"El impulso" -Parte 2-

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-Sabía volverias por Antonela, es más se muchas cosas de vos- pronunció el Sargento, presionando el arma más fuerte.
-Se ve que no perdes el tiempo gil, te voy a hacer lo mismo que a tus amigos- dije confiado de soltarme.
-¿Y vos crees que yo los mandé?¿Que amigos?, yo no mando a matar, eso lo hago yo mismo, sos facil de provocar chango, el mismo que ordenó eso, es el mismo que ahora tiene a mi sobrina,secuestrada en su casa, y vos, vas a ser quien la va sacar de ahí.
Tenia que ser precavido, para tratar de adivinar que planeaba, tal vez lo de su familiaridad con Ivana era solo una mentira, deseaba que así fuera.
Pero recordando lo que dijo esa noche..."tengo un tio que me puede defender porque es policia..."
Creia solamente en lo que yo queria, y me negaba creer esto.
-¿Tu... sobrina?-pregunté, atónito, no queriendo saber más de la realidad, y comprendiendo el porque Daniel, me odiaba tanto.
-Sí, así es basura, y es muy pendeja para estar con un chango como vos, debería matarte, pero por ahora me haces falta, después veremos que hacer con vos, quizas en una de esas te perdono.
Era verdad y no quedaban dudas.
-¿Que hay entre Horacio y vos?
-Somos enemigos...y por tu culpa ella corre peligro, vos la fuiste a provocar a Horacio-Tenia en su rostro una expresion perversa, se arrugaba tanto su cara que lo hacia parecer más viejo, envilecido, y así apunto contra mi cara más fuerte- así que mejor salvala
-Claro- dije nervioso- vos no tenes valor, sos un cobarde
Daniel, no se ofendia, mantenía fria su calma. El silencio, no interrumpio nada, los otros dos policias bajaron del auto.
-Cobarde...-Le dije para provocarlo, enfurecido, pero el comisario seguia sin reaccionar.
Me miró con un poco de pena, esos ojos habian sido seguro testigos de tantas otras ejecuciones similares, esa pena con la me miraba era seguro porque no podria matarme todavia, puesto que yo tendria que rescatar a Ivana.
-No vas a entender nada, y te vas a morir si te enteras como es la familia que tengo y en la cual vos apareces para romper la poca tranquilidad que nos queda...ay chango, estas jodido,-Presionó el arma levantando mi cabeza
-¡Caradura! ¡Vos me llevaste preso! por algo que no hice...ese revolver es tuyo-dije tratando de mirarlo a los ojos y lastimandome la garganta por hablar.
-En eso te equivocas, mucho, yo nada más aproveche para descargarme con vos, el arma solo apareció y la denuncia sabes que te la hizo un doctor, de apellido Aparicio y ¿a que no adivinas con quién anda...?
La expresion de Daniel de burla, ironica, recordandome, al doctor que me robo a la mujer que amaba, lo queria golpear con la cabeza, pero ni bien lo intenté, gatillo el revolver empujando aún más.
-Hacelo, que esperas... -dijo el sargento, tentandome a hacerlo- ¡¡¡dale pedazo de mierda!!!
La vista se le enrojecio, parecia un toro enfurecido, sin esperarlo siquiera, senti su puño intentando golpearme la cara, lo pude esquivar de suerte, por pocos milimetros, aproveche para pegarle un cabezazo en la nariz, y lo hice, debio dolerle, porque mi frente ardia, lo escuche maldecirme, y cubrirse el rostro soltando el arma en el asiento, inmeditamente, otra pistola, se posó cerca de mi oreja izquierda.
-Calmate, pendejo, o te moris.- amenazó el policia que conducia, mientras el otro tambien levanto su arma.
Cai en que los dos habian sido los mismos que me arrestaron y sera porque con el uniforme los veia igual, lamentaba que aquellos policias todavia estuvieran sanos.
-Bajenlo! ya...- ordenó el golpeado sargento.
Abrieron la puerta, mientras yo sonreia con la cara ensangrentada del animal, los policias me tiraron con furia sobre la calle, y despues se bajó Daniel, limpiandose con un pañuelo la nariz que no paraba de sangrar;cuando la tiró, se agachó, me pego de nuevo en el estomago y me agarró de la camisa.
Esforzaba mi respiración, tratando de aguantar.
-¿estas contento?...ya me pegaste, te podria matar ahora, pero deja nomas, te lo dejo pasar ¿estamos? ¿que te parece?
Levanto mi cuerpo completamente del suelo, sin hacer tanto esfuerzo, y despues giro mi cabeza para que viera lo que habia detras del movil policial.
Era mi moto, estacionada a un costado; él mismo la manejó, y sacó las llaves de su bolsillo.
-¿lo ves? yo sé donde las escondes, además tambien sé de quien es esa billetera, vas a tener muchos problemas, y sabes que yo voy a ser el unico que te pueda dar una mano si rescatas a mi sobrina...así que mas te vale ...
Siguio llevando mi cuerpo como si se tratara de una bolsa de acerrin.
-¡Más te vale que la saques de ahi, esta misma noche!
Me tiró de nuevo dentro del taller. Al caer senti mis manos torcerse, y grite del dolor.
Lo veia caminar, pero no podia levantarme y continuar, cualquier esfuerzo era en vano.
-Ya te rendis, ¿no es así?- dijo, mientras me cacheteaba la cara.
Los otros dos policias que lo acompañaban cerraron la puerta, y se mantenian mirando toda la escena fijamente.
-Para que entremos en confianza, te voy a dejar tu arma.
Abrio el rodillo que contenia las balas y me las mostró..
-¿sabes usar esto no?, es fácil, tenes que cargarla, presionar esto y apretar esto- dijo, mientras posicionaba el arma de forma que yo la viera. Nunca habia usado una, pero recordaba que Heredia,en una de las tantas noches de apuestas llevó una muy parecida y nos mostró como manejarla, esa vez la quiso apostar y yo dejé la partida porque debia ir a buscar a Antonela, y no me interesaba jugar por algo así, ese dia él recupero todo lo que habia perdido conmigo, creo que fue bueno para él que yo me hubiera ido.
Nunca tome en cuenta lo importante de aquella enseñanza.
-Así es como la vas a usar, y si tenes la suerte matas al abogado ese- dijo de manera sarcastica, desconfiando que lo haria.
-Eso... tenelo por seguro, pero...después... cuidate...que voy a ir por vos- dije con fuerza
-Me haces reir, chango...-habló, mientras volvia limpiar su nariz, y sonreia irónicamente.
Sabia que no hablaba en vano, tarde o temprano, él, un desecho humano, debia desaparecer, y yo queria ser parte de aquello.
Me miró nuevamente con esa mirada fria, llena de resentimiento, que parecía ser lo unico que contenian sus ojos y arrojó el arma sobre mi cuerpo bruscamente, impactando mis pulmones que ya parecian quebrarse por el golpe.
Tosia, como un enfermo de gravedad, mientras él levantaba mi torso, los otros policias comenzaron a moverse.
-Sabes lo que tenes que hacer- me dijo apretando el arma sobre mis genitales, girando su cabeza cerca de mi frente y apuntandome con un dedo
La sangre que le brotaba, parecia seca, y su cara mucho más envejecida que antes, lo desfiguraba.
-Te vas a morir, tarde o temprano y te vas a acordar de todo el daño que hiciste
-En eso estamos de acuerdo, ¡vos tampoco sos ningún santo, pendejo!...muchachos, sueltenlo, este tiene que descansar y hacer su trabajo, y te recuerdo que si mañana no aparece, vengo a buscarte a vos...-volvio a girar su cabeza hacia mí.
Alli se iba el cobarde, mientras un policia me sujetaba, otro me desataba las esposas, riendose en mi cara, maldiciendome, no los escuchaba, solo miraba como por la puerta, Daniel, se marchaba.
Al tratar de apoyar mis brazos sobre mis piernas, noté que tenia el arma, apunté, hasta el centro de los policias que se marchaban distraidos y hablando; justo allí, Daniel giro para verme, y apunté.
Aprete el gatillo, dispuesto a matar o morir, no habia ningun otro camino que tomar riesgos.
Pero el arma no disparó, solo hizo un ruido, el cual escucharon los otros dos policias, y se dieron la vuelta, dispuestos a responder.
El sargento se esforzaba por no reir, y les ordenó que desistieran.
-Dejenlo muchachos, solo esta emocionado...-levanto su otra mano, y me mostro las balas y luego las arrojó dentro del taller- ahi tenes para jugar y entretenerte un rato...vamos muchachos
Los otros dos, obedecieron y se marcharon riendo y cerraron la puerta. Yo me quedé quieto, sin ganas de levantarme, viendo las balas en el suelo y lamentando la suerte que me preparaba ese dia.
Preferia rendirme ante el sueño, para luego luchar con la realidad.
Al menos eso queria, pero dormir me costaba durante los ultimos dias, y una vez que pude levantarme del piso, fui hacia la cama, pensando, como nunca, en todo, en todos, siempre en ellas dos...sentia espinas en mi cabeza, y deseaba solamente cerrar los ojos y descansar.
Era torturante, y hasta me aterraba las visiones que mi mente podria imaginar.
Desde la cintura de Antonela siendo sostenida por unos brazos desconocidos, ella sonriendo, al ver llegar a su amado, ella llorando y siendo consolada por aquel, con un abrazo, y yo observando todo, para luego caer y darme cuenta que no bajaba, sino que de las nubes, parecia ser absorbido.
Y desde alli miraba la ciudad, no tuve miedo, olvidaba quien era, sobretodo trataba de ver mi casa, y querer caer alli.
Pero la tortura me golpeaba más.
Cai de pie frente a la ventana de una habitación matrimonial.
No parecia haber nadie, salvo que la puerta se abrió y desde alli entró Antonela, casi sonriente, y con las mejillas humedecidas; no era su casa, y ella no estaba vestida como de costumbre, el cabello suelto, con una vincha, sin maquillaje y su panza redondeada.
Caminaba limpiándose la cara, sin advertir mi presencia, y se acercó hacia un espejo y yo estaba detrás de ella, pero en el reflejo solo era ella, girando para ver como su vientre crecia.
Y no sabia si estar feliz o llorar, porque a veces la felicidad de algunos, es el sufrimiento de otros.
No era el futuro, no era lo que queria, no podia ser, todo puede cambiar, pensaba como siempre, luchar contra el destino.
Me di cuenta que no estaba soñando, y cai en la deseperación, las visiones anteriores no me asustaron, pensaba que sufria los efectos de la locura, pero no lo eran, la borrachera se habia ido hace rato y no habia tocado las drogas esa noche.
Forzaba mis parpados para que se cerraran, y trataba de apagar mi cerebro para no seguir pensando.
Pero tras el oscuro vacio de mi mismo me llevó hacia los ojos de Antonela, y como una pelota que rebota contra la pared, volvió hacia mí, y me golpeaba, para recordar como habían sido los últimos momentos con ella.
Habia llegado al hospital, casi machado como para recordar bien el camino que tomé, ni la velocidad con la que manejé.
Ingresé por la guardia solo para buscar el consultorio donde ella trabajaba, pero en el pasillo, una de las enfermera me detuvo.
Era Nicole, una de sus amigas y compañeras, parecio haber esperado que yo llegara, y saber cuales eran mis intenciones.
-Santiago...no podes entrar así, ¿tenes alguna emergencia?
