Capítulo 18

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Jungkook se levantó temprano para despedir a su madre y hermanas, tenía un mal presentimiento. 

—Cuídate mucho, Jungkook, por favor. —dijo su madre en un tono algo preocupante— Llama en cualquier momento, no importa la hora. ¿Sí?

—¿Por qué tan preocupada, madre? —rio.

—Come todas las comidas, no te saltees ninguna. Vuelve a casa al horario pactado.

—Lo haré.

—Tu padre no estará pendiente de ti, debes cuidarte solo.

—Está bien.

—Puedes decirle si es que quieres ir a la casa de la abuela.

—¡Mamá, vamos! —gritaba Alice.

—Adiós, hijo. —depositó un beso en su mejilla.

—Nos vemos a la vuelta. —Gemma lo abrazó— Saludos a Kali, te quiero. —susurró.

—También yo, cuídate, niña. —depositó un beso en su frente.

Su padre se encontraba en la oficina, por lo que no se despidió de ellas. Cuando Jungkook vio desaparecer el carruaje en el camino se adentró en su casa, estaba a punto de subir las escaleras cuando oyó que su padre lo llamaba.

—¿Sí? —se acercó a la habitación— Esta noche me iré a una campaña, ¿Crees que puedes quedarte solo?

—¿Podría pasar la noche en la casa del bosque?

—Me temo que no. 

—Pero...

—Volveré en la tarde.

—Está bien. ¿Por qué campaña de pronto?

—Solo es entrenamiento, sabes que debo estar allí, soy el jefe.

—¿Adrien irá?

—No. —negó con la cabeza— Él vendrá en el desayuno para verte.

—Soy grande para un niñero.

—No es un niñero, solo verá que estés a salvo. —suspiró— Además, vi que te llevaste muy bien con él. ¿Verdad?

—Así es. —hubo un pequeño silencio— Bueno, me iré por el bosque, vuelvo para el almuerzo.

—Suerte. —dijo y acto seguido comenzó a ordenar todos los papeles que se encontraban desparramados en el escritorio.

Jungkook salió de la casa y, básicamente, salió corriendo hacia el bosque, estaba a punto de cruzar la colina cuando recordó la casa del bosque, sacó la llave de entre las hiervas y abrió la puerta. Allí se encontró a Kalinda con su cabello hecho un hermoso desastre y su vestido color rosa lleno de decorados, se veía sumergida en su lectura.

—Hola...

—Jungkook. —dejó su libro a un lado y corrió hacia él para abrazarlo.

—Kali, ¿Todo bien?

—No. No, nada está bien. —sentía como un nudo se había formado en su garganta.

—¿Qué sucedió?—se separó de ella y acarició su cabello— Cuéntame.

—Quisieron atacarnos en la madrugada, apenas pude escaparme para verte.

—¿Estás loca? ¿Cómo vas a escaparte? Ven. —tomó su mano.

—¿A dónde vamos? 

—Cruzaremos la colina.

—¿Qué? No, no quiero.

—Si tu familia piensa que es peligroso que salgas es porque están en riesgo.

—No quiero, Jungkook. —se soltó de su agarre.

—Kali...

—Quiero leer un rato. —volvió a sentarse y tomó el libro. Jungkook suspiró rendido, se acercó a ella y se sentó a sus espaldas para abrazarla.

—¿Por qué te comportas así? —acarició su cabello.

—¿Así cómo? No me comporto de ninguna manera.

—Claro que sí, pareces enojada.

—¡Porque lo estoy! —cerró el libro de manera brusca— ¿Hasta cuándo, Jungkook?

—¿Hasta cuándo, qué? —frunció el ceño.

—¿Hasta cuándo tendremos que vivir con miedo? ¡Estamos cansados! —lagrimas comenzaron a resbalar por sus mejillas y su voz se entre cortaba— ¿Por qué tenemos que estar todo el día apuntando a la colina? ¿Por qué quieren atacarnos? ¿Qué es lo que hacemos de mal? ¡Responde!

—Yo... no lo sé.

—Pues es injusto. —se acurrucó en sus brazos, Jungkook la envolvió en un abrazo— ¿Crees que en algún tiempo dos personas como nosotros podrán caminar de la mano por la ciudad tranquilamente?

—Eso espero, porque sino, nada de esto tendría sentido. ¿Quieres imaginar eso?

—¿De qué hablas?

—¿Qué harías si no existiese todo esto? Yo por ejemplo... —se levantó— cenaría contigo.

—Cenamos juntos ayer. 

—Ya, pero no así. Sería una cena romántica y solo nosotros dos. —se acercó a la mesita que había allí  (que en realidad era un cajón de verduras dado vuelta) y simuló estar tomando algo, Kalinda rio— Hablaríamos de nuestra vida y trataría de conocerte para luego pedirte matrimonio.

—¿Matrimonio? ¡Estás loco!

—Es imaginación, Kali. —sonrió— A ver, es tu turno.

—Pues... Me gustaría asistir a una de las fiestas del condado. Usualmente acompaño a mi padre para poner nuestro puesto de frutas endulzadas, y créeme, me encanta hacerlo, pero, alguna vez me encantaría subir a alguno de los juegos. Se ven realmente divertidos.

Comenzaron a crear bastantes escenarios que podrían vivir en una sociedad muchísimo más abierta de la que estaban en ese momento, que habrían parejas de diferentes etnias y religiones y que estas mismas serían capaces de caminar tranquilos por allí disfrutando de su amor, haciendo todo lo que quisiesen sin recibir malas miradas o comentarios indeseados, sin ser discriminados.

Así pasaron toda la mañana hasta que Jungkook se dio cuenta que debía volver para almorzar.

—Tengo una loca idea.

—No creo que haya algo más loco que esto. —rio Kalinda.

—Te invito a una cena.

—¡Buena idea! ¿Nos encontramos aquí en la noche?

—No, —hizo una mueca—, pensaba en que conocieras mi casa.

—Oh... No lo sé, ¿No correrás riesgos?

—Estaré solo. Pero si no te sientes segura está bien, podemos...

—Acepto.

—¿Qué?

—Que acepto.

—¿Estás segura, Kali? No quiero que te sientas obligada ni nada...

—Nunca estuve tan confiada. Tú conociste mi casa, ahora me toca a mí.

—Claro. —sonrió—. Vengo por ti en la noche, ¿Sí?

—Sí. —depositó un beso en sus labios— Nos vemos.

—Adiós. —esta vez fue Jungkook que depositó besos, pero estos fueron en todo su rostro, causando risas provenientes de ellas.

Luego el muchacho volvió a su casa, al llegar el almuerzo ya estaba sobre la mesa.

—Algo tarde.

—Lo lamento. —tomó asiento al lado de su padre.

La casa del bosque; J.JungkookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora