✒️ V: Cartas

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– Señorita Tn Rose.

– Puedes llamarme sólo Tn, L –sonrió.

– Está bien.

– ¿Decías?

– La policía también recibió una carta, dirigida al Detective de Homicidios Hamilton.

– Sí, Paul lo mencionó en la reunión...

– ¿La has leído?

– No.

– Te la enviaré. Como experta en mitología griega, tal vez veas algo que yo no.

– De acuerdo.

En la pantalla apareció un archivo. La joven acercó las manos a la laptop y abrió aquel archivo, una fotografía de la carta enviada por el asesino al Detective de Homicidios.


Desde el Tártaro...

Detective Hamilton,

Soy el asesino responsable del homicidio en el estacionamiento, y el de esta madrugada también. Por favor, llámeme Tánatos, como el dios griego de la muerte no violenta.

¿Qué le parece mi obra? Maravillosa, ¿Verdad? O será que mi arte es revolucionario para ustedes los simples homo sapiens sapiens...Quién sabe. Mi primera obra imitó a la famosa escultura "Discobolo". Es hermoso, ¿Verdad?
Pensé en la cantidad de homo sapiens sapiens que transformaría en hermosas obras escultóricas. Me había retractado, pensé en seguir hasta que pudieran atraparme, pero no estoy seguro de que vayan a lograrlo.

Espere a mis próximas obras...

Atte. Θάνατος


Tn frunció el ceño, pensativa.

– Es curioso...

– ¿Qué cosa?

– En vez de "hombre" o "humano", dice "homo sapiens sapiens", que sería el término paleontológico. Y en la carta que le envió al Director del New York Times llamaba "sus scrofa domestica" a los policías, el cual es el nombre científico para los cerdos.

– Tiene conocimientos.

– Sí. Estoy pensando...Puede que sea una persona muy culta, o que sólo finja serlo usando palabras cultas.

– Es decir que es un pretencioso.

– Podría decirse así, sí –rió.

El timbre del apartamento sonó, llamando la atención de ambos.

– Qué extraño. Tal vez sea mi editor... –murmuró.– Ah. Regreso enseguida, L.

– Tomate tu tiempo.

Tn tomó a su gato en brazos, se levantó y lo dejó en el suelo, para luego salir de su despacho y dirigirse a la puerta principal. Levantó una ceja al ver un sobre que había sido pasado bajo la puerta, lo tomó y abrió aquella, observó a los lados pero no vio a nadie en los pasillos.

– ¿Uh?

Frunció el ceño y cerró la puerta, para dirigirse al despacho de nuevo. Tomó asiento en su silla y miró a la laptop.

– Una carta –sonrió.

– ¿Admiradores?

– Puede ser. Ya me pasó una vez que descubrieron dónde vivía y comenzaron a dejarme cartas por debajo de la puerta –rió.– Por eso me mudé aquí. Espero que no sea el caso, pero veamos...

Anemoia ✒️ L LawlietDonde viven las historias. Descúbrelo ahora