-Si, tengo que hablar con Antonela. ¡es urgente! Puede ser la ultima vez que la vea
Ninguno parpadeo en ese instante, ella sintio el peso que yo le dejaba por haber interrumpido mi camino, y hablaba con palabras entrecortadas.
-Anto, no esta...ella...ya se fue...
Mentia, descaradamente, la delataban sus nervios, y permaneci allí, esperando la ocasion en que se hiciera un lado.
Mantuvo sus manos en la cintura, y detras de ella, comenzaban a desfilar los enfermeros y mucho más atrás, corrian con una camilla, lo que parecia ser una mujer embarazada.
Despues, el silencio era tanto que hasta se podia escuchar el movimiento de las agujas de un reloj.
-No insistas- dijo Nicol, justo cuando vi como Antonela, salia desde una puerta, para caminar hacia el mismo lado que yo la veia, y de frente, o a espaldas de Nicole, ella parecio asustada por verme.
Era como un ratón al ser presa de un gato callejero, o mejor dicho como un ángel al ver al mismo demonio; Recordé haber visto a la misma chica de aquel almacén que lloraba porque le habian robado,y sin imaginar que tan lejos me llevaría esa mujer, cuanto podria dejar, hasta los límites por superar, solo por ella.
Y desde que la conocí algo en mi corazón ya no funcionaba de igual manera, habia resistido cuanto pude las tentaciones de engañarla, salvo con Ivana, que acomplejaba los ratos de mi soledad, y sin sospechar que tarde o temprano ese circulo que yo mismo habia dibujado, me terminaria encerrando, terminando allí, al frente de Antonela.
Desde las ventanas la luz de sol mostraba las sombras de nuestras piernas, y a pesar que no estabamos muy lejos, desde aquel suelo, su sombra parecia escapar, y presentia que ella tambien queria hacerlo.
Camine dos pasos delante y Nicole, me sostuvo tratando de impedir que siguiera.
-Dejalo, Nicole, por favor...tenemos algo que hablar- dijo Antonela, con una voz fria, mostrando su caracter más serio.
-Anto...-Nicol, giro para verme a la cara, no la note, y segui caminando, con prisa- Santiago...no hagas ninguna tonteria...
No quise escucharla, porque ni yo sabia lo que podia ser capaz.
Las dos permanecieron de pie, una esperando hablar, y la otra, esperando escuchar. Tenia que decir tantas cosas, todas te querian hablar al mismo tiempo.
Todo era tan claro como el dia, y gris por aquel momento para mí.
Y es que yo no sabia cuanto se me achicaba el mundo, gracias a la casualidad.
Pero yo a pesar de verla con mis propios ojos, estaba ciego, y no sabia entender ni mucho menos aceptar, lo que llegaba escuchar.
Ella se convertiria en el diablo que yo vestiria en carnaval.
De nuestro pasado no quedaria nada, solo momentos.
Queria reprocharle tantas cosas para que sintiera el mismo dolor que yo sufri, y termine lastimandome mucho más.
-Desapareciste...¿acaso no me querias?¿tenias que dudar de mí?-le pregunte juzgandola por todo.
-Porque mentiste...siempre sospechaba de vos, y no te lo decía porque te amaba, y así...detrás de una sospecha, me cruzas con Ivana Ramirez...y no es tu culpa...pero sos responsable, por todo el sufrimiento que voy padeciendo.-Esa foto...me confirmo todo...una foto así no se regala a cualquiera...
Con esa foto, comenzó mi desgracia, algo inocente y cortez que me lastimaria demasiado.
-Fue solo eso...
-Yo se bien que fue más que eso...

-¿La conoces? es nada más que una vecina...no es lo que pensas...-Mentia para salvarme porque si tenía que decidirme por alguna de las dos, ella era mi elección. Pero el viento siempre interrumpe como un estornudo escapando del destino.
