SEPTIMO

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"El mejor amigo de un chico es su madre" -Psicosis (película)

SCARLETT

El olor familiar a pizza, el sonido de lo que es una de mis bandas de rock nacional favoritas y la cerveza apareciendo en la mesa cada tanto es normal para una noche de sábado. Lo que no lo es tanto es: el rostro de Marcus entre mis amigos. Vivi no ha vuelto a mencionar el tema de mi nuevo invitado en la tienda, quizá porque su novio ejecutivo perfecto está con nosotros. Un tipo increíble que de serio solo tiene el puesto y el traje. Y Sacha, ella está sumida en las ráfagas de su amor. Se le dibujan corazones en los ojos cada que mira a Leslie a su lado. Lo que es ser joven y enamorado con litros y litros de alcohol bloqueado tu razón. Es esa maravillosa época del año.

—¿Desde cuándo conoces a Scar, Marcus? —Carlos, el novio de Vivi mira a Marcus con mucha curiosidad. Normalmente no agregamos personas al grupo. Solo somos Vivi, Sacha y yo. Él lo sabe, no sé qué tanto le ha dicho Viviana de mi vida y Marcus. Pero por sus ojos brillando, sé que tiene idea.

Marcus a mi lado se acomoda en la silla de madera antes de responder. La mesera nos sonríe y sin interrumpir comienza a reponer las jarras de cerveza.

—Desde hace más o menos ocho años, cuando le ofrecí ver porno.

La complicidad en la sonrisa que me dedica hace que lo corresponda. Ambos reímos, el resto de la mesa frunce el ceño. Es una anécdota de la que podemos reírnos ahora de adultos. No había pensado en lo horrible de la escena de dos adolescentes en medio pasillo de la escuela viendo escenas poco apropiadas de personas fingiendo un acto de lujuria.

El ceño fruncido de Viviana es ridículo, abre su boca varias veces como si las palabras se le estancaran en la garganta.

—¿Cómo fue que...? Sabes qué, no quiero saber. Con Scarlett seguramente fue una cosa muy turbia.

El trago de cerveza se atora en mi garganta, trago y trato de buscar aire tosiendo. Siento golpes ligeros en mi espalda que tratan de ayudarme.

—Disculpa, Viviana Itzel. No comencé a hacer cosas ilegales hasta que cumplí dieciocho. No todos somos como tú.



Decir que la discusión murió es poco. Es algo que probablemente nos tomará la semana entera para llegar a un punto en común. Así que ignoro lo que sea que ella dice, me levanto y voy directamente a la barra. Le sonrío al bartender del lugar, fue uno de mis compañeros de la facultad. Su sonrisa es como ver a un adolescente en plena travesura. Tiene una picardía perpetua.

—¿Porter? —pregunta desde lejos sirviendo un trago a una preciosa mujer de cabello esponjoso lleno de brillantina. Asiento, él me guiña y me quedo mirando un poco los cambios que le hizo al lugar. El cambio de tono de la madera que repasa cada espacio, las fotos de los festivales de cerveza alrededor del mundo.

Una ligera ola de aire caliente me sorprende en mi cuello. Me separo del hombre junto a mí, un tipo que luce totalmente pasado en tragos y sus ojos están más rojos que tierra de barriada nueva.

—Hola... ¿Por qué tan sola?

Agrega aliento del mar muerto.

Me muevo a la derecha, trato de distraerme con los colores de las etiquetas de alcohol en la pared detrás de la barra. Siento su mano posarse en mi brazo, sacudo sus dedos de mí en un solo movimiento.

—Sé que me estás escuchando. No me ignores. Tan bonita para estar tan enojada.

Ay, dame paciencia. Dame paz, para no desaparecer a este ser de la faz.

Lejanas ConvenienciasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora