"INFAME"

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Me atemorizaban los locos sin darme cuenta que yo también era uno.

Todo se volvía fantasía, y yo me creía dueño de mi propio mundo. Y era una mentira, solo era dueño de lo que inventaba.

Debido a eso, terminé como fantasma.

Y me arrepiento, pero que otra cosa podía hacer, era bastante ingenuo para darme cuenta lo que hacia.

Solamente dejaba que las cosas pasaran.

Mi relación con Antonela siguió por un maravilloso y a veces complicado camino. Con Ivana nunca deje de estar.

Eran tan necesarias en mi vida, tanto una como la otra; las dos tenían algo especial, que las hacían únicas. Ivana nunca quiso que le hablara de Antonela, ni siquiera pregunto como se llamaba. 

Con Anto nos veíamos muy poco debido a su trabajo en la guardia nocturna del Pablo Soria.

Siempre me decía que le iba bien, sabia que algo en ella estaba mal.

Conservaba su sonrisa, su esencia que la hacía única. Pero también mostraba fuerza, la fuerza del alma que es la que menos se ejercita.

Esta vez me contó unos secretos de ese crecimiento, para que yo pudiera hacer crecer mi alma.

-Lo peor que pude haber visto, fue a una niña morir...-Su voz empezaba a quebrarse -Santi, empecé a llorar, no me pude contener, y sin embargo tuve que seguir...Y así nos paso a todos, fue muy triste, creo que la mayoría lloramos acompañando el dolor de la familia. Fue terrible, sentir su cuerpo frio, ver la palidez apoderándose de su cara que fue tal vez sonriente en muchas oportunidades...Murió de apendicitis, no llegó a tiempo. –Quise llorar con ella, pero solo la abracé- No sé cuantas muertes más me tocará ver, pero siento que tengo la fuerza de soportarlo. 

No supe que decirle, nunca tenia las palabras adecuadas para momentos como estos

-No te sientas mal...También vas a ver cosas buenas... 

-Si, vi varias, pero un doctor me dijo que nadie le gana a la muerte, ella se va si no es el momento, y me enorgullece ver también como los doctores llegan a salvar vidas.

Siempre le apasiono su trabajo, este era algo diferente para ella, pero sin embargo, veía a la misma enfermera que aquella vez me curó las heridas.

-Vos me salvaste una vez.

Antonela entendio de que le hablaba con solo una mirada

-Lo decís por tu caída. No era gran cosa...te curé, no te salvé la vida

-Claro que sí, y ahora es tuya...Sos mi ángel.

-Y vos el mío Santi ...

Siempre supe encontrar el punto exacto, donde sus caderas bailaban sobre mí. Era un amor que se desataba nuestras ropas la mayoría de nuestros encuentros.

Empezaba a verla muy poco, sobretodo la extrañaba durante las noches, pero sabia como entretenerme sin ella.

Gustavo organizaba en su casa una ronda de apuestas con algunos de sus amigos, a mí siempre me invitaba, ganaba bien en el truco. Pero nos dimos la sorpresa que los amigos de Gustavo vinieron junto a otros jugadores se sumaron, habíamos pasado de ser cuatro a ser nueve apostadores, el premio era una suma interesante.

Jugamos de a dos o cuatro. El juego era bueno, mis bolsillos estaban llenándose, el de los otros se conformaban con lo que se llevaban.

Uno de los nuevos, antes de despedirse me pagó su apuesta con algo que nunca había pensado meterme. 

Alma erranteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora