Capítulo 2. La voz de tus manos.

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—¡Hola, chico! —saludó Joe desde su motocicleta—

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—¡Hola, chico! —saludó Joe desde su motocicleta—. Ah, es cierto —se dijo dándose un golpecito en la frente, se bajó y caminó unos pasos tras Dante—. ¡Oh, tranquilo pequeño!

Dante había dado un salto cuando sintió la enorme mano sobre su hombro, pues no vio a Joe acercarse. Al ver que era Joe, Dante se calmó y le dedicó una gran sonrisa mirando hacia arriba pues él era muy pequeño de estatura. Por alguna extraña razón que Joe no supo descifrar se sonrojó al verse reflejado en esos hermosos ojos negros.

Habían pasado unos días desde que Joe lo salvó, Joe se había querido deslindar de cualquier cosa relacionada con el chico, pero algo muy dentro de él no lo permitió.

—¿Vamos a comer? ¡Ay, pero que bruto soy! —murmuró dándose otro golpecito en la frente —. A ver lo escribiré mejor.

Vamos.

Escribió Dante en el móvil, cuándo leyó lo que Joe le había escrito. Joe cruzó una pierna ágilmente sobre su motocicleta roja y encendió el motor que rugió como un león, le hizo señas para que se subiera, pero Dante parecía nervioso y se quedó estático. Dante tomó su mochila para sacar un cuaderno viejo y desgastado y un lápiz para escribir, se lo pasó rápidamente a Joe.

Miedo yo.

Pero los ojos de Joe bailaron por la esquina de la libreta y aunque estaban tachadas algunas palabras y había borrones de tinta como quien intenta esconder un secreto, logró leer cosas como: Marica. Fenómeno. Lisiado. Y sintió que su sangre hervía como pocas veces. Dante lo notó y tiró de la libreta para guardarla, pero Joe lo tomó de la muñeca que parecía tan delicada y con la mirada le indicó que subiera. Aunque este se negó Joe tenía más fuerza y con un rápido movimiento lo subió.

Como sólo tenía un casco, Joe se lo colocó a Dante, aunque le quedaba algo grande. Joe intento abrocharlo, pero Dante le dio un suave manotazo apartando sus manos y lo abrochó él mismo. Joe soltó una risotada. Y estando listos, Dante montado detrás de Joe, se aferró a su espalda, estaba asustado pues nunca se había subido a una, ni siquiera sabía andar en bicicleta. La vez anterior había optado por caminar mientras Joe había ido acompañándolo manejando muy lentamente la motocicleta a su lado pues le dijo que estaba adolorido como para subirse. Joe le tomó las manos y se las pasó por el abdomen señalando como sostenerse mejor. Una vez más Joe sintió un rubor en la cara cuando esos brazos lo cogieron con fuerza y aquel pequeño cuerpo se arrimó contra su espalda.

Dante cerró con fuerza los ojos cuando sintió el movimiento del vehículo, pero abrió los ojos al ver que no pasaba nada, se sintió seguro y comenzó a disfrutar del aire contra su rostro. Joe compró unos sándwiches y refrescos en el camino y continuó hasta llegar a un parque poco concurrido, buscó una banca bajo un árbol frondoso de flores amarillas.

 Joe compró unos sándwiches y refrescos en el camino y continuó hasta llegar a un parque poco concurrido, buscó una banca bajo un árbol frondoso de flores amarillas

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