Shi

145 22 4
                                    

En las mazmorras del Palacio yacía un hombre de mediana edad encadenado a las paredes como un peligroso criminal, su semblante era más pálido que antes y le costaba mantener el equilibrio por lo que a menudo dejaba caer su peso para que las cadenas lo sostuvieran, sin embargo no pasaba mucho tiempo antes de que los grilletes lo lastimaran obligándolo a ponerse de pié por su cuenta. El lugar era sumamente oscuro, tanto, que ni siquiera se podía ver la punta de la nariz

Tras haberse acostumbrado a la oscuridad durante quien sabe cuantos días, sintió una punzada en la cabeza cuando de pronto alquien entró con la luz de una linterna. A pesar de ser conciente de que alguien había llegado por esa luz, su mente no era lo suficientemente lúcida para distinguir quién era

No habló, simplemente colgó la cabeza en espera de que ese movimiento fuera suficiente para disminuir la luz que entraba por sus ojos y le provocaba dolor. No temía morir, pero temía otras cosas: entre ellas el bienestar de su familia

Sin embargo tan pronto como entraron arrojaron lo que parecía ser un bulto de arroz sin piedad al suelo ¿Una nueva persona? Shimotsuki se atrevió a mirar por el rabillo del ojo pero estaba envuelto en un saco café de manera hermética impidiéndole saber qué era realmente

Después de eso la puerta se cerró y la luz volvió a extinguirse. Obscuridad.

Ignorante de estos hechos Akane se encontraba de visita en sus escuelas, le sorprendía la cantidad de gente que se interesó por el conocimiento. Sobre todo por los niños que sonrientes se veían entusiasmados tomando sus clases

Sonrió con satisfacción al saber que pronto muchas más personas serían capaces de enseñar a sus hijos o enviarlos a las escuelas para aprender, aunque no había costo alguno para tomar las lecciones había quienes no vivían en la capital y hacían viajes únicamente con ese fin. Que los padres pudieran difundir ese conocimiento mientras se establecían más puntos de aprendizaje en todo el Imperio también sería de gran ayuda

—Su Majestad, es hora de volver— informó Sasuke contemplando la posición de las sombras. Al juzgar por el ángulo, debería ser casi la hora de la comida. Akane asintió y dejó unas cuantas instrucciones a los educadores; después volvió en el carruaje

Mientras andaban por las calles se dedicó a observar el paisaje, hacía bastante tiempo que no salía a tomar aire a la capital. Levantaba su ánimo contemplar a las personas paseándose con sonrisas en su rostro.

Mientras tanto, lejanamente, Ranma se encontraba reclinado en las raíces de un árbol contemplando su follaje balancearse con la brisa, sus ojos azules se veían también profundos como un océano lleno de pensamientos complicados

Hasta que sin previo aviso una flecha pasó rozando cerca de su brazo

Con rapidez se levantó cubriéndose con el tronco en la dirección opuesta de donde vino la flecha ¿Alguien quería matarlo? Con cautela se asomó sólo para ver a una chica levantarse de los pastizales con un arco en la mano

—Demonios— masculló enojada por haber fallado —¿No podías quedarte quieto?— bufó señalandolo con su arco —¿Te das cuenta de que perdí una presa tan buena?

Solo entonces el muchacho se dió cuenta de lo que pasaba. Sin embargo ¿Quién era ella? —Disculpa...

—Olvídalo, el jabalí ya se ha ido de todos modos— lo cortó con desgano. Estaba a punto de irse cuando Ranma volvió a hablar

—Aguarda— se acercó rápidamente pero teniendo cautela al mismo tiempo —¿Quién eres?— cuestionó, esta zona era el bosque que aún pertenecía a la aldea del exilio. Si no recordaba mal, solo las personas expulsadas a vivir de la sociedad en la capital y sus condados fueron enviadas aquí

—No tengo porqué decírtelo— sentenció dándose la vuelta para irse. Sin embargo se regresó a mirarlo una vez más y sin previó aviso le arrojó agua desde su odre —Entonces es cierto— dijo repentinamente  sorprendiendo al chico y a ella misma —Su Majestad Akane fué engañada por un hechicero— susurró

Si bien era cierto que la historia de su exilio no sería un secreto, también era verdad que la gente interpretaría la realidad de manera diferente. El hablante podría tener una intención pero el oyente podría entenderlo de otra manera, he aquí una historia desestimada de los hechos reales

Había un dicho que recitaba, las personas escuchan lo que les convenga; y naturalmente muchas de las historias sobre su relación con Akane habían salido del Palacio pero a grados diferentes de verdad o mentira. Incluso las odaliscas y guardias tendrían su parte para decir y modificar la realidad. No obstante aún le generaba dolor que la gente lo viera como un hechicero en busca de engañar o estafar

Aunque era mejor a que lo vieran como un fenómeno.

—No engañe a nadie, estoy maldito, solo intentaba sobrevivir— reiteró, no tenía caso negar vehementemente los hechos cuando todos en el país conocían su historia y creerían lo que mejor les pareciera. Omitiendo todo lo que sentía por Akane, decidió dejar a la desconocida y en su lugar, ahora no tenía el más mínimo interés en ella

—¿Maldito?— sin en cambio, pareció que ella tenía curiosidad por él —¿Cómo es eso?— preguntó igualando el paso con la ahora pelirroja

—Caí en un pozo mágico— declaró dando por zanjada la conversación. Pero la mujer parecía no importarle un poco su actitud apática

—Por casualidad... ¿Fué en Jusenkyo?

La palabra Jusenkyo fué suficiente para hacerlo detenerse en seco ¿Qué sabía ella?

Al verlo conmocionado, la chica supo que eligió el momento adecuado para hablar. En verdad, ella necesitaba encontrar a alguien bajo sus mismas circunstancias, ya que no poseía mucho conociemiento de esa tierra misteriosa, encontrar a alguien que sufría las mismas consecuencias probablemente sería un contador a su favor

Tras escuchar los rumores de que un hechicero se convertía en mujer con agua fría tuvo sus sospechas, pero no se aventuró a preguntar demasiado a los exiliados, eso la haría sospechosa. Pero confirmar la historia del mismo acusado era una cosa diferente, ahora tenía plena seguridad de que tal vez él le ayudaría a encontrar una manera de revertir las maldiciones —Mucho gusto, mi nombre es Rouge— saludó extendiendo su mano —Yo también estoy maldita por esas pozas.

En el Palacio Safron descendió a las mazmorras sin ser visto. Además de sus guardias nadie se atrevió a seguirlo y ver lo que hacía

Con lentitud ingresó a la celda de Shimotsuki seguido de dos hombres con la cara cubierta. Las bisagras de la entrada chirriaron cuando se abrió la puerta desgastada —Buenas noches— saludó cortésmente mientras el agujero oscuro se iluminaba tenuemente

Al igual que antes la luz le provocó al hombre un punzante dolor de cabeza. No sabía si era de día o de noche, solamente sabía que estaba cercando a su muerte. Lo único que no entendía era porqué lo mantenían ahí

—Señor... Shimotsuki— El emperador lo nombró con un tono más agrosado en su voz —Hace unos días... Conocí a dos encantadoras personas— comenzó a decir mientras el soldado comenzaba a sudar frío temiendo lo peor —¿Quieres saber quienes son?

Tan pronto como habló uno de los hombres con los que iba descubrió el rostro de una mujer del bulto que habían arrojado esa tarde a la celda

—¡No!— su grito resonó en la pequeña habitación haciendo eco estruendosamente —¡Haruka! ¡Haruka! ¡Haru...!— no pudo terminar de gritar, repentinamente le metieron una mordaza a la boca a callando todos sus clamores.

Continuará...

Poliandría II El rapto de la reina Donde viven las historias. Descúbrelo ahora