[XXXII] Las cosas claras.

3 2 0
                                    

Treinta y dos.

Víctor.

Me duele el pecho, la frustración no disminuye, el haberme roto me hace sentirme como alguien débil y con sentimientos de mierda, por esto es que odio todo a mi alrededor, y por más que quiera odiar a Malle no puedo.

Son las cuatro de la mañana y el alcohol que conseguí es una mierda, sin embargo cada trago hace que mi garganta queme, no estoy en mis cabales para permitirme desahogar lo que siento, es una mezcla de dolor, orgullo y decepción. Dolor porque sé que no podre complacerla con lo que ella me pide, que quiera que me aleje y no la busque me duele. Orgullo porque no pienso perderlo nuevamente buscándola como un desesperado –ni yo me creo eso–. Y decepción porque me decepciona saber el que ella no entienda que es nuestra forma de amar, que ella pide algo pero en el fondo yo sé que me ama tal y como soy y que se muere por estar en mis brazos.

— ¿Cómo desactivaste las cámaras? — Estoy en la habitación que me asignaron con Malle, no llego a dormir por lo que supongo que se quedó en la enfermería, si es que pudo entrar.

—Porque soy superior a ti. — Kahiden se encuentra en la puerta.

—Conmigo no sirve tu actitud de mierda. — se adentra arrancándome la botella de la mano. Se agacha para verme a la cara. — ibas a ser débil, amoroso y cariñoso.

—Menos mal y cambiaron de decisión.

—Yo quería a alguien fuerte, prepotente, dominante y orgulloso que los dirigiera a todos. — sonríe como si se acordara en el momento que me creo. — sin embargo también quería que te enamoraras y amaras de una forma diferente.

—Me imagino que en tus planes no estaba que me rompieran el corazón y me hicieran sentir una mierda, aunque ya sabemos que lo soy.

— ¿Te afecta que lo seas? — indaga enarcando una ceja.

—Ni un poco. — le sonrió.

—Entonces hice bien mi trabajo. — se levanta sirviendo un trago en el vaso de Vibrio que está en la mesita. — No te está doliendo lo que te dijo Malle, te está doliendo el hecho de saber que no podrás alejarte incluso cuando ella te lo pidió con lágrimas.

Me extiende el vaso y sin dudar me lo tomo de golpe.

—Ella te va a buscar, el éxtasis de su intimidad no la va a dejar estar tanto tiempo lejos de ti, yo los cree para que fueran el uno para el otro, así que no te agobies. — sale con botella en mano y antes de cerrar la puerta me mira por encima de su hombre. — te quiero en veinte en el laboratorio.

Sonrió levantándome de la cama y me dirijo al baño, eso ya yo lo sabía, solo me faltaba que me lo dejaran en claro.

Podemos ser muy superiores pero al no saber controlar nuestro intelecto nos hace estúpidos.

Malle.

Sin duda me dolió más a mí que a él.

Me quema el pecho, no me sale ni una lagrima más, me duele el hecho de haber tomado esa decisión pero es lo correcto. Aclamo porque a mis pulmones entre aire pero estoy hiperventilando gracias al llanto que no cesa. Justo en este momento necesito a mis amigas y lamentablemente no las tengo a mi alrededor, sabrá Dios como están y como se encuentran.

Las extraño.

—Levántate de esa cama, en veinte minutos tendremos una reunión, tienen que ponerse al día. — me recrimina Kahiden.

—Cuando era niña yo era tu favorita — ya que tengo mi memoria completa recuerdo absolutamente todo.

—Tú lo has dicho, cuando eres una niña. — su voz es más fría que el ártico y su actitud me pesa después de saber lo importante que era ella para mí.

Las Verdades Detrás de las Mentirás✔ [En Edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora