Lucian RavensfieldMaldita sea. Es el único pensamiento que me asalta en este momento. Mis pies no han parado de correr a toda velocidad por los últimos cuarenta minutos. No pareciera gran cosa pero correr en traje con zapatos de vestir, entre las abarrotadas calles de Nueva York no es tarea fácil, especialmente cuando te vienen siguiendo tres hombres que sabes que podrían acabar contigo en un jodido movimiento.
La gente me abría camino cuando pasaba cerca de ellos, lo cual agradecía. Sin embargo, por más que lo intentara, no podía esquivar a mis perseguidores y además corrían mucho más rápido que yo.
Debí escuchar a mi viejo cuando me pidió que entrenara defensa personal. Nunca creí que terminaría corriendo por mi vida con tres tipos corriendo detrás y sin un maldito plan para escapar.
Cada cierto tiempo veía por sobre mi hombro notando como cada vez estaban más cerca de atraparme. Estaba jodido.
Los edificios pasaban rápidamente a mi lado derecho y me sentía como una toalla remojada por lo sudado que estaba. El mismo sudor causaba que algunos mechones se pegaran a mi rostro dificultando mi visión.
Dios no quería aceptarlo pero realmente estaba asustado. Nunca me interesé en los asuntos de mi padre porque siempre me pareció que estaba obsesionado con ellos. Faltó a cada maldito cumpleaños de mi hermana menor y los míos. No estuvo en nuestras graduaciones y no estuvo cuando comencé mi propia empresa de tecnología. Él siempre fue un extraño para la familia a quien decidí ignorar en cuanto fui económicamente independiente.
Sin embargo, hace dos semanas me llamó sonando desesperado y aún más asustado que yo en estos momentos. Hablaba tan rápido que casi no pude entender lo que decía, sólo pude entender "Usa la pluma para encontrarla, encuéntrala". No tenía ni idea de a qué se refería pero a la mañana del día siguiente recibí un pequeño paquete donde había una pluma de águila con algunas marcas de algún químico extraño que teñía esas áreas de azul. Además, había una carta de mi padre donde pedía perdón por su ausencia, decía que nos amaba a mi madre, hermana y a mí, y que ya no lo buscáramos.
Siempre supe que su trabajo era peligroso y se involucraba con personas peligrosas. Al final eso es lo que hace un agente de seguridad internacional. Pero no tomé enserio este extraño evento hasta que hace unas horas recibí otro paquete directamente en mi oficina. En este había literalmente dos ojos dentro de un frasco con formaldehído. Además, había una nota donde decía Ya te encontramos y había una imagen del cuerpo destrozado de mi padre. En ese momento sentí como me ponía pálido y mi estomago se revolvía. Supe que esto iba enserio y salí inmediatamente de mi oficina para ir a la policía. Haría que esos malnacidos pagaran por lo que habían hecho y se arrepentirían por amenazar a uno de los magnates más importantes de Estados Unidos.
Lamentablemente, comencé a notar que el asunto era más oscuro de lo que esperaba. Unos minutos después de haber salido de mi edificio, me di cuenta que me estaban siguiendo. Aceleré mi paso hasta que llegamos a al escenario de ahora.
Había llegado a la zona de bloques de departamentos adosados bastante lejos del centro. En algún punto, decidí girar a mi derecha cuando vi un área en obras. Pensé que podría perderme entre todos los elementos de construcción así que entre en ese lugar a pesar del letrero que prohibía la entrada.
Estaba demasiado cansado y aprovechando que ya no veía a mis perseguidores decidí detenerme a recuperarme. Tomé mi teléfono del bolsillo de mi saco, con la esperanza de recibir respuesta a la alerta que envié a mi equipo de seguridad. Lamentablemente, no había señal alguna, lo que sólo aumentaba mi frustración.
¿Dónde están cuando los necesitas, joder?
Mis jadeos eran bastante ruidosos e intenté reprimirlos pero simplemente estaba demasiado agotado.
ESTÁS LEYENDO
Aves Rapaces
ActionAren vive en la oscuridad y el silencio como un alma en pena. Ha conseguido su mayor deseo, pero no es como hubiera esperado. Después de todo, no sabe que hacer con esta nueva y tan ansiada libertad. Pero, ¿quien lo sabría?, cuando lo único que sie...