Inicio del vuelo

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Aren

El edificio de Lucían había quedado atrás hace unas cuadras, pero aún estaban dentro de la zona que estaban inspeccionando el grupo de Aves Rapaces. El localizador sólo indicaba cuatro individuos, no obstante, podría haber más en los alrededores que no hayan recibido un rastreador.

Le indiqué a Lucian que tendríamos que caminar. La moto tenía matrícula y podrían rastrearla al verla salir del edificio de su objetivo, ya que estaba segura que tenían a algún informático revisando las cámaras de seguridad. De igual forma, sospecharían al investigar y descubrir que era falsa.

Durante todo el camino me mantuve alerta, buscando cualquier indicio de algún Ave Rapaz. Sería difícil identificarlo entre las masas de Nueva York pero yo conocía a cada elemento, ya que fue parte fundamental de mi entrenamiento especial.

Lucian me seguía de cerca con una sudadera de la Universidad Columbia y unos pants que había logrado colocarse encima de su traje. Su aspecto era totalmente diferente al que seguramente reportaron sus antiguos perseguidores, así que podía pasar desapercibido. Sin embargo, para aparentar aún más, había atraído a Lucian hacia mí y lo hice tomarme por la cintura. Él sin mucha resistencia aceptó e incluso empezó a sonreír como modelo de revista, pero lucía tan honesto que parecía no estar fingiendo. Esto me ponía de mal humor.

¿Cómo puede sonreír tanto en una situación así?

Más le valía salir de su cuento de hadas y regresar a la maldita realidad. De lo contrario, ambos estaríamos muertos. En su caso, le pedirían que revele cualquier información que su padre pudo haberle dicho, pero ellos son conscientes de cómo era Magnus. Pronto notarían que Lucian no sabe nada y le darían una muerte rápida. Al contrario de mí, que probablemente me harían ver el infierno antes de enviarme al verdadero, que comparado con sus torturas, sería un parque de juegos.

A pesar de todas mis preocupaciones, también estaba consciente de la habilidades y limitaciones de las Aves Rapaces. Somos asesinos profesionales y contamos con muchas herramientas que nos permiten hacer el trabajo mejor, pero no somos seres sobrenaturales. Sólo somos humanos, lo que nos hace por definición propensos a equivocarnos. Justo ahora, los encargados de observar las cámaras lo estaban haciendo.

Ellos no están conscientes de que he ayudado a su presa, pero en este trabajo deberían pensar hasta en la más loca posibilidad. Sin embargo, justo ahora me alegra que rompan esa básica regla. Además, el disfraz que me ha dado Lucian es bastante bueno y convincente. Nunca me imaginarían sonriendo como niña, con un hombre rodeando mi cintura y usando un vestido playero. Además, aunque en el pasado también tuve que pretender en diferentes circunstancias, mis compañeros siempre decían que era fácil identificarme por mi mirada, la cual ahora se escondía debajo de unos lentes de sol. Por ahora, yo también estaba segura.

Cuando consideré que habíamos salido de la zona urbana bajo vigilancia, me acerqué al límite de la acera y llamé a un taxi. Uno de esos autos amarillos con negro se detuvo a nuestro costado y ambos lo abordamos. Cuando el conductor preguntó por nuestro destino, le indiqué el barrio anterior al mío, como otra precaución, y encendió el auto.

Durante el trayecto, ni Lucian ni yo intercambiamos palabra y me limité a ver la ciudad por la ventana. Aún estaba pensativa por el lugar que indicaba la pluma, simplemente no tenía sentido. Una de las bases principales estaba en Gran Bretaña, por lo que Londres estaba sumamente vigilado. Además, esos fueron mis cuarteles los dos últimos años antes de largarme. Aún así, no estaba tan cerca del Nido, que es donde se llevan acabo los entrenamientos de nuevos reclutas, donde están todos los archivos y donde está la directiva de águilas reales. Toda esta gran instalación tendría que ser vista y conocida por todo el mundo, no obstante, estaba literalmente debajo del agua.

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