Wei Ying tardó media hora en despertar y cuando lo hizo sintió que había algo en su pierna, al moverla escucho el tintineo del metal y al observar pudo ver que la habían atado a la cama, estaba aún más atrapada. Sentía mucho temor, tenía que escapar como fuera de aquel lugar y regresar con su familia. Se arrepentía mucho de haberse marchado.
En su interior maldijo a Nie Mingjue, si escapaba sin duda le diría a las autoridades que clase de monstruo era aquel tipo. Contuvo sus ganas de llorar y gritar para poder pensar en un plan de escape. Sabía que por el momento no podía hacer mucho y si lo intentaba terminaría muy mal para ella, así que cedería pero no de inmediato para causar sospechas y así ganarse la confianza de Mingjue y cuando esté bajara la guardia escaparía, era un plan con posibles fallas, pero era mejor que nada.
Mientras tanto dirigió su mirada a toda la habitación y pudo notar que había una bandeja al lado de la cama. Entre tanto pensar se dio cuenta que estaba muy hambrienta, aunque estaba algo insegura de comer lo que ese hombre le dejo decidió que no podía morir de hambre.
Con desconfianza observo la comida, a simple vista no parecía tener algo fuera de lo común y al olerla tampoco detecto nada raro, así que probó un bocado, no sabía raro, así que decidió comer, vaya que tenía hambre, eso de huir si que daba hambre. No tardó en vaciar el plato, lamentablemente no había cuchillo y solo palillos de madera, no le servirían de nada. A los pocos minutos de haber terminado de comer se dejo caer rendida por el sueño, de verdad que se sentía bastante cansada y además nada mas podía hacer ya que la tenían encadenada.
Lo mejor que podía hacer era recuperar fuerzas, ya luego pensaría en lo demás. Tan cansada estaba que no había notado que faltaban sus cosas o que Mingjue había entre abierto la puerta y observado a la chica dormir.
El mayor sonreía con malicia, la joven había comido todo lo que le había llevado y ni cuenta se había dado que todo estaba alterado con una droga que la volvería mas sumisa. Aquella droga era imposible de detectar y además muy poco conocida, así que ella no podría sospechar, pronto la joven sería suya. Se retiro a dormir, mañana empezaría de a poco a ganarse el cariño de la joven, tenía todo pensado. Wei Ying seguía durmiendo sin saber lo que su captor había planeado para ella.
Cuando amaneció a primera hora ya se encontraba dentro de la habitación dejandole la bandeja con el desayuno, además de un cambio de ropa que había elegido especialmente para ella.
Wei Ying despertó sintiéndose ligeramente aturdida, observo la comida y la ropa por un pequeño tiempo, se sentía asustada de que el mayor conociera su talla, aunque debía admitir que la ropa no estaba nada mal, era más femenino de lo que le gustaría, pero no es como si tuviera opción. Volvió a revisar la comida y al creer que no tenía nada se la comió y después se cambió la ropa, le quedaba bien y debía admitir que le gustaba.
Mingjue entro a retirar la bandeja junto a la ropa para poder lavarla, se sentía maravillado al verla con lo que le llevo y en una parte de su corazón se esperanzo de que la chica estuviera agarrandole cariño. Pero la mirada desconfiada junto con el ceño fruncido no dieron a entender eso, la chica no le iba a perdonar que la hubiera encadenando. Supuso lo que estaba mal así que decidió darle un poco mas de libertad, se acerco y le quito la cadena del tobillo mientras le señalaba con el dedo una puerta.
-Hay un baño para que te puedas refrescar a gusto y limpiar, yo te dejare tranquila para que lo hagas-
Wei Ying solo asintió y sin decir más decidió entrar, un baño le vendría bien, hasta tendría más privacidad para poder pensar en un plan mejor. Viendo que había una tina ya llena con agua caliente se quitó la ropa, no sin antes asegurar la puerta y entro a la tina suspirando al sentir el agua caliente relajando sus músculos. El mayor mientras tanto ordeno un poco la habitación de la joven, aprovecho para traer más ropa para ella y guardarla en el armario, también dejo un cepillo junto a algunos accesorios para el cabello.
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Las dos caras de una moneda
Hayran KurguCreemos conocer a la gente hasta tal punto que les confiamos varios secretos. Pero realmente uno nunca termina de conocer bien a alguien, a veces estamos cerca de monstruos sin saberlo.