-Lo sé todo Santiago...lo sabía...y sí, la conocí una vez...no quiero volver a cruzarme con ella, porque le tengo miedo, cada vez que la nombran recuerdo su mirada, ese odio, tan grande, que hizo crecer a esa niña...
-¿Acaso...tu papá fue...?
Los relatos de la dos confirmaban esa historia, en la que uno de sus padres habia matado al otro, en un confuso accidente, un asalto, un crimen, un juicio y fue alli donde ellas se conocieron, y se odiaron, por las consecuencias de sus padres, una ya no lo tenía, la otra lo habia perdido, los quisieron cada una en su forma, pero aun así ninguna los olvida.
Afirme con la cabeza ciegamente como un impulso más.
-Si lo sabias ¿Por qué lo hiciste? Aprovechaste cuando estuve trabajando de noche...y sospecho que la conociste a ella mucho antes que a mí. ¿Es así?
-Es nada más que una vecina...y ella...
-¡No mientas!No mientas, por favor...pensas que no me di cuenta, esas mañanas que llegaba y el olor era diferente, las sabanas estaban desordernadas y veia dos vasos sucios. Queria dejar de dudarlo, pero te comportabas de manera sospechosa...
Era cierto, era como lo decia, algo que no se puede ocultar por siempre es la mentira, y ella habia encontrado pistas que le revelaron sospechas. Y yo, que habia sido tan mal actor.
Culpé al amor, a lo único bueno de la vida, por mi error.
Las amé, aún las amaba con locura, la necesaria para decidirme arriesgar la vida.
-No me decias nada...-continuo ella- en esos momentos que te hablaba no me decias nada...yo te veia imaginarla...hubiese querido que por lo menos mi destino no me cruzara con ella, pero vos, tenes la culpa que mi pasado me vuelva torturar.
-Antonela, yo de verdad, no sabia nada, entiendo de lo que hablas pero las cosas no son así
-Basta, Santiago- parecia luchar por no querer gritarme.
-¿Por qué dudas de mi?-la trataba de mirar a la cara para que me viera intentando llorar por ella, pero la esquivaba, solo movia la cabeza negando insistentemente y despues me miro fijamente con agresividad.
Nunca la vi enfurecida y en el centro de sus pupilas estaba yo, atrapado.
-¡Yo crei en vos, te di la oportunidad y...vos... me engañas con ella!
-¡Yo no te menti, no te engañe..vos si lo hiciste- dije culpandola a ella. Tratando de hacerla sentir tan culpable como yo lo estaba- los vi... a los dos besandose, vos le quitaste su barbijo para besarlo...yo estuve ahi, y los vi...y te juro que me partio el corazón verte con él- me desarmaba en llanto porque toda mi locura habia sido por ella, estaba muy lasimado como para esconderlo.
-No tiene caso explicarte nada...él...fue un momento y me dejé llevar...pero no quita el caso que vos estuviste con Ivana...
-¡?Porque no me decis la verdad! Yo ya entendí, y parece que vos no me entendes a mí. Si vos me engañaste yo te perdono, nunca te dejaria, menos ahora te necesito...tanto...te amé desde la primera vez que te conocí...
-Santiago...yo entiendo como estas...porque yo tambien estoy así...
-Nunca vas a entender como estoy...
-te conozco perfectamente, tanto tiempo juntos, ¿y vos dudas de todo eso? Santi...al parecer siempre me ignoraste y tenias más en la cabeza a esa chica...
-¡No! No es asi- dije rendido- mi vida entera esta con vos, y me niego cambiarte.
No le hablaba yo, lo decia mi corazón, que siempre callaba y lo dije, con toda sinceridad,
Las dos estaban por igual, repartian en dos mi cerebro, soñaba con las dos, la mayoria de mis noches y madrugadas.
Odiaba y amaba girando mi destino a la suerte.
Y así terminaría.

Alma erranteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora