"Feliz cumpleaños "

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Esa tarde del sábado se prestaba calurosa, solo trabajé medio día. Cuando Gustavo se fue, me quedé sentado en la vereda para refrescarme un poco, esperando que sean las 17 para ir al primer cumpleaños de mi sobrinita, Ayelen, hija de mi hermano Franco, y su novia Patricia. Ellos fueron novios durante 5 años, eran compañeros en la secundaria, terminaron el colegio haciendo carrozas en la misma promoción del año pasado. Después del embarazo de Patricia se fueron a convivir en nuestra casa, sentíamos como crecía la familia y cuando llegó la bebe, fue algo insoportable los primeros días, pero inevitablemente me encariñe demasiado con Ayelen, sus llantos, sus pequeñas manitos, su delicadeza, así me cambiaba el ánimo todos los días, la cuidaba cuando podía, y ella era en ese momento más importante que yo. La vi crecer rápido, para mí era más imprescindible verla reír que respirar. Su primera palabra fue obviamente “mamá”, la segunda, quizás porque pasaba demasiado tiempo con ella , fue “chanti”,lo cual me hacía sentir más orgulloso y despertaba ese instinto paterno secundario temporal. Durante el corto tiempo que me había mudado, no dejaba de verlos, iba todos los días a comer, y de paso a ver a mis amigos. Era una obligación estar con Ayelen ese día especial. No me importaba que Ivana, pase quizás a buscarme, yo tenía algo más importante que hacer. Lleve los regalos en la mochila y me fui a buscar a mi tío para llevarlo a Gorriti. Mi tio vivía en la avenida Marina Vilte, al frente de un baldio, cerca de allí había un puesto de salud pequeño, que funcionaba de guardia, los fines de semana. Una joven enfermera estaba barriendo la vereda, parecía muy joven, mostraba mucha simpatía, y gracia al mover la escoba. Me quedé mirándola mientras me bajaba para tocar la puerta de la casa de Tomás, espere más de 5 minutos, me parecía notar que los ojos de la enfermera también me observaban a la distancia. Tras golpear la puerta y llamar a mi tio con un grito, la enfermera desapareció. Pensé que quizás mi tío ya había salido en colectivo, le gustaba más viajar así. Arranqué la moto y no me detuve hasta llegar a mi casa, era fanático de la adrenalina, me gustaba sentir que todo a mi alrededor corría a través de mis ojos, jugaba ser más rápido que el viento. Asi llegue a mi casa, decorada con globos, bastantes dulces y música infantil. -¿Tomás no venia con vos?-Me reprochaba mi padre, después del primer saludo. -Debe estar viniendo, no estaba en su casa ¿ Dónde esta Ayelen? -Bueno, si mira Ayelen ahí viene para que la saludes con su mamá. Ayelen tenía un pequeño vestido rosa y una corona de princesa muy grande, algo que me causó un poco de gracia y me llenó de ternura. Sostuve sus manitos y pronuncio mi nombre ,en su idioma de bebé balbuceante -Chantiiii – y estiraba sus manitos hacia mí. Sabia que mi presencia le había causado alegría, su sonrisa era tan grande que dejaba ver sus pequeñois dientes de leche, y sus ojitos risueños brillaban mucho más que el sol. Balbuceaba un poco más de lo normal, según decía su madre con mi hermano Franco a su lado, que ya aparentaba ser mucho más adulto que yo, no paré de hacerle cosquillas a la bebé, le di su regalo a Patricia, una bolsa con ropa, dos remeras, dos pantalones, un par de zapatitos, zapatillas, y sandalias, cosas que había comprado una semana atrás en la feria del Alto comedero. - Gracias- decía Patricia- ¿mira lo que te trajo el tio Santi?-y acariciaba su carita mientras la beba me miraba sonriente - Bueno, me la llevo porque ya le cantamos el feliz cumpleaños, y apaga la velita, vamos Santiago veni con nosotros En el cumpleaños había familias vecinas y amigos de mis padres, más de diez chicos pequeños jugando y comiendo golosinas. Cuando nos paramos todos en la mesa y llego la torta, todos se agruparon a cantar, el padre de Patricia llevaba una cámara filmadora con la que registraba todo ese hermoso momento. Un momento que nunca se vivirá con más intensidad que al recordarlo. Todo era tan maravilloso, hasta la presencia del “Flaco” el perro de la familia cerca de la mesa, nos pareció gracioso. Ayelen estaba inquieta, y atemorizada después que veia la vela encendida, sabía bien que le asustaba el fuego, así que fui yo el que apagó la vela de un soplido, por ella ese día. -¡Santi!, le robaste su cumpleaños-bromeaba su madre En fin, seria ella la que cortaría las porciones de torta y las repartiría en una plato de cotillón a los presentes, mientras Franco sostenía la alegría de la casa en sus brazos. -Gracias por venir Santiago -No, si yo tengo que estar aquí hoy Franco solamente sonrió, haciendo besitos de esquimal a su hija. Mi hermano trabaja en una empresa de construcción nueva, dijeron que también estaban por construir en Alto comedero, la idea de irse a vivir con su familia por ahí cerca, me gustaba demasiado. Ayelen caminaba por los pasillos, jugando y escapándose de sus padres cada tanto, verla dar sus primeros pasos , sin ninguna dirección, sin obstáculos, sin miedo, verla con nosotros con tanta vida, nos ponía feliz a todos. Luego al anochecer se agotaron sus energías, los ojitos de ella se empezaron a cerrar, para llevarla a su mágico mundo de sueños. Mientras su mamá se la llevaba para recostarla en su pieza, mi padre volvía de despedir a los invitados, agradeciendo a cada uno su presencia , y un poco preocupado se sentaba en la mesa. -Al final parece que Tomás no viene – decía -Ya es grande, tiene que saber qué es lo que hace- le dije yo -¿Cómo esta él? Hace mucho que no lo veo -Bien, bueno yo lo veo muy poco también, una o dos veces por semana -¿Y no vas a su casa? -Casi nunca parece que está Mi papá siempre se preocupaba por Tomás, ejercía sobre él su rol de hermano mayor, sobre todo después que murió mi abuelo. Mi padre es maestro mayor de obras, hombre de 41 años, desde mi adolescencia, que no lo recuerdo tomando alcohol , ni fumando. Se había vuelto un poco más religioso también, y el éxito de su trabajo lo llevo a progresar continuamente. Prospera siempre, porque se dedica con pasión y esfuerzo a su trabajo. Era la cara opuesta de Tomás, uno vivía responsablemente cuidando su familia, mientras el otro no hacía más que tener una vida errante. Pero tenían la misma sangre, y eso los ataba siempre. -¿Sabías que Ulises va ser papá también? Lo mire sorprendido, y negué con mi cabeza. Me impresioné con la noticia. -Va a venir con la novia en dos semanas. -Bueno, Tomás lo debe saber- decía mientras me frotaba los cabellos de emoción. -No sabe nada. No llama hace mucho, tampoco a su hijo. -Algo debe estar pasando, anda muy ocupado en la casa. -El martes fui, ¡solamente puso un portón!–decía mi padre, un poco decepcionado de su hermano - Fíjate si anda por ahí tomando de nuevo, no se cuida, sale sólo, y cuando quiere, además hace poco vino un policía a preguntar por él, no sé qué le anda pasando, viene una noche a pedir plata, y te la devuelve a vos para que la traigas, debe tener esos mismos problemas de siempre,¡ no entiende que se tiene que cuidar…!-Mi padre estaba demasiado exaltado, necesitaba calmarlo. -Si me entero que le anda pasando te lo digo papá- Le dije, sabiendo en el fondo de mi corazón que le ocultaría la verdad quizás por conveniencia. Mi padre me observo y asintió la cabeza confiando en mí. Hablamos un poco más, pero de otras cosas. Tras el cansancio de cada uno de la familia, decidí salir a buscar a mis amigos para salir a festejar esa noche en algún boliche de la ciudad. No fue difícil, en la esquina me encontré con Oscar y Guille, que tomaban unos vinos con soda para refrescar la calurosa noche de verano, mientras escuchaban los jujeñazos a todo volumen. Me quedé un rato hablando con ellos, no me costó convencerlos, se cambiaron y sacaron sus billeteras, y los llevé a los dos en la moto, hacia un boliche de la avenida el éxodo. Bastante olor de tabaco y alcohol, destilaba en la pista. Mucha gente alborozada, que festejaban por festejar cualquier cosa. Tras bailar y beber con algunas chicas en la pista sin éxito con ninguna de ellas, decidimos dar una vuelta y buscar parejas. Me lleve con la sorpresa de encontrar en un asiento de la barra a mi tio Tomás, a los besos con una señorita a la cual él parecía conocer hace mucho tiempo. tras sorprenderlo con un saludo, me miró sonriente. -Santiago… ¿cómo estas?- Su aspecto era el de siempre, no presentaba signos de estar borracho tampoco. -Te olvidaste de ir al cumple de Aye -¡uh! Cierto, me olvidé. Mañana la voy a ver, ahora estoy ocupado- me dijo, mirando a los ojos de su compañera. La señorita con la que estaba, parecía de unos 30 años, vestida con elegancia, tan asi que los brazaletes y el collar en su cuello parecían ser caros. Mi tio me guiño el ojo derecho, y le pedi algo de plata para seguir pasando la noche. No se negó y abrió la billetera, dándome lo que él me dijo que era un adelanto. -Chau Santiago, pasala bien-me decía mi tio Lo saludé levantando la mano, envidiando un poco la suerte de mi tio con las mujeres. Mientras me dirigía a encontrarme de nuevo con mis amigos, una chica caminando entre la multitud me sorprendió mucho más que ver a mi tio esa noche allí. No había pensado en ella durante casi todo el dia, pero de pronto aparecia frente a mi caminando, distraída con sus amigas, quizás buscando otras personas. La sostuve de la muñeca sorpresivamente. -¿Como estas, preciosa? Ivana, me miró al principio un poco desconcertada y tal vez con vergüenza, me soltó suavemente mano, y me dio un beso en la mejilla. Se paró cerca de mi oído y me dijo: -Vamos a la pista que ya toca el grupo, dale. -Bueno, pero vienen mis amigos también con ustedes Ivana llamó a sus amigas. Nos presentamos todos y nos fuimos en grupo a la pista para ver tocar al grupo “Bandidos”. -Te había ido a buscar a la tarde pero no estabas en el taller…-decía Ivana delante de mí sosteniendo mis brazos para ponerlos en su cintura, apoyando su cabeza en mi hombro. -Tenia el cumpleaños de mi sobrina.¿ Para que me buscabas? -Para venir aquí…me gusta ese grupo…¿Qué tal la pasaste? -Muy bien, pero yo sople la vela de cumpleaños – le dije sintiéndome un poco culpable de haberlo hecho, antes que la madre -Entonces “Feliz cumpleaños” para vos - dijo Ivana bromeando y dándome un beso dulce y suave. El sonido se interrumpió para dar paso al recital del grupo. -Vamos un poco más cerca dale…-dijo Ivana La música empezó a sonar de nuevo tras unas breves palabras de presentación de un animador, la gente comenzó a cantar y bailar. Nos cansamos de mover los pies, silbar, gritar y levantar las manos. Era un anticipo del carnaval que recorría por las venas de cada cuerpo presente en aquella fiesta. Llego el horario de cierre, las luces se encendian en su totalidad, la gente, comenzaba de a poco a retirarse, algunos quizás para sus casas a continuar la fiesta allí o en algún after, pocos irían a dormir después de esa noche. -¿Me llevas a dormir?- dijo ella mientras me frotaba el hombro -¿Y tus amigas? -Estan en las suyas también- dijo sonriendo, tratando de buscarlas entre la multitud que salía La verdad era que hace tiempo los habíamos perdido de vista, quizás ya se habían ido, sin invitarnos al vernos demasiado “ocupados”. Mientras salíamos de la mano, Ivana se detuvo y me dijo que la esperara un segundo. Su vista se fijaba sobre una pareja que se abrazaba unos metros más adelante, el chico abrigaba con su campera de cuero a su pareja. Por esa mirada entendí todo lo que pasaba por su cabeza. No hacia falta explicaciones de su parte. Ese chico que ella miraba era su novio de la secundaria. Respiro profundo y me dijo que la sacara de aquel lugar lo más rápido posible. Una vez afuera vi que mi tío, se subia en un taxi junto con la mujer que había estado en el boliche. Ni siquiera me vio, aun estando a unos metros. Ivana estaba triste, me dijo que la lleve al taller. Cuando llegamos, se apagó su tristeza, encendió su pasión juvenil. Se quedó a dormir en mis brazos.

A las 10 de la mañana despertamos en nuestra realidad. -Me tengo que ir –Susurraba ella sobre mi pecho. Los ojos de Ivana eran más hermosos cuando despertaba. -Esta bien, me cambio y te acompaño -No te molestes, voy sola. Y ella se vistio rápidamente, me dio un beso y se despidió, camino hacia la puerta y se detuvo en silencio. -Gracias por seguir conmigo Santi… Abrio la puerta y la luz del sol parecía ser produjo un destello de luz tan fuerte que provocó un poco de lágrimas en mis ojos, tal vez fue tristeza compartida por Ivana. En fin ni yo sabía que buscaba.

Alma erranteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora