- Mi madre me enseño que de rodillas solo se hacen dos cosas - podía ver como trataba de prestarme atención entre todo el placer que estaba sintiendo.
- O bien rezas o bien pides matrimonio - acelere el movimiento de mi mano, escuchando sus gemidos.
- Pero el tiempo me mostro que también se puede pecar y eso estoy haciendo contigo Carolina, te estoy mostrando que el infierno no es tan malo como lo pintan.
Saqué mis dedos y vi como no podía mantenerse más de pie.
Tome sus piernas y las coloque en mis hombros haciendo que estos sean su único apoyo.
Podía ver lo mojado que estaba su coño, podía sentir el calor que desprendía y la exigencia de atención que pedía y yo no podía negárselo.
Acerqué mi boca a su humedad y moví mi lengua alrededor de esta, sintiendo el sabor de sus jugos.
Sentí sus piernas tensarse y esa fue mi señal para alejarme, le iba a dar su orgasmo, pero conmigo dentro de ella.
Baje sus piernas de mis hombros y la puse de espaldas a mí, pegando su pecho a la pared, me saque el cinturón e inmovilice sus manos en su espalda con este.
Me deshice de mi pantalón y bóxer quedando con mi adolorida y palpitante erección al aire apuntando a ella, como si de un imán se tratase.
Tome su cadera y la jale haciendo que incline su torso y forme una L con su cuerpo.
Sentía la lujuria que desprendía, el deseo de querer más y de estar disfrutando realmente el momento.
Tome mi miembro y puse la punta en su entrada mojándome con sus jugos, ella movía la cadera pidiendo que entrara.
Empuje toda mi erección de un solo golpe chocando mi pelvis con su trasero, deleitándome con el grito de placer que soltó y un gruñido que salió de mí parte.
Salí de ella y volví a entrar con fuerza, saque mis manos de sus caderas y la tome del cinturón, mientras salía y entraba en ella.
Con la mano libre le di una nalgada, logrando que tenga una marca roja de toda mi palma, recogí su cabello y lo enrolle en mi mano, logrando que las embestidas fueran más profundas.
Sus piernas comenzaron a temblar dándome la señal que su orgasmo estaba cerca, así que acelere mis embestidas, pero sin dejar de llegar hasta lo más profundo de ella.
Sentí como sus jugos se deslizaban sobre sus piernas y no me detuve hasta que sentí que me corría, saque mi miembro y me derrame en su trasero.
La jale pegando su espalda a mi pecho y le quite el cinturón, su respiración seguía acelerada al igual que la mía.
Se despegó de mi cuerpo una vez que su respiración volvió a la normalidad y se colocó el vestido sin bragas.
No decía nada y no sabía cómo tomarte aquella actitud.