POV DIEGO:
A la mañana siguiente, la tengo envuelta con mis brazos y piernas, mientras su cabeza descansa en mi pecho y tiene los labios ligeramente abiertos. La suelto con cuidado de no despertarla porque entendí que estaba cansada después de toda la acción de ayer.
Tome una camiseta, un pantalón chándal de mi armario y baje a buscar el desayuno, pero me detuve en la sala cuando vi a Belén.
- Pensé que no iban a despertar hasta más tarde después de todo el amor que desbordaron ayer - el simple hecho de verla o escucharla es capaz de arruinarle el día a cualquiera.
- Así mismo como pensaste que te saldrías con la tuya e ibas a conseguir que ella sea tu escape del burdel ¿No es así? - su sonrisa de borro automáticamente de su rostro y en la mía comenzó a crecer.
- O que, ¿Creías qué nunca me enteraría de tus absurdos planes?, ¿Crees que podías vivir en mi propia casa y no te escucharía hablar por aquel diminuto teléfono que escondes con quien sabrá?, pues déjame decirte Belén, que cuando tu des un paso yo ire dos por delante de ti.
Gire mi cuerpo para ahora si dirigirme a la cocina, hasta que sus palabras me hicieron detenerme a medio camino.
- ¿Crees qué sabes más que yo? Déjame decirte algo Diego, tu estúpido secreto, el cual te has encargado de ocultar con tanto esfuerzo, saldrá a la luz como a mí no me funciones las cosas.
- ¿A qué te refieres? ¿A que ella tiene una familia? o ¿Al hecho de que la conozco realmente?, porque no creo que eso me destruya o me aleje de su lado - su risa no tardo en llenar la sala.
- ¿Crees que eso a mí me importa? Te creí más inteligente, pero parece ser que aquellos papeles que firmaste el día que fuiste a buscarla al burdel, no eran lo que tu decías.
Mi cuerpo se tensó al darme cuenta que ella sabía más de lo que debía y eso no me agradaba para nada, pero tampoco dejaría que ella lo notara.
- Has lo que quieras, porque al final tu saldrás más hundida de lo que ya estas y adivina que, no tendrás a nadie para salvarte.
Retomo el camino a la cocina y decido prepararle unos huevos revueltos, tocinos, tostadas y un jugo de naranja porque me di cuenta que no le gusta mucho beber cosas calientes y para mí solo me preparé un batido de fresas, plátano y leche.
Al parecer Belén se fue a su habitación ya que no la vi cuando regresé. Amalia o bueno Carolina, ya no sabía cómo decirle, aunque es algo que ella debe decidir, seguía dormida cuando entre a la habitación.
Dejé la bandeja con el desayuno a un lado y me senté al lado de su cuerpo, detallando su rostro. Sus pestañas, sus cejas, sus labios, todo en ella era perfecto, digno de admirar como si de una diosa se tratase y yo nunca me cansaría de hacerlo.