La misión de Aren

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Lucian Ravensfield

La fría encimera del baño quemaba levemente mis palmas, las cuales estaban sobre ella para sostener mi peso.

Mi respiración era acompasada y tranquila, una total mentira a como me sentía realmente. Por el contrario, mi corazón latía frenéticamente y podía escuchar su fuerza en mis sienes. Mi mirada estaba clavada en la pared, como si allí pudiera encontrar la calma que ahora necesitaba.

Las verdades que ahora inundaban mi mente eran demasiado para analizarlas al mismo tiempo. Una parte de mi deseaba ignorarlas, pensar que Aren nunca me ocultó algo así. Sin embargo, siempre estaba esa voz que me obligaba a mantener la cabeza fría. Mi mente me obligaba a aceptar lo que había ocurrido y pensar en cómo actuar ante eso.

La imagen de Aren apareció en mi cabeza. Sus ondulados cabellos pelirrojos, su cuerpo embriagante, su piel cremosa y esos fascinantes ojos penetrantes. Ella siempre me pareció un misterio demasiado cautivante, pero también peligroso y no me había detenido a pensar que tanto hasta ahora.

En ningún momento pude dejar de pensar en que ella después de todo era una Ave Rapaz. Aún cuando había huido de ellos, ella misma aceptaba que siempre sería una. Sin embargo, yo mismo decidí ignorarlo y ahora eso mismo me traía problemas.

Un bufido de cansancio se escapó de mis labios y eché mi cabeza hacia atrás para ver el techo. Justo cuando mis ojos se posaron en el foco sobre mi cabeza, la puerta del baño se abrió. Inmediatamente, mis ojos chocaron con los de la persona que inundaba mis pensamientos.

Aren entró al espacio reducido y cerró la puerta tras ella. En ningún momento apartamos nuestras miradas del otro y la seguí hasta que ella se recargó sobre la pared frente a lavabo, justo frente a mí. Me crucé de brazos y puse todo mi peso sobre el mostrador del baño.

Nos mantuvimos en silencio por varios minutos. Sabía que tenía una mirada desconfiada y aunque intenté reprimirla, me fue imposible. De verdad deseaba escucharla. Sin importar cuan molesto pudiera estar, siempre me esforzaba por escuchar a los demás. No podía emitir ningún juicio sin la información necesaria y esperaba que Aren me la diera por su cuenta.

Sin embargo, los minutos pasaban y comenzaba a impacientarme. Por otro lado, si quería que ella me hablara debía mantener la calma y pensar con la cabeza fría. De igual forma, tenía que mostrarle que no la juzgaba y esperaría a que me lo contara.

—Así que eres una pieza aún más importante de lo que habías dicho—

Aren bajo la cabeza mientras suspiraba para limpiarse las palmas sobre sus jeans. Nunca espere verla tan ansiosa pero debería estar acostumbrado a las muchas facetas de la pelirroja. Posteriormente, ella elevó su mirada una vez más con algo de inseguridad.

—Prefiero ignorarlo y no darme tanta importancia—

—Aún así no puedes negar que sí eres importante—Ella volvió a bajar la mirada y yo no podía mantener la calma más tiempo—Joder Aren, ni siquiera sé completamente cual era tu papel y te juro que estoy intentando pensar que no intentarás traicionarme en cualquier momento—

El rostro de Aren pasó del agobio a la furia con sorprendente rapidez, no obstante, también se notaba herida. En cuanto vi cómo la habían afectado mis palabras me arrepentí.

—¿Qué pude haber hecho, aparte de ocultarte algo que sólo me hace odiarme, para que pienses que podría traicionarte?—

—Tienes razón, no haz hecho nada más que protegerme y lo lamento, pero...—

—Lo sé y yo lo entiendo. Si estuviera en tu lugar también dudaría pero no es fácil. Nada de lo relacionado a las Aves Rapaces lo es—

—Entonces empecemos poco a poco. Aren, deseo confiar en ti y no tener ninguna duda, porque te has vuelto importante para mí. Me parece una tontería considerando que sólo llevo dos semanas de conocerte, pero te haz tatuado en mi piel y quiero también hacerlo en la tuya. Quiero conocerte por completo, sin mascaras—

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