Capítulo 17. Las puertas del paraíso.

483 89 92
                                    


¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


Dante se detuvo tan bruscamente como si se hubiera topado con un muro invisible. Sobre ese carísimo automóvil se encontraba Joe mirándolo y con una enorme sonrisa. El corazón de Dante dio un vuelco, aunque estaba en una relación con Marco, Joe le seguía provocando demasiadas cosas que lo confundían.

―«Seguro viene a ver a Tony, no sabe que él trabaja por la mañana» ―se dijo negándose a creer que estuviera ahí por él.

Dante torció el camino para no cruzar cerca de él y apresuró el paso, fuera como fuera no era su asunto y no quería verlo. Una enorme y masculina mano lo tomó de la muñeca suavemente deteniendo su marcha, no volteó pues la descarga eléctrica del contacto con esa piel le indicó quien era. Dante continuó cabizbajo pese a las insistencias de Joe que alzase la mirada.

―Mi niño, por favor ―susurró Joe.

Tomó su pequeña barbilla y ejerciendo un poco de fuerza logró el tan esperado reencuentro de un hermoso par de ojos negros con unos verdes. Dante perdió toda intensión de lucha cuando se vio reflejado en ese profundo mar verde, estaba como hipnotizado, era la primera vez que lo veía de esa forma. Joe con los ojos acuosos y las mejillas rojas le sonrió dulcemente. Joe le soltó el rostro y comenzó a hacer señas mientras aún lo tenía tomado de la muñeca pues tenía miedo de que escapara.

«Hablemos por favor».

Dante hizo el amago de querer soltarse, pero no tenía fuerza, era como si el solo contacto con la cálida piel de Joe derrumbara sus defensas. Dante bajó la cara, pero Joe volvió a cogerle el mentón entonces le dio un beso en la frente. Ese gesto fue suficiente para que Dante quedara rendido.

Con el rostro ardiendo y el corazón casi saliéndosele por la boca asintió.

«Gracias».

Le comunicó Joe, luego besó ambas manos. Dante se quedó sin aire, era una sensación única siendo Joe.

Joe estacionó el coche en el parque central, se bajó rápidamente y le abrió la puerta a Dante ofreciéndole la mano para que bajara

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Joe estacionó el coche en el parque central, se bajó rápidamente y le abrió la puerta a Dante ofreciéndole la mano para que bajara. Debido a la hora había muy pocas personas en el lugar, ambos caminaban cada uno sumido en sus pensamientos hasta llegar al frondoso árbol de flores amarillas que tanto les gustaba. Se sentaron, esta vez no en la banca sino al pie de este.

Escucha Mis ManosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora