Niyūhachi.

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Ambas regresaron la vista al sitio de donde provinieron esas palabras. Ranma estaba al marco de la entrada, sujetando su equipaje contra el hombro mientras miraba a la odalisca con determinación—. Iré contigo también. Vámonos inmediatamente.

—Ranma Saotome tú...

—¡Ranma! —la voz de Nodoka llegó a todos acompañada de rápidas pisadas. Como era de esperarse, la madre del muchacho hizo acto de presencia detrás de él—¿Se puede saber qué crees que haces? —Inquirió tomando su hombro para que volteara a verla—. Creí ser muy clara cuando dije que no vas a ir a salvar a esa niña.

—Mamá. Perdóname por convertirme en un hijo no filial, pero no puedo quedarme de brazos cruzados después de saber que Akane está en peligro. —El muchacho se inclinó ante su progenitora con toda la solemnidad que le permitía su espíritu.

—No, no, no. Ranma por favor recapacita —comenzó a decir ella, sujetando al muchacho de las mejillas—. No puedo permitir que te vayas, no dejaré que te arriesgues de esta forma.

—Madre, nunca olvidaré todo lo que has hecho por mí. Por favor déjame protegerte para salir de este lugar y ve a algún sitio seguro con mi padre. Vive una vida feliz y sin preocupaciones.

—¡No seas testarudo Ranma! ¿Sabes siquiera quién es tu enemigo? —no le permitió responder antes de que ella misma lo hiciera— Es el clan fénix. El clan de sangre del último emperador varón —estalló sacudiendolo por los hombros—. Son personas llenas de sentimientos de venganza dispuestos a todo para eliminar a sus enemigos. Tú no puedes ir ahí, menos que nadie.

—¿Por qué?

—¡Porque yo...!

—Nodoka —Genma llegó junto a Rio en el momento preciso para detenerla. El antiguo general decidió buscar a su amiga para determinar una situación favorable sobre su escape de la tierra del exilio. Además, su propio sentido de la responsabilidad le impedía cerrar su ayuda a la joven emperatriz cuando su madre lo había apoyado durante toda su vida como soldado.

La aludida se quedó con la boca abierta, dándose cuenta de lo que estuvo a punto de hacer. Las lágrimas que detenía en las esquinas de sus ojos finalmente cedieron, manchando sus mejillas. Bajo ninguna circunstancia podía permitirse arruinar la vida de su hijo—. Por favor Ranma. No lo hagas.

—¿Mamá? —él se dio cuenta de lo verdaderamente afectada que estaba, sintiendo el peso de la culpa, envolvió los brazos alrededor de ella para tranquilizarla—. Yo aún no me voy. Aún estoy aquí, pero no podría vivir con la angustia de saber que... Que... —hundiendo la cabeza en el hueco del hombro femenino, confesó—. La amo, mamá, mucho más que a mí propia vida. Y no me interesa si me lo agradece o me odia, no puedo dejar que le pase algo así.

Ella no respondió porque lo sabía, sabía que su hijo no iba a olvidarse fácilmente de esa mujer. Más, eso no detuvo su miedo, la angustia producida ante la catastrófica verdad que se cernía sobre ellos.

—Ranma —Rio se acercó a la pareja de madre e hijo—. Yo no soy ninguna autoridad para tí, pero tampoco puedes actuar de forma precipitada. Antes de que intentes llegar al palacio pateando las puertas para rescatar a su Majestad, tienes que trazar un plan. Tu desespero solo va a causar tu muerte. Escucha a tu madre antes de que decidas ir sin más.

El azabache se sintió acorralado, había empaquetado todas sus pertenencias y corrido aquí tan pronto como tuvo vía libre precisamente porque no quería a nadie de teniéndolo, sin pensar en lo que haría exactamente. Solo deseando llegar a la mujer que tanto amaba.

—Ranma. Antes de salir de aquí, necesitas saber a dónde vas —Genma llegó a su lado, tratando de convencerlo—. Si es lo que quieres, voy a ayudarte a rescatarla —ignorando la mirada de advertencia que le dedicó su esposa al oírlo, dijo como recordatorio— pero lo vamos a hacer con un plan, paso a paso.

El rostro del joven se transformó por completo, por primera vez miró a su padre con absoluto respeto.

—Sayuri ¿No? —Rio se acercó a la odalisca que permanecía sentada en la estera del lugar—. Sé que te preocupa tu señora, pero debes pensar en frío. Quiero todos los detalles sobre lo que sabes y si hay alguien con quien podamos comunicarnos, dilo de inmediato.

Diez días después, los refuerzos marítimos arribaron a Kyushu, el capitán de la embarcación principal se reunió con la emperatriz tan pronto como llegó, listo para recibir órdenes de enfilamiento—. Capitán Horibe, quiero que distribuya lo que el ejército imperial va a entregarle, tiene plena autoridad para manejarlo como piense que es mejor. —Al tiempo que Akane hablaba. Los soldados de la comitiva imperial revelaron estructuras de prismas rectangulares apiladas en el muelle.

Después de la muerte de su escolta, estaba cansada de jugar solo a la defensiva. No iba a esperar a que el enemigo tocara su puerta como las generaciones pasadas, perder a otra persona importante para ella no era una opción.

Decidiendo usar todo su arsenal, lo que presentaba ante el capitán de las embarcaciones no eran otros que cañones provenientes del Gran continente, un obsequio recibido durante el banquete de coronación por parte de su antiguo concubino.

El príncipe de Togenkyo: Toma.

Shampoo encontró esto inesperado, no sabía que la emperatriz tuviera en su poder algo tan contundente como una pila de cañones. Con ellos, incluso la armada más potente debería tener cuidado. No sabía quién los consiguió para ella, pero entendió que era una tarea monumental siquiera obtener pólvora para fuegos artificiales.

El capitán se apresuró a llevar los cañones a bordo del nao principal, también trasladaron los arpones recién terminados por la armería completando el armamento preventivo. Con este obsequio no había necesidad de mover al resto de la flota imperial hacia aquí. Lo que les permitiría cuidar las costas de la bahía cerca de la tierra del exilio también.

Tras volver a la mansión de Shampoo cuanto estuvo oscuro, la de cabello morado entregó su informe sobre las peticiones que Akane hizo con ella—. Todo está terminado como ordenó Majestad. He delegado mis funciones a la consejera del oeste como solicitó y estoy lista para partir con usted.

—Partimos esta madrugada en secreto. Desplazate hasta encontrar el contingente de infantería del batallón número tres de Yoshio, lleva también a los soldados imperiales contigo. Nos reuniremos en los barrancones de la frontera.

—Entendido.

—No hay nada más, puedes retirarte.

Ambas salieron del estudio rumbo a sus habitaciones. Shampoo estaba realmente entusiasmada por ir a la campaña, aunque seguía preguntándose de cierta manera el contenido de la misiva que recibió la otra hace diez días; pues gracias a ésta el plan original de nombrarla emisario primero y después ir al campo de batalla fue cambiado por las órdenes actuales.

Debían partir desde el oeste en secreto hasta la frontera de forma separada.

Al tiempo que ella revisaba su equipaje, su escolta estaba ansiosa escribiendo un mensaje secreto para el emperador. Luego de ver los cañones en el muelle y saber los cambios de plan de la emperatriz, tuvo que informarle al soberano para desarrollar contramedidas. Al ser la escolta de la señorita Shampoo tuvo que irse con ella, dejándola con muy poco tiempo para dejar el mensaje en la tienda de siempre. Lo que no previó en medio de su apuro, fueron los sigiloso pasos de Konatsu que la siguieron por todo el camino.

Hacía cinco días que la descubrió enviando una misiva, cimentando las sospechas de Akane sobre la joven amazona. Aunque interceptaron el mensaje no entendieron el contenido. Al igual que esa noche, hoy el espía de Akane se hizo nuevamente con el papel mientras el medio de la tienda estaba distraído. Copió el contenido regresandolo a su lugar y salió de ahí fundiendose con las sombras de un callejón.

Para cuando estuvo con Akane. Ella se mantenía observando a través de la ventana dándole órdenes de irse inmediatamente a la capital para consultar a Hiroshi y Daisuke su opinión sobre el mensaje oculto, esperando que fueran capaces de entenderlo o darle un indicio de su contenido.

A su vez, Rio había logrado entablar comunicación con los mismos hombres para entregarle su comunicado a Gosunkugi.

Continuará...

Poliandría II El rapto de la reina Donde viven las historias. Descúbrelo ahora