DECIMOSÉPTIMO

247 32 8
                                    


"Tengo miedo de salir de esta habitación y no volver a sentir en mi vida lo que siento estando contigo." - Dirty Dancing

MARCUS

Hay algo cómodo y simplemente hermoso en lo doméstico de la mañana. Scarlett toma café, aún sigue echándole vainilla, como cuando estábamos en la escuela. Está sentada en una silla frente a la pequeña isla de la cocina, con la taza sonando contra el mover de sus dedos. Coloco frente a ella un plato con tortillas y queso amarillo, mi desayuno favorito. Muy panameño, nada saludable. Sus ojos siguen un poco cansados, sus ojeras se marcan mientras sonríe de felicidad mientras come. Coloca frente a mí papel y bolígrafo a la vez que tomo lugar frente a ella.

—Necesitamos comida para bebé gato, arena para él y definitivamente necesitas un colchón nuevo si te vas a quedar aquí. A parte de que es usado, es incómodo. ¿Cómo has podido dormir ahí todo este tiempo?

Okay, escucho sus quejas señoritas. Quejas que no existían anoche.

—No te habías quejado antes.

Ella rueda los ojos, se ríe y sí, en mi pecho algo se detiene y vuelve a funcionar.

—Lo estoy haciendo ahora.

Su cabello está atado en el tope de su cabeza, no lleva aretes o lentes, es simplemente Scar recién levantada y no sé si he visto algo que me brinde tanta paz.

—¿Vas a regresar a casa de tu hermano?

Sus ojos se centran en los míos, sé que lo hace para que preste atención. No ha dejado de hacerlo, es para que no olvide lo que va a decir.

—También es mi casa. Aunque viva en otro lugar, siempre será mi casa. Así que sí, voy a regresar. —asiento, trato de no demostrar la decepción que siento. Pero no puedo esperar que vivamos en el mismo lugar cuando no nos hemos visto en mucho tiempo y como ella dice, casi no nos conocemos como adultos. —pero puedo volver y podemos tener más pijamadas como anoche, si quieres.

Claro que quiero. ¿No es obvio?

—Me parece bien.

Su rostro cambia repentinamente, frunce el ceño y hace este gesto donde mueve su labio inferior hacia abajo como si algo rodeara su mente y rebotara en las paredes de su cabeza.

—Quería hablarte de algo. Sobre anoche. —dice esas seis palabras, pero mueve sus manos como si fueran muchas más. Está nerviosa. Asiento y espero a que formule lo que hay dentro de ella. —Anoche... no sé como decirlo sin divagar o enredarme. Pero la cosa es que quiero saber si te hice hacer algo que no querías o que no estabas preparado. Porque sé que en el momento estabas triste y quizá, no sé. Quiero saber si estábamos en la misma página. Y si no estuvo bien lo que hice, pues...

—Scarlett, yo estaba ahí. Hicimos. Y sí quería, ¿no se notó?

Chucha, porque si no se notó voy a comenzar a preocuparme. Ella se sonroja con mi pregunta, vuelve a reír y esconde su rostro en sus manos.

—Pues sí. Pero no está de más preguntar. Me gusta que todo quede claro entre nosotros. Así que, si tienes algo que decir, prefiero escucharlo. Por mucho que creas que lo sé, es mejor que me lo digas.

—Si te vas pronto a casa, podemos aprovechar el tiempo que nos queda juntos. Y hacer muchas pijamadas. —siento la sonrisa crecer en mi rostro mientras hablo. ¿Cuándo he estado así de feliz?

—Tengo que ir a trabajar. Y tú tienes compras que hacer y me imagino que trabajar también.

—Así es. Me llevaré a Suertudo al veterinario primero.

Lejanas ConvenienciasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora