[VIII] ¿Qué pasó anoche?

11 3 0
                                    

Ocho.

–Tranquila, no ha pasado nada –– al parecer ha notado mi cara de tragedia al observar bajo la sabana y ver que no llevo puesta mi ropa – tu ropa esta guindada en la ventada.

–¿Por qué mi ropa esta guindada en la ventada? –– la pregunta fue más para mí pero la dije en voz alta.

–No solo la tuya, la mía también, anoche te dio por querer echarte un baño, e hiciste que nos metiéramos a la piscina.

–¿Hay una piscina aquí? –– todo es confuso en mi cabeza.

–Sí, ¿Es que acaso no recuerdas? –– Pregunta con una hermosa sonrisa genuina en su cara, su expresión es más pura, ya que se acaba de despertar, y esos hermosos ojos grises, deslumbran brillo, aunque su expresión y aura es fría, pero se ve tan guapo sonriendo de esa manera.

Mi silencio lo dice todo, no recuerdo, me siento en la cama para poder pensar pero eso solo hace que me duela la cabeza.

–¿De verdad no recuerdas nada? –– levanta su cuerpo para quedar sentado a mi lado.

–Lo último que recuerdo es la brisa refrescando mi rostro, cuando me bajaste de tus brazos, nos acostamos a ver las estrellas, y ahora despierto aquí, al lado tuyo en tú cama, con tú camisa –– inclino un poco la cabeza y me pongo la mano en mi frente y respiro profundo.

Qué pena.

Me paso la mano por el cabello hacia la parte de atrás acomodándolo un poco, alzo una pierna dejándola flexionada y apoyo mi codo del brazo derecho en ella.

–Disculpa, de verdad, no sé qué tenía esa bebida, de verdad que pensé que estaba bien, llegue al baño y empecé a vomitar, y pensé que estaba loca porque escuchaba gemidos en un cubículo pero me quede allí parada viéndome en el espejo hablando conmigo misma, como una loca, y luego me tome el resto de la bebida, lo que le hayan echado a eso es muy fuerte, me imagino que cuando me encontraste cayéndome afuera del baño y te diste cuenta que estaba ebria habrás pensado que no se controlar lo que ingiero y eso no es así porque…

–Ey –– me llama, interrumpiéndome –– estás hablando muy rápido, cálmate, no pensé nada malo, está bien, la vida es una sola, solo disfruta lo que paso y ya, no te arrepientas –– dice serio, como que si nada malo hubiera pasado para él –– más bien tuviste suerte, que fui yo quien iba pasando por ahí, y no otro sádico desalmado que probablemente se fuera aprovechado de ti.

Mi expresión es muy incómoda, pero tengo que preguntarle.

–¿Qué paso, después de ver las estrellas?

–Hablamos un rato; me hablaste de cómo conociste a tus amigas y como las quieres, de las clases y las metas que quieres lograr, luego de eso me dijiste que te diera un paseo por aquí para conocer un poco, y cuando llegamos a la piscina te lanzaste, con todo y ropa e hiciste que yo me metiera contigo, nos quedamos un rato ahí y luego al salirnos me dijiste que tenías mucho sueño, y te ofrecí mi cama, te cambiaste y te fuiste a dormir, mis compañeros llegaron y no hubo de otra que me acostara al lado tuyo, solo eso.

Un alivio yace en mí, al menos no cometí nada estúpido de otra magnitud.

–¿Y? ¿Entre tú y yo?

–No, no paso absolutamente nada.

Él se levanta, y noto que está en bóxer, me sonrojo un poco al verlo, su espalda está bien definida, al igual que sus brazos, sus músculos destacando pero para nada exagerado, bajo un poco mi mirada y me quedo viendo sus nalgas, tiene más que mis propias amigas, son redonditas y firmes, pensamientos un poco sucios vienen a mi mente y los descarto de inmediato.

Las Verdades Detrás de las Mentirás✔ [En Edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora