Capítulo 13. Fallido Reencuentro.

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Las butacas del lugar lucían abarrotadas. Ocupadas por decenas de personas, los chicos próximos a graduarse vestían sus mejores ropas de gala, había un bullicio general que llenaba todo el espacio debido a las risas y algarabía de los presentes. Todos se veían contentos excepto Tony, quien miraba nervioso la hora en su reloj de pulsera de un feo color rosa, se paseaba de un lado a otro ansioso, sus chicos aún no habían llegado.

—¡Tony!... siento la demora —dijo Joe al llegar (Tony dio un salto). Vestía elegantemente un traje gris claro, pantalón y corbata a juego. A pesar de los cambios físicos seguía siendo muy guapo provocando que muchas chicas lo miraran abobadas (y algunos chicos también)—. Había un poco de tráfico, aparte el estacionamiento estaba lleno. Ya sabes.

N-no... no te preocupes —dijo tartamudeando un poco—. Aún no empieza —carraspeó un poco para sonar más seguro.

—¿Por qué te tiembla la voz? Tranquilo, sólo tienes que subir al podio, recibir el papel, sonreír y ser guapo y ya ¡ja, ja, ja —Joe le dio un fuerte manotazo en la espalda que casi lo tira al suelo.

Mientras Joe trataba de tranquilizar a Tony, creyendo que este estaba nervioso por el evento, Tony divisó a lo lejos a Dante, pero no llegaba solo, iba con Marco, el joven y guapo doctor del hospital.

—Mierda —susurró Tony. No estaba saliendo como lo tenía planeado. ¿Qué hacía Dante con él?

—¿Perdón? —dijo Joe confundido.

—Nada, nada. Mira, ¿ves aquella mesa de allá? Bien, ¿serías buen chico y traerme algo de beber? Anda te daré una galleta.

—Ni que fuera un loro, bueno, ya vuelvo.

—Hola Dante... ¿doctor Marcos? —saludó Tony mirando sospechosamente a Marcos y de forma cortante.

—Buenas noches —saludó el doctor ignorando lo seco del saludo—. Y felicidades Tony por la graduación.

—Es Antonio —dijo Tony ásperamente.

—Antonio —corrigió Marco.

—Sí, gracias.

«Felicidades. Estoy feliz. Por ti» le comunicaba Dante con sus manos.

«Gracias pequeño. Creí que vendrías solo».

«Sí. Pero M-A-R-C-O-S ofreció a acompañarme cuando le dije».

Marco posó su mano en la cadera de Dante y lo rodeó de una forma demasiado íntima, Dante lo miró y sonrió dulcemente.

«Tengo regalo. Por ti» le entregó una bolsa.

«Uau. Gracias. No ser necesario».

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