Capítulo 19

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La noche estaba por caer, Jungkook estaba esperando al lado de la puerta trasera a que se oscurezca para ir por Kalinda. La cena acababa de salir del fuego, optó por unas papas con crema, era el único plato que sabía cocinar, además, no tenía carne, la muchacha era vegetariana. Esa mañana su padre decidió que todos los empleados de la casa se ausentaran hasta la vuelta de las mujeres, por lo que la única persona que iba era la cocinera y solo para el almuerzo. El señor ya se había ido en la tarde, como siempre, asuntos urgentes.

Salió de la casa y se dirigió a la casa del bosque, cuando se adentró allí no se encontró con la muchacha, por lo que decidió comenzar a ordenar. Esa mañana, Kalinda había sacado libro por libro en busca de la lectura perfecta, luego fue cuando hablaron de todas esas situaciones que les gustaría vivir. 

—Jungkook. —sonrió Kalinda al verlo.

—Hola. —devolvió la sonrisa.

—¿Vamos?

—¿Tus padres saben que estás aquí?

—¿Los tuyos?

—Bien, vamos. —entrelazaron sus manos y salieron de la casa.

—Citlali preguntó por ti.

—¿De verdad?

—Sí, ella me ha ayudado a escapar para encontrarme contigo. Dice que eres un buen chico, ¿De dónde se conocen, por cierto?

—Ella me ha cuidado cuando era pequeño, le tengo mucho cariño.

—Es muy amable, la conozco desde que tenía nueve años.

Continuaron hablando hasta llegar a su casa.

—¿Aquí vives?

—Sí. ¿Entramos?

—¿Esa es la huerta?

—¿Cómo sabes que tengo una huerta?

—Gemma le ha contado a mi padre, parece que se quieren mucho.

—Cualquier persona que le regale mangos a Gemma tendrá su amor asegurado.

Kalinda rio.

—Ven, vamos.

Se adentraron en la gran casa. Kalinda se encontraba observando todo a su alrededor, fijó su vista en el reloj desgastado, era como un mueble alto color marrón, estaba fijo en la pared.

—¿Todo bien? —preguntó Kalinda.

—S-Sí... —observó el objeto— Es un reloj, ¿Verdad? —Jungkook asintió con la cabeza, Kalinda se acercó— Es hermoso.

—Era de mi abuelo, padre de mi padre.

—Me gustaba contar los minutos.

—¿Tienes uno?

—¿Y ese aroma? —preguntó Kalinda, el muchacho comprendió el hecho de que ella no quisiese hablar más.

—Es la cena, ven. —tomó su mano y la guio hacia la mesa que compartía todos los días con su familia. Allí ya estaba la preparación, le sirvió en su plato y le extendió los cubiertos.

—Me han enseñado a usar esto. —sonrió y se llevó un bocado a la boca— ¿Lo has hecho tú, Jungkook? —el muchacho asintió con la cabeza— Está delicioso.

—¿De verdad? Gracias.

—Tu casa es realmente preciosa.

—Trato de no pasar mucho tiempo aquí.

—¿Por qué?

—Es muy aburrida. —observó a su alrededor— Demasiado grande para personas tan vacías como nosotros.

—¿De qué hablas? Tu familia debe ser igual de divertida que tú y Gemma.

—No sabría decírtelo, Kali. No pasamos mucho tiempo juntos, no como ustedes... pero no hablemos más de eso, no importa.

—¿Puedo hacer solo una pregunta?

—Por supuesto.

—¿En dónde están ellos ahora?

—Se fueron a un viaje.

—Ahh.

—¿Sabes que estás hablando muy bien francés últimamente?

—Lo sé, me has ayudado mucho.

—Me gustaría aprender tu idioma, lo único que sé es salama. —ambos rieron.

—Te enseñaré entonces.

—¿De verdad?

—Claro, mañana empezamos. —suspiró y fijó su vista en el muchacho, quien disfrutaba de su comida— Tena tsara tarehy ianao ry Jungkook.

—¿Y eso qué significa?

—Que eres hermoso. —el muchacho depositó un beso en su mejilla.

—Tú lo eres. 

Los temas que hablaron después tenían que ver con los libros de la casa del bosque que había leído Kalinda. Al terminar se trasladaron a la sala, en donde Jungkook se sentó en el sofá y la muchacha observaba cada mueble.

—Todo aquí es hermoso, Jungkook.

—Ven aquí. —Kalinda se acercó a él y tomó asiento a su lado.

—Se parece mucho a la escuela a la que fui. —fijó su mirada en él— Tengo pocos recuerdos de ella. ¿Has ido a una?

—No. —negó con la cabeza— Aprendí en casa.

—Pues yo no. Habían estas personas que se llaman... ¿Cómo las llaman? Se tapan la cabeza con...

—¿Monjas?

—¡Ellas! Luego un ¿Cura?

—Ajá.

—No eran muy buenos con nosotros. —hizo una pausa, Jungkook no quería interrumpir ni preguntar nada, Kalinda contaría lo que ella quisiese— Ellos fueron la razón por la que me volví vegetariana, —rio nerviosa, parecía que lo hacía para esconder cierto dolor—, nos hacían asesinar animales. Pensaban que eso hacíamos a diario, pero no es así. —una lagrima resbaló por su mejilla— Lo siento.

—¿Por qué? —Jungkook acarició su mejilla y removió su mejilla con el dedo pulgar— Tú no tienes la culpa de nada.

—No quiero perderte, Jungkook. —lo abrazó.

—Jamás me perderás, soy todo tuyo, te lo prometo.

—Es que... no lo sé, tal vez te ofendas con mis historias, ya sabes...

—Mírame. —tomó el rostro de la muchacha entre sus manos e hizo que lo viera— He dejado de creer en los de este lado desde el momento en el que comprobé que ustedes no son de la manera en que los describieron. Dejé de creer al instante en el que me recibieron como si fuese uno más, y lo más importante, dejé de creer cuando te conocí. —juntó sus frentes—. Nunca me enojaría contigo, Kalinda. Eres lo mejor que me ha pasado en mucho tiempo. 

—¿Te digo algo? —Jungkook asintió con la cabeza— Estoy loca por ti. —ambos rieron, acto seguido juntaron sus labios para formar un tierno beso.

La casa del bosque; J.JungkookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora