Capítulo 7

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Era el tercer día en que Jungkook se iba a encontrar con Kalinda. La muchacha se llevaba los libros y al día siguiente solía devolverlos ya terminados, la realidad es que no hablaban mucho, al muchacho le gustaba observarla. 

Ese día fue algo diferente, Kalinda se encontraba sentada en la pequeña ventana que había allí, el aura del sol daba perfectamente en su rostro, Jungkook no entendía cómo es que no le causaba ninguna molestia. Tomó un viejo cuaderno que había en una de las repisas, también sus colores. Los desparramó en el suelo y se recostó panza abajo allí. Comenzó a dibujarla, su profesor de arte siempre le dijo que era bastante talentoso en dicha área, pero, a él no solía interesarle mucho, agradecía los halagos, pero no se dedicaría al arte ni loco, no era para él. 

Cada detalle de su cuerpo y rostro, él lo retrataba a la perfección. En un momento Kalinda largó una carcajada. 

—¿Qué hacer? —frunció el ceño al encontrarse con su mirada.

—Un retrato de ti.

—¿Por qué?

—Porque sí. —dijo despreocupado— ¿Qué te parece?—le extendió el cuaderno, Kalinda lo tomó.

—¿Ser yo?

—Así es. —sonrió Jungkook. La muchacha buscó entre las páginas del libro una imagen— ¿Kalinda?

—Parecerme a ella, ¿Creer o no? —le enseñó la página que había encontrado. En ella aparecía una mujer indígena, Jungkook pensó que ella se veía muchísimo más bella que la de la imagen.

—E-Eres mucho más preciosa que ella, Kalinda.

—No saber lo que es ser preciosa.

Jungkook aclaró su garganta.

—Significa fea. —mintió.

—Tssk, —chasqueó su lengua—, ser grosero.

El muchacho sonrió.

—¿Nunca te viste a ti misma?

—Solo por el reflejo del lago. 

—¿Lago?

—Sí, estar cerca de aquí. Venir. —se acercó a la puerta y salió. Jungkook comenzó a seguirla, esperaba que el paisaje esté antes de las colinas, pues estaría en problemas con su familia. —¿Qué piensas?

Se trataba de un muy pequeño estanque de agua, pero la chica se encontraba tan fascinada que no quiso emitir un mal comentario.

—Es precioso. —sonrió.

—Claro que no, ¡Tú ser precioso! —dijo enojada. Jungkook frunció el ceño, sus mejillas se ruborizaron ante dicho cumplido, luego recordó el comentario que había hecho minutos atrás— Damn, izay tsy mankasitraka ny natiora. —comenzó a rodear el lago mientras decía palabras que despreciaban al muchacho por su, según ella, desprecio hacia la naturaleza. Cuando estaba en el punto más alto del lugar, se tambaleó.

—¡Kalinda! —corrió hacia ella y la jaló en su dirección, causando que sus pechos se junten. Jungkook acarició su mano, y desde ese momento, muchos mitos que se contaban en su familia con respecto a los indígenas se esfumaron de su mente. Hace días que se veía con Kalinda y ninguna enfermedad rara se le había pegado, no tuvo ninguna maldición diabólica y, ahora mismo, su tacto no era desagradable, es más, deseaba tenerla cerca todo el tiempo que le sea posible.

—¡Soltarme! —se alejó de él de inmediato.

—Debes tener más cuidado.

—Tú deber ser más educado, hadalana. —lo empujó. Después se bajó de la gran superficie— Irme a aldea, no querer verte.

—¿Por qué?

—Decir algo malo de naturaleza. No estar de acuerdo.

—¡Espera! ¿Volverás mañana?

—¡Sí, deber terminar libro!

—Está bien. —sonrió— ¡Te espero!

La casa del bosque; J.JungkookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora