Domestícame (Omegaverse) [Editando]

18 - Timbre

Keegan estaba bien vestido, como siempre cuando venía a la cafetería, entró directamente sabiendo a donde tenía que ir, en el camino Jean pasó a su lado saludando con un "Ey", quizás era muy seco, pero la relación de ambos había progresado para que lo mínimo sea saludarse y no matarse. Henry sonreía pensando en perro ladrando desde el suelo a un zorro astuto en la copa de un árbol. Cuando estaba en la mesa, la taza ya estaba rellena con la infusión tibia.

- ¿Sabes que si vienes a molestar, te voy a poner a trabajar?

- Prefiero eso que la jarra. - Añadió azúcar. En una fracción de segundo miró a Henry con el ceño fruncido. - ¿Qué? Cuando hablé con...

- Ned. - Respondió al instante cuando el alfa lo buscaba en el salón al susodicho.

- Ned, genial. Cuando Ned le avisó a Jean se puso contento.

Su sonrisa de falsa inocencia lo hizo sonreír, cada vez que hacía eso le parecía un zorro.

- Veo que me han hecho caso.

- ¿A qué te refieres?

- El té, necesitabas un relajante.

- ¿Gracias?

- ¿De nada? - Le respondió con el mismo tono. - Apestas.

- Pero si me duché ayer, no se si te acuerdas.

- No, me refiero a tus feromonas, la relación de tu hermano debe ser una mierda.

Nolan apareció al instante, con un bizcocho de almendras, pero en un molde más pequeño, se dio cuenta que estaba frío por la ausencia de manoplas.

- Me ha sobrado un trozo. Espero que no te importe, Henry.

- En absoluto, pero este alfa no se merece esto. Lo estáis malcriando.

El alfa sonrió sorbiendo su infusión, Nolan negó su afirmación.

- Gracias, precioso. - El alfa lo miró con esa sonrisa encantadora, de las que seguramente usaba con todos los omegas que necesitaba conquistar

Cuando el omega se fue, no volvieron a hablar por un rato, el omega sabía que a Nolan nunca le sobraban trozos, media todo y lo contaba siendo exacto con las unidades. Henry sonrió sin pensar en el bizcocho.

- ¿Qué?

- Nada.

- Omega, venga, suéltalo.

Dudo por un segundo si debía cambiar de tema.

- ¿Ligas así con todos?

- ¿Te refieres por lo de precioso? - Un movimiento sutil de cejas lo obligó a continuar. - Tal vez. Pero no con intenciones de llevarlos a la cama.

- ¿Por qué solo hablas de sexo?

- ¿Por qué no? Creo que es la mejor forma de acabar una conversación.

Al terminar la frase mordió un trozo de bizcocho, y masticó sin apartar la mirada. Quizás iba con segundas intenciones. Y sin el quizás.

- ¿Quieres sacar el tema otra vez?

- Bueno... Después de escuchar cómo te quejabas, me parece interesante hacer un intento.

- No soy un conejillo de indias.

- Venga, además dejarás esa casa por una noche así no tendrás que preocuparte por escuchar a tu hermano y cuñado.

Se estaba comenzando a mosquear.

- Keegan detente.

- ¿Por qué? ¿No te gusta hablar de tu hermano? - Aquella mirada desafiante quería arrancarla con la cuchara que revolvía su infusión. - ¿O de tu cuñado?