Estíbaliz se encontraba recostada tomando el sol en la enorme alberca, vestía únicamente un pequeñísimo bikini, amaba esa vida de lujos y excesos.
―Disculpe, eh, señorita Estíbaliz ―llamó su atención uno de los varios choferes de la casa y que aún no había pasado entre sus piernas.
―¿Mmm? ―lo miró como quien mira un insecto.
―Llegó este sobre para usted ―respondió este extendiéndole un sobre grande.
Estíbaliz se incorporó extrañada y muerta de curiosidad sobre el contenido, de un manotazo se lo arrebató de las manos al chico.
―¡Ya lárgate! ―le gruñó despectivamente. El chico asintió y se retiró rápidamente pues la presencia de la «señorita» le ponía los pelos de punta. El joven entró a la cocina.
―¿Todavía no te ha pedido el «favorcito» esa bruja? ―le preguntó una señora entrada en años que cocinaba atareada―. De esa se puede esperar lo peor.
―Para mi fortuna...
El chico dio un brinco como de dos metros y casi se le sale el corazón por la boca cuando escuchó un grito de cólera que sonó como el chillido de un cerdo.
―¡MELAS PAGARÁS MARICÓN, LO JURO! ―juró a los lejos Estíbaliz.
―«Después de lo de anoche, lo tengo muy claro: ¡él me ama!» ―se decía Joe que iba sobre su motocicleta a toda velocidad―. «Diga lo que diga, me ama, soy tan feliz. Dante... mi Dante».
Se detuvo en seco pues en la entrada del habitacional también estaba Marco caminando hacia el interior con un ramillete de rosas. Joe se bajó apresuradamente de la motocicleta y lo encaró.
―¡Ey tú!, ¿qué carajos haces aquí? ―gruñó con el ceño fruncido y mostrando los dientes como un lobo salvaje. Estaba hecho un basilisco.
―¡A ti qué te importa! Yo debería hacerte la misma pregunta.
―¿Ah, sí? Pues vine a ver a mi Dante... ¿y qué harás al respecto? ―le mostró un ramo de rosas al menos tres veces el tamaño que el que Marco llevaba.
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Escucha Mis Manos
RomanceDante, un chico sordo que ha tenido que enfrentar toda su vida las burlas y las penurias de ser diferente; Joe, un chico que aparentemente tiene todo, más nadie conoce a los demonios que lo atormentan y un accidente que encontrará sus caminos provoc...