. Después de todo, no sabe que hacer con esta nueva y tan ansiada libertad. Pero, ¿quien lo sabría?, cuando lo único que sie...