Capítulo 5. Caballero blanco.

725 153 165
                                    

—¡Agárrate fuerte! —le dijo a Dante cuando este se subió con dificultad a la enorme motocicleta roja

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

—¡Agárrate fuerte! —le dijo a Dante cuando este se subió con dificultad a la enorme motocicleta roja. Luego repitió esas palabras con sus manos, tendía a olvidar que Dante no lo podía escuchar.

Había pasado una semana desde aquel terrible incidente. Dante aún tenía algunos cardenales. Joe le había comprado un par de cómodos zapatos negros para el colegio y un par de lindos tenis rojos, una mochila y útiles escolares le había costado lograr convencerlo de aceptar, pero cuando le dijo que si no lo hacía, él se pondría triste, aceptó de inmediato.

«¿Puedes ayudarme?» comunicó Dante una vez ya estando en casa. Había mejorado increíblemente en la lengua de señas.

«¿Con qué?».

«Día del padre. Trabajar. Dar un regalo a papá».

«No. No puedes descuidar tus estudios».

«Será poco tiempo. Tarde trabajo. Noche tú me enseñas».

Joe torció la boca analizando la petición del chico, sería mucha carga para él considerando que tendría que cumplir con los deberes escolares también. Dante tenía un poder de convencimiento inigualable con esos tiernos ojos negros, no podía negarse.

«¿Cómo ayudó?».

«Para hablar».

—«Claro» —se dijo Joe ¿si no, cómo lo haría Dante solo?

Un par de días después, Dante junto con Joe, visitaban algunos locales, pero al ser sordo todos lo rechazaron, creían que sería una carga, que no ayudaría en nada. Ambos se sentaron en su banca favorita para tomar un descanso. Cuando Joe volvía con un par de cucuruchos de colores extravagantes encontró a Dante llorando. Se quedó sin aire en los pulmones y sintió que respirar ardía demasiado, verlo llorar era una tortura que le rompía el alma.

«¿Qué pasa, estás bien?».

Joe revolvió suavemente el cabello del chico. Dante alzó la mirada al sentir esa enorme mano, tenía el rostro sonrojado.

«Nunca podré lograrlo. Soy rechazado por el mundo. ¿Yo no futuro tener?».

—¡No! —gruñó Joe. Luego bufó dándose cuenta que el chico no le podía oír.

«No es eso. Hay gente idiota. ¿Por qué dices eso?».

«¿Cómo demostrar que poder si no dan oportunidad a mí?» Dante lo miró con unos ojos tan tristes que Joe ladeó la mirada para no terminar llorando también.

«Espera. Déjamelo a mí. Vamos».

Joe le extendió la mano, Dante dudó unos segundos en tomarla.

Escucha Mis ManosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora