Una semana después, 7th Street.
El tintineo de la campana sonó al abrir la puerta, viendo como el pelo azul de su amigo estaba atado con un pequeño moño, se acercó a la barra, mientras él terminaba de ordenar las tazas en los estantes.
— ¿Y bien?, ¿qué tal? — Jean no respondió, parecía más interesante el interior de la caja de cubiertos de la barra, y el aroma de sus feromonas no era el mejor del lugar. — Un desastre... ¿Verdad?
Los ojos de Jean se clavaron como dagas en los de Henry.
— Cállate, omega.
— Te lo dije.
— Cállate. No sé qué hago aquí.
Hizo el ademán de levantarse, pero cuando puso las manos sobre la madera granate de la barra, un trapo se estampó sobre su cara.
— Si has venido aquí es por qué querías contarme algo. Habla.
Jean cogió el trapo que ahora estaba sobre su brazo, para pasárselo a su amigo.
— Le van las relaciones abiertas.
— ¿Y?
Lo miro incrédulo.
— ¿Cómo que "y"? Yo soy de relaciones estables, no me van esas cosas.
— Lo que no te tendría que gustar es tener citas a ciegas. Ya aparecerá alguien
Jean encogió sus hombros ignorando las palabras de su amigo.
— El mundo se está modernizando a pasos agigantados.
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Estaba agotado, le dolía la espalda de mover tantas cajas, las manos las notaba ásperas por tantos químicos que utilizaba para limpiar, y estaba punto de vomitar por la gran comilona que se había pegado al ir a conocer aquel restaurante que Jean decía que tenía una de las mejores salsas de la zona.
Mientras cruzaba el paso de cebra, miraba la desgastada fachada de su piso, las ventanas, y las luces apagadas. Recordó su cama y el sueño que tenía, pero de golpe recordó el insoportable repiqueteo de la pared que escuchó la semana pasada, dos días después del día que llegó, volvió a escucharlo, pensó en tocar la puerta y pedir que bajase el tono, pero antes de saltar de la cama los golpes cesaron.
Sonrió mientras sacaba las llaves del bolsillo trasero del pantalón, recordó en aquella bienvenida y lo gracioso que era saber que tenía unos vecinos con una vida sexual tan...
Cuando estuvo a punto de usar las llaves, la puerta de dos metros y medio se abrió, mostrando un chico sonrojado del mismo tono que su pelo, ropa de alta calidad, y mirada ácida, mediría lo mismo que Henry, y posiblemente tendrían la misma edad.
— ¿Podrías apartarte?
Le habló el chico, ya que se había quedado estático, su voz era suave y su aroma mostraba que era omega, sorprendiendo a Henry por el contraste que hacía con su mirada, tras dos segundos se apartó de la puerta siendo empujado por el pelirrojo, a sus espaldas aparecía un rubio alto de mandíbula marcada, estaba agitado y con la camisa gris mal abrochada, olía a alfa.
— ¡Espera Eli! No te vayas.
El rubio sujetó al omega por el hombro obligándolo a detenerse, el rostro de "Eli" estaba más relajado, así que habló.
— Perdona por venir sin avisar.
— No, no. Eli ha sido culpa mía...
Al entender que era pelea de pareja, un tanto extraña. Se adentró al interior del edificio, no le interesaba los problemas ajenos, aun así dejó la puerta de entrada apoyada, como un favor, para poder abrirla sin llave.
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Domestícame (Omegaverse) [Editando]
Romansa------- ' Busco amigos. ¿Qué significa "domesticar"? -volvió a preguntar El Principito. -Es una cosa ya olvidada -dijo el zorro-, significa «crear lazos». ' ------- Henry, un omega recien llegado a San Francisco, abre su propia cafetería. Comprender...