The Old Toons 2️⃣

Pesadilla

Wow, ya es la capítulo 50 de este libro ¡Increíble!

Espero que les guste~

Nota: Basado en el mundo de BABTQFTIM

Ir de aventuras tiene cosas buenas. Puede conocer gente y lugares nuevos, puede explorar ciertos lugares que nadie se atrevió, puede encontrar grandes cosas y mucho más pero así como tiene cosas buenas, tiene sus cosas malas. Las noches sin dormir o días sin comer cuando una criatura está al acecho, desesperación cuando los lugar viejos se derrumban sobre el, las amenazas de los malos contra su vida para que le den lo que se que haya encontrado. Félix ha tenido malas experiencias en sus años de aventurero y muchas de ellas le causan pesadillas, sin importar si tuvo un día tranquilo o no, a veces simplemente aparecen. Así que realmente no le sorprende cuando tiene una pesadilla de repente que lo hace despertarse con un sobresalto y una sensación de miedo.

-Agh...- hace una mueca cuando abre los ojos, sentándose lentamente y dejando escapar un suspiro de cansancio. Se frota la cara antes de hacer las sábanas a un lado y levantarse, caminando silenciosamente para salir de la habitación y yendo hacia la cocina. Saca un baso y se sirve algo de agua, tomando lentamente para calmar su sed.

-¿Señor Félix?- se sobresalta ante la repentina voz y el baso en su mano se resbala un poco. Debe ser muy gracioso verlo luchar para que el baso no se le caiga al suelo con cara de pánico, suspirando de alivio al poder agarrarlo y dejarlo suavemente en la pileta, volteándose.

-Ho...hola Señor Oswald- sonrió con nerviosismo al ver al conejo vestido de pijama azulado y pelaje despeinado, luciendo algo adormilado. -¿Te desperté?-

-Nha...- se acerca a paso lento. -...escuche un ruido y vine a ver que no fueran alguno de mis hijos buscando galletas en medio de la noche- lo mira con curiosidad. -¿Todo bien?-

-Si, si, estoy bien- no quiere decirle que sus sueños estuvieron plagados de feos recuerdos. Como el escozor que sintió en su costado cuando aquel tigre lo rasguño y el pavor al sentir la sangre correr; el pánico que sintió al estar enterrado bajo unos escombros sin poder mover por quien sabe cuanto tiempo; el temor al sentir una cuchilla afilada contra su cuello como una amenaza de unos ladrones tontos. Todo eso le da escalofríos.

-Hey...- el gato reacciona al sentir una mano en su hombro y levanta al instante la vista. -... ¿Seguro que estás bien?- el conejo lo mira con preocupación.

-S-Si...solo...- su voz tembló. -...pesadillas- termina por murmurar.

-Ho...- Oswald parpadea un par de veces y parece dudar un poco pero muy pronto abre los brazos, rodeando al felino y acercándolo, abrazándolo. Félix se tensa por unos segundos pero muy pronto se relaja, aferrándose al pijama azulado y enterrando su rostro en el hombro ajeno, sintiendo las lágrimas salir de sus ojos. No sabe si debe estar avergonzado o no de estar llorando por una pesadilla y abrazando a su "crush" como consuelo pero por el momento, no lo pensara realmente. Oswald simplemente murmura palabras de consuelo y acaricia la nuca del felino con tranquilidad, dispuesto a quedarse allí todo el tiempo que el otro lo necesitará. No sabe cuánto tiempo están así, separándose cuando unos pequeños brazos rodean sus piernas. Bajan la vista, viendo a los pequeños conejo celestes que los mirando fijamente. En la puerta están los demás, todos muy atentos.

-¿El Señor Félix está triste?- pregunta uno de ellos con tristeza. El gato está demasiado avergonzado para contestar.

-No, solo tuvo una pesadilla- el conejo sonrió con cariño. -¿Saben lo que hay que hacer?- ante eso, el felino siente curiosidad ¿Hacer que cosa?

-¡Si papá!- todos ellos asintieron con entusiasmo. Muy pronto, Félix se encuentra en medio de un nido de mantas y almohadas, con Oswald recostado a su lado y los conejitos alrededor de ambos. Los pequeños se durmieron apenas se aseguraron que el felino estuviera cómodo, el conejo tardo un poco más pero muy pronto ya no pudo luchar contra el sueño. El felino los mira por unos minutos y cierra los ojos, durmiendo y sintiéndose calmado allí mismo. Su sueños, esta vez, están llenos de risas y rostros familiares.